Sorpresa [Bruce y Barbara]

Mantenerme quieta y escuchando todo lo que Alfred decía era aburrido, pero no me quedaba otro remedio que aguantar y seguir pareciendo una chica buena. Por eso, cuando me llevó a recorrer la mansión, tuve que esforzarme para no tirar abajo mi actuación. Me obligué a andar como una chica normal, sin llamar la atención.
Sabía lo que Alfred buscaba porque había visto su anuncio en el periódico. "Chica trabajadora, sencilla, responsable, discreta, con experiencia sirviendo..." No había sido difícil falsificar un buen currículum, robar un uniforme y presentarme en la mansión Wayne. Alfred dijo que ya se había entrevistado con otras chicas antes, pero que ellas sólo parecían querer el trabajo para estar cerca de Bruce Wayne, y que él buscaba a alguien capaz de ocuparse de sus necesidades y cuidarle mientras él estuviera ausente. Disimulé una sonrisa. Parecía más un padre buscando una buena novia para su único hijo que un mayordomo buscando a una criada.

No me pregunté por qué un hombre tan mayor no había buscado ayuda antes, pues era evidente que, para proteger la identidad del murciélago, cuanta menos gente hubiera en la mansión, mejor. Sin embargo, sentía curiosidad por saber por qué tenía que irse unas semanas fuera y dejar solo a su niño consentido. Aun así, no pregunté nada.
Por fin llegamos a la cocina. Alfred me dio una lista con las cosas que su señor solía desayunar y me dijo que se lo preparara. Si lo hacía bien, el puesto sería mío ya que, por lo demás, le había gustado. Era tan fácil engañar a los hombres... No tardé nada en terminar de prepararlo todo, y Alfred me dio su visto bueno. Me dio un juego de llaves y me dijo que él tenía que irse ya, que me encargara yo misma de despertar al señor y llevarle su desayuno.

En cuanto se hubo marchado, la expresión de mi rostro cambió. Me dirigí a un espejo. Saqué de mi bolso un lápiz de ojos negro y un pintalabios rojo y me maquillé, como siempre. También pinté mis largas uñas de rojo. Me deshice el incómodo moño, dejando que mi largo pelo negro cayera sobre mi espalda, mientras la luz hacía aparecer en él unos reflejos rojizos. Cambié las zapatillas por mis queridos zapatos de tacón y, por último, me desabotoné un poco el escote del uniforme. Por fin podía volver a ser yo misma. Cogí la bandeja con el desayuno y me dirigí a la habitación del dueño de la mansión, situada escaleras arriba. De nuevo pude andar como siempre, moviendo mis caderas de forma sugerente y pisando con fuerza sobre mis tacones.

Entré en la habitación y lo que vi me hizo sonreír. Era curioso ver por primera vez a Bruce Wayne sin ninguno de sus disfraces, ni el de muciélago ni el de playboy multimillonario. Profundamente dormido, semidesnudo, tapado hasta arriba con las sábanas y encogido dentro de la cama, no parecía ser el héroe de Gotham al que todos los criminales temían. Parecía vulnerable... tierno. Sonreí, dejé la bandeja sobre una mesa y me agaché para darle un beso en la mejilla, dejándole una marca de pintalabios en ella.

- Buenos días, señor Wayne. Ya va siendo hora de levantarse. Le traje su desayuno, tal y como a usted le gusta... - dije, con voz dulce, sin poder evitar que mis labios se curvaran en una sonrisa traviesa, esperando con impaciencia a que él se despertara y me viera delante suya... Iba a llevarse una gran sorpresa.

Llevar una doble vida no es tan facil como se supone que es. Tener que fingir para que nadie sospeche mi identidad implicaba no descansar mis horas habituales, era el precio que debia pagar por ser un vigilante nocturno. La noche estuvo algo agitada en Gotham, por lo que no tarde en caer rendido en la cama. Alfred me habia mencionado que tenia que irse urgentemente por asuntos familiares, pero que ya tenia un reemplazo temporal. Jamas me menciono quien seria, por lo que no sabia a quien podria ver al dia siguiente.

Pense que seguia durmiendo hasta que senti los rayos del sol iluminando mi rostro. Alfred no acostumbraba a abrir las cortinas de golpe... De pronto, escuche una voz femenina que me era familiar, una voz que despertaba todos mis deseos ocultos. Selina... la recordaba todas las noches y ahora su voz estaba en mi sueño, incluso senti como me besaba suavemente en la mejilla.

-Te amo, Selina- normalmente hablaba solo cuando dormia sin darme cuenta y, ahora que me estaba enamorando mas de ella, a pesar de que discutiamos algunas veces, su presencia era habitual en mis sueños. Abri poco a poco mis ojos y lo primero que vi es una figura femenina. Abri algo mas los ojos, lentamente, dandome cuenta de que era hermosa -¿Eres el reemplazo de Alfred?- Bostece un poco y, cuando abri mis ojos completamente, me lleve una gran sorpresa -¿Selina? ¿Que haces aqui? ¿Oiste todo? ¿Eres tu la nueva criada? Entonces no era un sueño, despues de todo...

La observe, casi sonriendo. Hacia mucho tiempo que no despertaba y lo primero que veia era algo tan hermoso como Selina Kyle.

Sonreí de puro placer al oírle pronunciar mi nombre. Me senté en la cama, a su lado, mientras pasaba suavemente un dedo por su mejilla, donde tenía la marca de mi lápiz de labios.

- ¿Soñabas conmigo? En ese caso, deberías tener cuidado con lo que dices en voz alta mientras duermes... Alguien podría enterarse de tus pequeños secretos.

Me contuve para no decirle lo que realmente quería: que yo también le amaba, y no en mis sueños, sino en la vida real. No quería pensar en eso, me hacía sentirme aún más culpable por lo que estaba planeando hacer.

- Sorpresa. Vi el anuncio en el periódico y pensé que sería divertido... además, creo que ambos salimos ganando. Estaremos casi todo el tiempo juntos mientras dure lo que pactamos anoche. Tú puedes vigilarme a mí y yo puedo vigilarte a ti. Así nos aseguraremos de que cumplimos con nuestras promesas... y de que ninguna otra mujer que no sea yo te despertará por las mañanas. Francamente, no sé en qué estaba pensando tu mayordomo. Bruce Wayne con una mujer a solas en su casa tiene más peligro que Selina Kyle en un museo lleno de joyas - reí de forma pícara mientras le apartaba un mechón de pelo de su frente - Quizá esté harto de un niño mimado que no sabe ni hacerse una cama y esté buscando desesperadamente una buena chica para ti... aunque creo que conmigo se ha equivocado.

Agradecí que él no pareciera sospechar nada. Eso me lo hacía todo más fácil. Le quité de encima la sábana para poder poner la bandeja del desayuno sobre la cama. No pude evitar perder la mirada entre su cuerpo y sus músculos perfectos. No estaba nada acostumbrada a ver a hombres así en persona, sólo en el cine o en la televisión. Tuve que hacer un esfuerzo para no perder la concentración y recordarme a mí misma mi juramento acerca de los hombres.

- Su desayuno, señor Wayne. Espero que le guste. Alfred no ha tenido mucho tiempo para explicarme algunas cosas, así que si desea alguna cosa más de mí, aparte de que cocine y limpie, hágamelo saber - le dije, jugando a ser la criada perfecta - También tendrá que decirme en qué habitación dormiré. Esta mansión tiene demasiadas como para saber cuál me corresponde... - miré a mi alrededor, recordando los tiempos en los que la "antigua" Selina soñaba con ser la princesa de un castillo junto a un caballero de brillante armadura... pero esos tiempos pasaron. Esa Selina murió.

La mire sonriendo, pues no me equivocaba, ella es demasiado inteligente y sabe hacer sus jugadas, sabe que debe mantenerme vigilado, ¿y que mejor que estar dentro de tu objetivo? Sabe que siento una fuerte atraccion por ella, por lo que insistia en que la ayudara y que no jugara sucio. En verdad me sorprende, y mas aun ahora, que me ha visto despertando. Podria haberme atado o vencido en ese instante, pero no lo hizo. Sin duda es la mejor ladrona que puede existir en el mundo.

-Veo que te tomas muy en serio eso de vigilarme, no se si alegrarme o asustarme... Bueno, sinceramente me alegra verte, mientras no intentes matarme, pero se que no lo haras. Por lo que veo, ahora estamos en el mismo juego. Si Alfred tomo vacaciones, ¿tu seras mi ama de llaves?

Le sonrei sarcasticamente. Sabia que podia perder los estribos, si algo enfadaba a Selina era que trataran de darle ordenes. No queria que se enfadara de verdad, pero creo que a ella le gusta jugar fuerte, por lo que debo adentrarme en su juego. En parte tenia razon, ambos necesitabamos vigilarnos, ya que no confiabamos entre nosotros. Intente levantarme, pero recorde que estaba en ropa interior.

-Bueno, entonces nos vigilaremos, pero te advierto una cosa, Selina: tal vez no te deje trabajar, cariño. Alguien como tu no deberia trabajar de esto, deberiamos vigilarnos mejor y pasar el tiempo juntos, asi evito que trates de llevarte un bonito recuerdo de mi mansion.

Le sonrei y aparte la sabana, dejando que mirase un poco mi ropa interior, mientras le lanzaba miradas furtivas. En el fondo de mi ser, deseaba despertar algun dia y que lo primero que viera fuera el rostro de Selina, sonriendome.

-¿Tu preparaste el desayuno? Me gustaria que me acompañaras.

Estaba muy satisfecha de que él hubiera caído en la trampa. Los planos, la excusa de vigilarnos mutuamente... todo era un truco para conseguir lo que había venido a buscar. Aun así, mi murciélago no era tan ingenuo como a veces parecía. Intentó provocarme. Sabía que, si no fuera porque me interesaba estar allí, yo jamás hubiera aceptado ser la criada de nadie. A mí nadie me daba órdenes.

- No pienses que voy a ser una criada normal y corriente, amor. Cocinaré para ti y haré y desharé tu cama. Eso es todo. No pienso obedecer todo lo que me digas como si fuera una gata domesticada. Si quieres algo más, aprende a hacértelo tú solito, niño consentido. Ni siquiera pienso llevar este ridículo uniforme todo el tiempo. Y no, no tengo miedo de que me despidas por eso. Sé que no lo harás. Te conviene tenerme aquí para poder mantenerme vigilada - le dije, con una sonrisa, sabiendo que tenía razón. Podía hacer lo que quisiera, él no me echaría.

Por supuesto, tampoco iba a fiarse por completo de mí, ya lo sabía. Eso haría el juego más interesante. ¿Que no me llevara un recuerdo de su mansión? Pero si lo estaba deseando... La lástima era que, como allí no vivía ninguna mujer, seguramente no habría ni una sola joya a la que poderle echar el guante, pero, aun así, estaba dispuesta a buscar algún pequeño y bonito "souvenir" para mí... aparte de lo que realmente había venido a buscar, claro.

- Quizá yo no quiera que me dejes trabajar - comenté, con voz sugerente, mientras colocaba la bandeja del desayuno a su lado - Sí, lo he hecho yo, y espero que te guste... ¿Quieres que te acompañe por alguna razón en particular? No te preocupes, no está envenenado. Mira - tomé el vaso de leche entre mis manos y bebí un sorbo. Deliciosa. Como buena gata, ésa era mi bebida favorita.

Miau, esto empezaba a gustarme, y mucho. Estaba siguiendo mi juego y provocándome. Capté sus miradas al acercarme un poco más a él, y pude apreciar lo perfecto que era su cuerpo más de cerca. Pude ver entonces las numerosas cicatrices y heridas que tenía sobre su piel. Sentí una mezcla de lástima y orgullo al reconocer un arañazo mío. Pasé una de mis uñas por encima con suavidad.

- Éste es mío. Lo recuerdo perfectamente - me lamí los labios de forma inconsciente. Si él seguía provocándome así, tendría contestación. Ya lo creo que la tendría. Nadie me gana a mi propio juego - Yo también tengo algunas marcas tuyas. A veces eres algo rudo conmigo, nene - le dije, devolviéndole la sonrisa. Recordaba bien algunos de nuestros enfrentamientos.

Su plan era perfecto, ella sabia lo que me hacia sentir cuando estabamos cerca. Jamas me imagine que tomaria el trabajo de sirvienta, aunque, si fuera alguien que deseara destruirme, ya lo hubiera hecho. Selina es de las pocas personas a las que puedo confiarle mi identidad. Aquel era el mejor momento para atacarme, pero se que ella no lo haria, ni yo la atacaria. Era como si el sueño que tuve se hiciera realidad, mis ojos aun no creian lo que veian.

-Veo que tienes todo bajo control... Sabes como pienso y seria un mentiroso si te dijera que es falso todo lo que has dicho. Me sorprende que vengas como criada, ya que se que es dificil para ti recibir ordenes. No me enoja verte y, aunque ya me escuchaste, se que nunca te aburririas de mi.

Vi como se acercaba a mi y me senti como un adolescente cuando esta con la chica que siempre habia soñado. No sabia que hacer, era raro en mi, ya que estoy acostumbrado a estar siempre delante de todos, y de muchas mujeres, pero Selina me hacia sentir especial. Era la unica por la que caia ante sus encantos, la unica que realmente despertaba mis deseos. Sonrei cuando se acerco, y verla lamerse los labios me hizo sentir esa gran sensacion que estaba dormida en mi.

-No es que sea rudo, amor, simplemente tengo que atrapar aquellos que rompen la ley. Pero tranquila, tu eres muy diferente y se como curarte esas heridas- La bese apasionadamente, acariciando sus mejillas. A pesar de que pudiera ser un juego peligroso, no me importaba, me sentia en paz besando a Selina, y esta seria la forma perfecta de levantarme todos los dias -Tienes razon, yo no te dejare trabajar porque no voy a permitir que dejes esta cama. ¿No haras nada de lo que te ordene? Ya veremos, mi gatita... Se que buscas algo, pero dudo que lo encuentres aqui- Le sonrei mientras sentia ese beso de nuevo, mirandola a los ojos y acariciando suavemente su cara.

Alcé una ceja como expresión de incredulidad y sonreí. Así que nunca me aburriría de él, ¿eh?

- Eres un creído, un arrogante y un presumido... - le dije, rozando mis labios con los suyos, mientras le miraba a los ojos - Miau, no sabes cuánto me gusta eso.

Le agarré del cuello y le besé, pues no podía contener las ganas por más tiempo. Quizá él sólo se limitara a disfrazarse de murciélago, pero yo era realmente medio gata y, aunque tratase de actuar con indiferencia y frialdad, a veces mis instintos animales me vencían... al menos cuando estaba con él. Creo que, mientras lo hacía, le di una patada accidentalmente a la bandeja del desayuno, porque oí el ruido de algo metálico caer en el suelo, y el crujido del cristal al romperse.

- Creo que te acabas de quedar sin desayuno - le dije, riéndome - Eso te pasa por distraerme. ¿Obedecerte? Qué más quisieras, nene...

Sentí mi pulso acelerarse ante su clara indirecta de que no me dejaría salir de su cama. Siempre mantenía unos nervios de acero con todo el mundo, menos con él. Me sentía como una niña, enamorada por primera vez. Por otro lado, cualquier insinuación sobre no salir de su cama me producía unos extraños escalofríos. No era una ingenua, sabía perfectamente lo que era el sexo, pero nunca lo había probado. Antes de mi muerte, porque era una cría feúcha y marginada que no le interesaba a nadie. Después de mi resurrección, porque yo misma me había jurado no dejarme tocar por ningún hombre, permanecer pura y libre... Una promesa que, obviamente, estaba ignorando por todo lo alto desde que conocí a mi murciélago. Me pregunté con curiosidad qué se sentiría al hacerlo... pero algo más que Bruce dijo interrumpió mis pensamientos.

- ¿Buscar? Yo no busco nada - mentí, con mi voz más inocente.

¿Acaso sabía que quería robarle la Tabla Rasa? No era algo difícil de averiguar... Aunque tenía que darle las gracias. Sin saberlo, me había regalado un importante dato: si no estaba en la mansión, estaba en Industrias Wayne. Al menos ya tenía claro dónde buscar.

- ¿He de deducir con eso que ésta será mi habitación? Podría denunciarle por acoso a una empleada, señor Wayne...

Sonreí y volví a besarle apasionadamente, acariciando sus perfectos músculos con mis dedos, olvidando por un momento todas mis preocupaciones y problemas...

No puedo creer mi mala suerte: el único día que mi padre está fuera de la ciudad y justo las tuberías del apartamento tienen que reventar, inundándolo todo a su paso. Afortunadamente los fontaneros me han dicho que la avería no es grave y que mañana como muy tarde estará reparado por completo; por desgracia, hasta entonces el apartamento está inhabitable a no ser que quieras caminar todo el día con botas de lluvia y pantalones cortos. Alysia se ha ido a pasar el día con unos amigos y dormirá allí, me ha ofrecido ir con ella pero lo he rechazado porque no quiero ser una molestia y menos aún sin conocer de nada a sus amigos, ya que ¿y si en medio de la noche surge cualquier imprevisto y descubren por accidente que no estoy en mi cuarto, o pero, me encuentran poniéndome el traje de Batgirl? Tampoco puedo ir a dormir a casa de mi padre, porque él está fuera de la ciudad y la casa está en obras, así que la mejor opción que me quedaba hubiese sido un hotel, pero estoy en paro y mis ingresos son nulos, así que después de pagar a los fontaneros no me queda dinero suficiente como para poder pasar una noche en uno. Por lo tanto, solo me queda una última opción.

Me detengo frente a la Mansión Wayne y la contemplo en silencio, dubitativa. No es la primera vez que tengo que pedirle algún que otro favor a Bruce, pero esto es con diferencia uno de los más personales que tendré que pedirle nunca y espero que no se tenga a repetir. Observo la puerta, replanteándome nuevamente mi decisión, pero como antes llego a la misma conclusión: es mi única opción, las demás no son viables. Finalmente pulso el timbre, y mientras escucho el llamativo sonido que emite, me asalta un pensamiento repentino: espero no interrumpir nada importante.

Le sonrei mientras le acariciaba su rostro y la besaba suavemente. Sin duda era inteligente, siempre iba a un paso por delante de todos. He conocido a mujeres hermosas, pero ella me parecia la mas atractiva y la unica que me hacia sentir debil en algunos momentos, aunque ella no es como los demas, no lo hace por gusto ni para seguir el rollo de otros criminales. Yo sabia que no tenia tan frio su corazon como aparentaba.

-¿Demandarme? ¿Tu crees que podrias demandar a una de las personas mas ricas de esta ciudad? Solo tengo una palabra para usted, señorita: suerte.

Me escuche un poco engreido, pero sabia que a ella le gustaba que jugara asi. No deje de besarla, era como si esto lo hubiera deseado desde que la conoci por primera vez, como tener por fin el futuro que siempre desee, que en las mañanas tuviera a una persona especial con la que pudiera compartir mis sueños. La abrace suavemente, aunque sabia que no estaba aqui solo para verme a mi.

-Quisiera creer que no buscas nada, pero creo que si buscas algo- La bese con toda mi pasion mientras acariciaba su espalda suavemente. Podia oler ese perfume que se habia puesto. Es posible que me tuviera en la palma de su mano, pero no estaba tan confiado, estaba alerta por si trataba de engañarme de nuevo -¿Ordenes? Te olvidas de que estas trabajando ahora para mi, mi cielo. Si tocan la puerta tendras que ir, ¿o me obligaras a que yo la abra?

Me divertia mucho con ella, era la unica que me hacia sentir ese gran deseo. La bese salvajemente mientras disfrutaba de cada segundo. No queria pensar en que me estuviera tendiendo una trampa. No, ella jamas lo haria de esta forma, yo sabia que sentia lo mismo por mi. Segui acariciandola y, cuando empezaba a quitarle su ropa, escuche que alguien llamaba la puerta. Me enfade un poco, ya que siempre eramos interrumpidos cuando estabamos disfutando.

-Mm... Creo que llaman a la puerta, amor.

Puse los ojos en blanco ante su respuesta pero, al mismo tiempo, no pude evitar sonreír. Niño rico y engreído...

- Yo busco muchas cosas... Y estoy segura de que puedo obligarte a hacer muchas más cosas yo a ti que tú a mí - le susurré al oído, mientras sentía sus manos deslizarse sobre mi piel.

Sentí ese cosquilleo que sólo con él sentía, y tuve que hacer un esfuerzo gigantesco para no ruborizarme cuando noté cómo empezaba a desabotonarme el vestido. Era irónico que una chica tan atrevida como yo no tuviera problemas en decir siempre lo que pensaba, robar, mentir o manipular a los hombres y, sin embargo, sintiera una ligera vergüenza con tan sólo pensar que él pudiera verme desnuda... Y, aún así, le deseaba demasiado como para decirle que parara...
Aunque no hizo falta. El maldito timbre resonó por toda la maldita mansión en el momento más oportuno. Frustrada, clavé mis uñas en el colchón con tanta fuerza que le hice un agujero.

- Ya lo he oído - contesté, a regañadientes, levantándome de la cama.

Me acerqué a la ventana para mirar de quién se trataba. Si era cualquier vendedor ambulante o cualquier fanática de Bruce Wayne, volvería a la cama sin dudarlo, y les dejaría esperando en la puerta. Pero no vi ni a lo uno ni a lo otro.

- Es una chica... Más o menos de mi edad, quizá algo más joven. Con el pelo naranja. Lleva una ropa muy hortera - dije, observando su sencilla camiseta y sus pantalones vaqueros. Desde luego, había chicas que no sabían tener estilo... - ¿Esperas a alguien más, amor? Yo abriré - me ofrecí, con voz irónica.

No lo hacía por cortesía, sino por saber quién coño se creía capaz de fastidiarnos el momento. Además, era una chica, y todos en Gotham conocíamos de sobra la fama del gran Bruce Wayne. Quería averiguar quién era ella y qué clase de relación tenía con Bruce antes de que él tratara de ocultarme algo, si es que había algo que ocultar. Me dirigí hacia la puerta, sin molestarme en arreglarme un poco el vestido. Pensaba marcar muy claramante mi territorio, como una gata en celo. No iba a consentir que nadie tocara lo que era mío... Y estaba muy dispuesta a molestar a esa chica lo suficiente como para que se largara.

- ¿En qué puedo ayudarla? - pregunté al abrirle la puerta, apoyándome de forma despreocupada sobre el marco, sin importarme no parecer una criada modelo.

Mientras aguardo que abran la puerta me doy la vuelta y contemplo nerviosa los jardines. Desde donde estoy alcanzo a ver el invernadero y la práctica totalidad del jardín anterior, tan verde y bien cuidado como en cada una de mis anteriores visitas, y bajo el cual se extiende una galería de cuevas en las que habita gran cantidad de murciélagos...y que es el centro de operaciones del principal protector y vigilante de Gotham City. Si la gente supiese la verdad que se esconde tras la máscara de playboy millonario y despreocupado de Bruce Wayne, más de uno quedaría fuertemente impresionado y le costaría creerlo.

Escucho cómo la puerta a mis espaldas se abre y me vuelvo, esperando encontrarme con la familiar y cariñosa figura de Alfred, pero en su lugar me encuentro con una mujer vestida con un uniforme de sirvienta medio descolocado y bastante despeinada, que me observa por encima del hombro con actitud que pretende ser intimidante. Nuevamente me pregunto si no estaré interrumpiendo nada y me planteo irme por dónde he venido, pero recuerdo que sigo sin tener otra opción alternativa, y además yo no me dejo amedrentar por nadie.

-Disculpe, quería hablar con Bruce Wayne si es posible -pido, examinándola discretamente con la mirada. Algo en ella me resulta familiar, pero no logro identificar el qué.- Soy Barbara Gordon.

Me encontraba tan comodo en los brazos de Selina... No sabia adonde ibamos a parar, pero no me importaba. En verdad queria llegar muy lejos con ella, deseaba besarla y mirar su rostro tan hermoso que me tenia cautivado. No queria que se fuera, deseaba que ignorara el timbre, pero no fue asi. Le di un beso para que no lo hiciera, pero ella se levanto.

-Que mala suerte, imagino que vas a decirme que te salvo la campana, ¿no? Aun asi, te estare esperando aqui en la cama, y no quiero que tengas miedo y no vuelvas- Le sonrei mientras pude observarla algo molesta por el timbre y ver como se levantaba, mientras por mi parte deseaba que no lo hiciera, deseaba que desafiara todo -Espero que no sea alguien importante, no deseo que este momento se pierda.

Suspire mientras seguia esperando en la cama, pero al final me levante y me empece a vestir, para que pudiera sorprender a Selina. Escuche que abrio la puerta, pero era raro que no escuchara cerrarla. Decidi salir al pasillo para ver si todo estaba bien cuando escuche una voz familiar, una voz que me hacia sentir bien.

Al escuchar el nombre de aquella chica, rocordé algo que a Bruce se le había escapado la noche anterior. Abrí un poco más mis ojos y la miré fijamente de arriba a abajo, deteniéndome unos segundos más en su rostro, en su mirada. Mis labios se curvaron en una sonrisa traviesa y ligeramente cruel al reconocerla.

- Vaya, vaya, vaya... Así que la aprendiz de murciélago es la sobrina del comisario... Miau, qué sorpresa. ¿Te acuerdas de mí, Barbie? ¿Sabes quién soy? - le pregunté, sin molestarme en ocultar mi identidad. Todo lo contrario, la estaba dejando descaradamente clara.

Esto sí que sería divertido... Al menos podría jugar un poquito con ella y así vengarme de su inoportuna interrupción. Seguro que ahora ella estaba asustada, temiendo que yo pudiera delatarla. Me deslicé suavemente por el marco de la puerta, apartándome un poco para poder dejarla pasar, al mismo tiempo que, con mis gestos, dejaba aún más claro que yo no era una simple criada en aquella casa, donde me sentía a mis anchas.

- Pasa, nena, pasa... Ponte cómoda. Ahora mismo aviso al señor Wayne. Seguro que se alegra de verte - dije, con una voz peligrosamente irónica.

La seguí hasta el salón, donde encontré una bata tirada de cualquier forma sobre el sofá. La cogí, poniendo los ojos en blanco y pensando en lo que sería del gran Bruce Wayne solito en su casa durante más de 2 días. No sobreviviría. Fui a buscar a Bruce y me tropecé con él en medio del pasillo.

- La señorita Gordon le está esperando, señor Wayne - le dije, con voz sugerente, mientras le tendía la bata para que se la pusiera encima - Le aconsejo que se vista. Yo iré a hacer un poco de café. En seguida vengo, amor.

Le besé suave aunque provocadoramente en la mejilla, muy cerca de sus labios, mientras le dejaba a solas con su aprendiz. Fui a buscar mi maleta y saqué de ella mis orejas de gato. Así, mientras preparaba el café, podría escuchar todo lo que se dijeran. Moría por oír a esa ingenua intentar advertir a Bruce sobre quién era yo... y lo que diría al descubrir que él ya lo sabía desde hacía bastante tiempo. Además, también me interesaba saber la clase de relación que había entre ellos. No me gustaba la idea de ver a ninguna otra rondando cerca de mi murciélago.

Me doy cuenta de que no soy la única que está examinando a la otra, y justo en el momento en que sus labios se curvan y vuelve a hablar, yo también reconozco a mi interlocutora.

-Minina... -murmuro entre dientes, asintiendo levemente en señal de reconocimiento.

No digo nada más y me limito a seguirla al interior de forma casi automática, de tan bien que conozco el camino que lleva al salón. Externamente mi rostro no revela más que calma y tranquilidad, pero mi interior es otro cantar. Siento como si me hubiesen tirado un cubo de agua fría por la espalda. ¿Cómo demonios me ha reconocido? Estoy segura de que he sido discreta, nunca he dejado pista alguna de mi verdadera identidad o de lo contrario alguien ya habría asociado mi nombre al de Batgirl y el secreto se habría aireado tiempo atrás. Frunzo el ceño, pero esa es la única señal de preocupación que permito que asome a mi rostro. ¿Qué hará Catwoman ahora con ese conocimiento? ¿Me delatará? ¿Será capaz de venderla al mejor postor? ¿Por qué está en casa de Bruce y vestida de criada? Por un momento me preocupa si él sabrá quién es ella, pero inmediatamente descarto esa idea: ella sabe su identidad, y si se ha revelado a mí tan de buenas a primeras, lo más seguro es que lo haya hecho igual con Bruce; por tanto si ella está aquí es porque él se lo permite.

-De acuerdo -respondo distraída mientras lanzo una mirada a mi alrededor.

Sabía que Bruce y ella tenían una especie de relación extraña, porque él sabe siempre dónde encontrarla en cualquier situación y ella parece querer protegerle -aunque lo sucedido durante el robo del otro día me deja con mis dudas-, pero ¿esto? Esto se pasa de castaño a oscuro. Comienzo a pasear nerviosamente de un lado a otro del salón, aguardando que mi mentor y protector aparezca para poder tener una conversación seriamente, y me detengo en seco cuando por fin le veo aparecer.

-¿A qué estás jugando, Bruce? -las palabras escapan de mis labios antes de que pueda controlarme. Me obligo a parar en seco y no decir nada más hasta tranquilizarme un poco.- Lo siento, sé que es tu casa, que es tu vida y que puedes hacer lo que te venga en gana y yo no tengo derecho a decirte nada, pero...¿Catwoman? ¿Y cómo sabe ella quién soy?

Estaba en medio del pasillo, queriendo saber quien era la visita, cuando llego Selina, que me aviso de que era Barbara Gordon. Senti su suave beso, aunque no dudaba de que ya la habia provocado. Inmediatamente fui a cambiarme de ropa, pues no queria que Barbara me viera en bata. Baje las escaleras y la vi acercarse, reclamandome. Cuando me cuestiono como supo ella de su identidad, recorde ese error que no me podia dejar dormir. Accidentalmente se lo dije a Selina. Jamas habia cometido un error tan infantil, habia puesto en peligro a mi compañera, ya que le prometi entrenarla y cuidar de su identidad, incluso ante su tio.

-Barbara, que sorpresa, no te esperaba... Se que es algo extraño que este Selina, pero surgio asi, de repente. ¿Quieres saber como supo que eras Batgirl? No quiero mentirte. Ayer, despues de tu visita, me fui de inmediato a reunirme con ella, como habiamos acordado, hablamos y se me escapo tu nombre. Te puse en peligro y lo siento. Ella esta aqui, vigilandome, pero yo la vigilo tambien. Sabe nuestras identidades, pero no te preocupes, yo se que las mantendra en secreto. Confia en mi.

Era rara la ocasion en la que yo confiaba en una persona, pero Selina, a pesar de todo, no daria conocer nuestras identidades secretas. La conozco bien, ella no piensa venderlas, llevaba ya algun tiempo sabiendo la mia y nunca se lo dijo a nadie. Selina quiere que confiemos en ella, y yo me arriesgare confiando, pero siempre mantendre mis ojos en ella, por si acaso. No puedo evitar vigilarla.

Escuché cómo ambos discutían con una sonrisa traviesa en los labios. Esto era lo bueno de trabajar sola y de sólo aliarme con las personas que me convenían y cuando me convenía. No tenía que depender de nadie ni aguantar reclamaciones estúpidas. Pero, cuando oí decir a Bruce que confiaba en mí, la sonrisa de mi rostro se dulcificó un poco. Pobre murciélago, constantemente fingiendo desconfiar de mí y, sin embargo, confiando de verdad... Ésa era mi mejor arma contra él, pero era un arma que últimamente me molestaba usar.

Necesitaba la jodida Tabla. Siempre había sido muy buena en mi trabajo, muy escurridiza, pero últimamente la policía empezaba a estar cada vez más cerca de mi pista. Dent me buscaba por robarle, el Joker me chantajeaba, Bane me amenazaba... Y yo no me atrevía a reconocer que no sólo había venido a la Mansión Wayne para divertirme con Bruce y para robarle la Tabla. Necesitaba protección, y sabía que nadie se atrevería a atacarme en la casa de uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo... además de que les resultaría difícil averiguar mi identidad. Claro que no pensaba decirle eso a Bruce por nada del mundo. No iba a quedar delante suya como una niña asustada.

No quería pensar en eso, pues me hacía sentir horriblemente culpable. Pese a lo que pensara todo el mundo, odiaba traicionar o mentir a mi murciélago. Había estado a punto de entregarme a él, de mandarlo todo a la mierda y explicárselo todo... pero esa niña había tenido que aparecer y fastidiarme todo el plan. La sonrisa traviesa volvió a mis labios. No quería pensar en cosas malas. Quería aprovechar el momento y darle un buen escarmiento a Barbarita por habernos interrumpido... Además, provocaría a Bruce. Por si acaso hubiera algo fuera de lo normal entre esos dos murciélagos, me aseguraría de que él sólo tuviera ojos para mí. Si creía que iba a comportarme como una criada cualquiera, se equivocaba.

Me quité el vestido de criada, quedándome en ropa interior, y busqué en mi maleta hasta que di con una preciosa bata que había robado un año atrás, durante una exposición de ropa antigua japonesa en el museo de Gotham. Cogí la bandeja con las dos tazas de café y me dirigí hacia el salón, moviendo mis caderas de forma seductora, aunque elegante, a cada paso que daba.

- Su café, señor Wayne, y también el de su "amiga" - dije, mientras ponía la bandeja sobre la mesa - No te preocupes, cielo, no está envenenado.


Después, en lugar de retirarme, me tumbé tranquilamente en un sofá, frente a ellos, mirándoles con atención, y guiñándole un ojo a Bruce.

- Por favor, seguid hablando. Como si yo no estuviera. Estáis en vuestra casa - dije, con voz irónica.

Respiro profundamente para tratar de calmar y volver a ser la Barbara de siempre. Por algún motivo parece que cada vez que vengo a la Mansión Wayne siempre tengo motivos para alterarme: la visita de ayer, la presencia de Catwoman hoy... Cierro los ojos unos segundos y me pellizco el puente de la nariz. Bruce es un hombre adulto y responsable, sabe lo que hace, o al menos eso espero: no es propio de él el delatar a un compañero superhéroe, y menos aún a uno de sus discípulos, y eso me preocupa. Al menos, y teniendo en cuenta las pruebas evidentes de que tanto él como Catwoman conocen sus verdaderas identidades y por el momento ninguno ha delatado al otro, imagino que también yo estaré a salvo y que la minina no me venderá al mejor postor. Por un momento la idea de quedar expuesta me provoca un escalofrío. Llevamos la máscara para protegernos a nosotros, pero también para proteger a nuestros seres queridos. ¿Qué pensaría mi padre de enterarse? O, ¿qué podrían llegar a hacerle para llegar hasta a mí? Como si normalmente no estuviese en peligro gracias a su trabajo...

-Así que se llama Selina... Espero que sepas lo que haces, Bruce -suspiro.- Pero...Me duele que fueses capaz de decirle mi nombre - digo, con voz más dura de lo que pretendía, apretando los puños.

Me doy la vuelta y quedo de espaldas a él por unos instantes para tratar de calmarme, pero nuevamente me giro para mirarle.

-Siempre me has protegido así que confiaré en ti -digo por fin.- De todas formas yo venía a verte por otra causa...

Giro la cabeza cuando escucho el tintineo de cristales y mis ojos se abren de par en par al ver a la minina entrar de nuevo. Pero ¿no iba vestida de criada hace menos de un minuto? Una cosa hay que concederle, es rápida cambiándose; supongo que es la práctica que dá cambiarse de uniforme rápidamente para disimular, al igual que en mi caso. Frunzo el ceño ante su comentario y desvío la mirada, ligeramente incómoda. ¿Cómo voy a decirle a Bruce que me deje quedarme en su casa con ella delante? Si ya me iba a costar pedírselo a él a solas, más aún con ella delante.

-Un detalle por tu parte, minina -murmuro, poniendo los ojos en blanco.

Entendi el enfado de Barbara, me sentia mal porque no era justo para ella. Aunque Selina no revelaria su identidad, habia cometido un grave error, y jure que esta seria la primera y ultima vez que pasara eso. Barbara era especial para mi, habia prometido mantener su secreto a salvo, a pesar de que su tio jamas me perdonaria si algo malo le pasara. Ya tuve suficiente cuando el Joker estuvo a punto de matarla y la dejo invalida. Si alguien conociera su identidad, podrian hacerle daño por medio de su tio.

-Tranquila, Barbara. Se que cometi una imprudencia y, aunque se que Selina no se lo dira a nadie, esa no es justificacion. Es un error que no debi cometer, pero te prometo que no volvera a pasar. Hablando de Selina, no debes desconfiar tanto de ella. Se que sus metodos son diferentes a los nuestros, seguramente inapropiados, pero no es una mala persona. La conozco, y se que jamas nos traicionaria.

Justamente acababa de decir eso cuando Selina volvio. Se habia cambiado la ropa, quedandose en lenceria, apenas tapada por una bata muy elegante. Ella no conocia como era la relacion que tenia con Barbara, asi que supuse que deseaba intimidarla, darle celos. Sin duda me sorprendia cada rato que pasaba con ella, era como una caja de sorpresas: nunca se sabia que iba a hacer a continuacion.

-Selina, ¿tienes calor, cielo? Bueno, si quieres, ponte comoda. Barbara y yo tenemos una gran relacion, siempre cuidare de ella- Aunque queria jugar al mismo tipo de juego que ella, no lograba hacerlo bien. Mirarla me distraia incluso de la misma Barbara. Vestida de esa forma despertaba la tentacion que sentia por ella, y lo sabia. La veia ahi sentada, observandome con esa sonrisa provocadora... -Entonces dime, Barbara, ¿en que te puedo ayudar? Pideme cualquier cosa, sabes que siempre te apoyare.

Reí divertida ante la pregunta de Bruce. Sus esfuerzos por mantenerse indiferente eran dignos de ser admirados. Cualquier otro hombre en su situación no tendría tantos miramientos: habría echado a Barbara y se habría apresurado a abalanzarse sobre mí. Reconozco que sus educados modales no me desagradaban, ya que no soportaba a ese tipo de hombres que sólo tenían "eso" en la mente... Por otro lado, cuando a veces se mostraba excesivamente frío conmigo, no podía soportarlo. Podía aguantar cualquier cosa menos eso.

Por suerte, éste no era el caso. Simplemente estaba intentando tapar su desconcierto con una expresión ingenua... y, al mismo tiempo, incluyendo una provocación muy soterrada en su comentario que, sin embargo, yo pillé al vuelo. Estaba intentando ponerme celosa con Barbarita. Sabía perfectamente que podía llegar a ser muy celosa si alguien se acercaba a lo que yo consideraba mío y, si la aprendiz de murciélago estaba tan cerca de él, quizá debería preocuparme un poco.

- Sí, tengo calor... ¿Usted no, señor Wayne? - le pregunté, con voz seductora, mirándole a los ojos y abriendo un poco más mi bata.

Prácticamente ignoraba a nuestra acompañante, centrando mi atención en Bruce y en romper esa apariencia segura y confiada en sí mismo. Quería que me deseara tanto que le costara horrores seguir una conversación coherente con su aprendiz. Ése sería el castigo ideal para los dos. Barbie, por interrumpir lo que no debía, se sentiría incómoda entre nosotros y, además, así me aseguraba de dejarle claro que su maestro era mío. Por si había dudas. A Bruce, por su parte, intentaría ponerle nervioso... simplemente porque me encantaba hacerlo.

- Oh, se me había olvidado decírselo... - mentí descaradamente, al ver a Isis, mi preciosa gata negra, la primera que tuve, paseándose entre mis piernas - Me he traído a mis gatos conmigo a la mansión. Espero que no le importe, señor Wayne. No podía dejarlos solos en mi apartamento... Supongo que los otros doce estarán por su jardín - le dije, sonriendo, mientras me agachaba un momento para coger a Isis y estrecharla entre mi pecho, de manera que mi escote quedó aún más pronunciado ante sus ojos.

Miro a un lado y a otro, sin saber bien dónde meterme. Una vez más, maldigo mentalmente mi suerte y me pregunto a quién he molestado para merecer que me castiguen de esta forma. Escucho el intercambio entre Selina y Bruce, Catwoman y Batman, y desde luego compruebo que los rumores acerca de esa relación extraña que tienen son ciertos, más que ciertos y, de alguna forma, siento que me he convertido en una pieza en su tira y afloja. No me gusta.

Por hacer algo con las manos y mantener la vista entretenida sin que se note demasiado lo incómoda que me encuentro, me inclino hacia adelante y tomo la taza que ha traído la minina. Creo que, si Bruce acepta darme asilo por un día, ésta será una de las noches más largas de mi vida.

-Eh... -murmuro, lanzándole una mirada de reojo a Selina para rápidamente volver a mirar mi taza. Me gustaría tanto que ella no estuviese presente, poder hablar con Bruce a solas...pero sospecho que no va a ser posible.- Verás mi...apartamento...se ha inundado -comento, lentamente, tratando de reunir el valor para hacer la petición que me ha traído hasta aquí.- Nada grave, calculan que mañana estará arreglado todo, pero hasta entonces está inhabitable, y mi padre está fuera de la ciudad, así que no puedo ir a dormir a su casa -mantengo la vista fija en mi taza, sin atreverme a alzarla por miedo a perder la determinación. Una vez más me recuerdo que es mi única opción, o es aquí o es dormir bajo un puente.- Por eso...quería pedirte si podrías dejarme pasar la noche en la Mansión o algo así -lo suelto todo de golpe.

Acto seguido me llevo la taza a los labios y doy un gran trago, siento como el líquido me abrasa la garganta y hace que el color acuda a mis mejillas bruscamente, enmascarando el sonrojo que la pregunta me ha producido. Pero tiene su contraparte, cuando escucho el número de gatos que tiene la minina por poco escupo el líquido que me queda en la boca. Por algún motivo, pienso en La Loca de los Gatos, un personaje de dibujos animados que sale en una serie, y no puedo evitar que una sonrisa acuda a mis labios. La cubro con la taza, y aprovecho para ahogar en ella el amago de carcajada que se me ha escapado ante la idea.

Pude observar que Barbara se puso nerviosa al ver a Selina vestida de esa forma, esperando intimidarla, mientras yo escuchaba lo que ella tenia que decirme. No podia fallarle, prometi siempre cuidar de ella y eso es lo que hare. Escuche que su piso se habia inundado y no tenia adonde ir. Tenia que quedarse aqui, no queria dejarla sola, ademas de que se ha metido ya en muchos problemas, y asi podria vigilarla. Ella odia eso, le encanta ser independiente, pero siento que aun no esta lista para estar sola.

-Barbara, sabes que esta siempre sera tu casa, y no tienes que sentirte nerviosa, siempre tendras abiertas estas puertas. Puedes quedarte los dias que necesites, dormiras en la habitacion de visitas.

Le sonrei, mientras pude comprobar que a Selina no le gusto la idea. Se que se enojaria y se volveria a portar friamente conmigo, pero no puedo dejar en la calle a Barbara.

-¿Trajiste a tus gatos? No me avisaste. Por favor, que se queden en el jardin, no quiero que anden por todos lados. ¿Que si tengo calor? Tendre que poner mas el aire acondicionado- Me oi algo tonto, pero no queria que notara el deseo que siento por ella en estos momentos. Conocia a Barbara y se que se sentiria mal por interrumpir, asi que tenia que ser un poco frio aunque no me gustara -Bueno, Barbara, me gustara tenerte aqui y estar contigo. Recuerda que no me gusta que trabajes sola, aun no estas lista para eso, y lo sabes.

Puse los ojos en blanco mientras Bruce hablaba con la nena en tono condescendiente, como si a él no le hubiera molestado que ella hubiera llegado justo en ese momento. Como siempre, yo quedaba como la mala.

- ¿La habitación de visitas? ¿Y dónde duermo yo? - pregunté.

En la mansión había habitaciones de sobra para bastantes personas, pero yo no quería dormir en cualquiera. Ya que iba a estar allí durante una temporada indefinida e iba a cuidar de las necesidades de Bruce, quería tener la mejor habitación que hubiera disponible. No iba a conformarme con menos de lo que merecía.

- Gracias a mis gatos estoy viva - contesté, con voz fría - Si no fuera por ellos, mi antigua yo, ésa a la que tú no acudiste a salvar, aún seguiría tirada en un callejón - sabía que aquello molestaría a Bruce. En realidad, no le culpaba por no haberme rescatado, ya que, si lo hubiera hecho, yo nunca sería Catwoman. Sin embargo, no le venía mal una pequeña dosis de humildad de vez en cuando, sentirse un poco culpable - Así que ellos pasearán por donde les dé la gana, señor Wayne. He descubierto que les encanta cazar murciélagos - mis labios se curvaron en una sonrisa siniestra.

Simulaba estar entretenida acariciando a Isis, aunque no se me escapaba ni una sola de las palabras que ellos pronunciaban. Contuve una risita al oír cómo Bruce sobreprotegía a Barbie hasta límites exagerados.

- Eso, Barbie. No vuelvas a salir sola, o ya sabes lo que puede pasarte... Que tu enemiga tenga que entregarte parte del trofeo en vez de conseguirlo tú misma debe ser humillante - le dije sin mirarla, de forma algo cruel, recordándole nuestro último encuentro - Ah, y el aire acondicionado está estropeado. Me lo dijo Alfred antes de marcharse. Hay que llamar a un técnico para que lo arregle. Mientras tanto, tendrá que acostumbrarse a verme trabajar con poca ropa, señor Wayne - dije, con voz burlona.

Siento que el alivio y la exasperación me inundan a partes iguales. Uno de los motivos por los que no quería venir a pedirle a Bruce que me acogiese en su casa esta noche es que siempre se preocupa demasiado por mí, trata de sobreprotegerme, y eso es algo que a mí no me gusta. No soporto que me trate como si fuese una muñequita indefensa e incapaz de defenderse a si misma, mucho menos a toda la ciudad.

-Solo será una noche, hasta mañana -me apresuro a decir.- Puedo dormir en el salón si hace falta, total puede que salga por la noche... -comento, dejándoles claro a que me refiero.

Dejo la taza sobre la mesa, me he bebido la mitad del café de golpe y la gargante me arde; además, si sigo con él en la mano corro el riesgo de terminar lanzándoselo a alguien encima por pura frustración, lo que no tengo claro es si a Bruce o a la minina, a quienes procedo a ignorar mientras discuten sobre los gatos de esta última. Me pregunto si entre todos sus gatos habrá algún siamés, y por algún motivo la idea me provoca un escalofrío. Recuerdo a Alaska, y lo que mi hermano le hizo...

Pongo los ojos en blanco, exasperada por Bruce. Si algún día tiene hijos, estoy segura de que los perseguirá permanentemente a todos lados, los envolverá entre algodones y los llevará de la manita a todas partes. Pobres críos.

-Ya hemos tenido esta conversación -murmuro entre dientes.- A veces eres peor que mi padre, Bruce -protesto.- Puedo hacer las cosas por mi cuenta.

La mire un poco enfadado. Barbara habia pasado por mucho, pero ahora Selina, con su ropa seductora, ha logrado distraerme. Las palabras a veces se me traban cuando la miraba, debio pensar que Barbara era una de esas chicas enamoradas de mi, pero se equivoca. La veo mas como una hija, no podria fallarle a Gordon si a ella le pasara algo. Menciona que tendra sus gatos por toda la mansion, como siempre provocandome, no se por que le gusta hacer eso, le gusta verme enojado, pero no lo haria esta vez.

-Selina, ya hablaremos de eso luego. Hay muchas habitaciones, nadie dormira en la sala, Barbara. Puedes quedarte y tendras una habitacion comoda para ti. Tranquila, Selina, tu escogeras la habitacion.

Selina habla sobre su vida pasada, de su accidente, cuando estuvo a punto de morir, queriendome hacer sentir culpable por no salvarla. No se como podia mencionarme eso, no lograria hacerme sentir mal. Estaba enfadada porque Barbara nos habia interrumpido, podia notarlo en sus palabras.

-¿Por que hablas del pasado? Fue pasado, estaba ocupado venciendo al crimen. Lamentablemente no pude salvarte, es dificil salvar a muchas personas al mismo tiempo, pero no hables del pasado, porque tambien tienes un pasado que podria cuestionarte- le sonrei, desafiandola, a ella el gustaba que hiciera eso -Por mi no hay problema que trabajes vestida aqui asi, Selina, el calor es mas fuerte cada dia. Podrias relajarte en la piscina luego, lo tendre en mente para no llamar al tecnico del aire acondicionado.

Le sonrei, me gusto como se puso de mi parte cuando le pedimos a Barbara que no salga sola. Su respuesta era mas que obvia, se enfadaba cuando le prohibia cosas. Me dijo que era peor que su padre, pero ella es mi responsabilidad, estoy guardando su secreto, le estoy mintiendo a mi amigo James Gordon por ella... Si algo le pasara, no me lo perdonaria, no podria vivir con eso.

-Barbara, podras quejarte todo lo que quieras, pero aun no estas lista para salir en solitario. Esto no es un juego, has intentado hacer justicia tu sola y has fracasado. Escuchame y saldras conmigo, puedes enfadarte, pero todo esto es por tu seguridad.

Me quedé callada un rato, dejando que ellos halbaran lo que tuvieran que hablar. Tenía que reconocer que, a pesar de la interrupción, Barbie me daba algo de lástima. Bruce solía pasarse de sobreprotector, conmigo también lo hacía a veces... Sólo que yo no se lo consentía. La aprendiz de murciélago aún tenía mucho que aprender.

- ¿Vas a dejar que el playboy te dé órdenes? Yo que tú me rebelaba, Barbarita. Una mujer nunca debe dejar que un hombre maneje su vida.

Estas palabras las dije dirigiéndome a ella, pero mirando de reojo a Bruce. Aunque creía firmemente en lo que había dicho, reconozco que también estaba usando esos argumentos para picar un poco a mi murciélago. Me encantaba hacerlo. Vi cómo él se ofendía un poco con todo ese rollo de salvarme o no la vida... Hice un aspaviento con la mano, quitándole importancia.

- No seas tonto, no te lo estoy reprochando... De hecho, debería darte las gracias. Si me huiberas salvado la vida, yo no sería la que soy ahora. Gracias a que morí pude resucitar... mejorada - saqué un cigarrillo de mi bolsillo y lo coloqué en mis labios, antes de encenderlo, a pesar de que sabía que Bruce odiaba el humo - Con que puedo elegir la habitación que queira, ¿eh? Miau... ¿Y si escojo la tuya, qué pasaría? - pregunté, con una sonrisa traviesa en los labios, aspirando el humo del tabaco - Gracias la menos por la invitación... Igualmente planeaba darme un chapuzón en la piscina después... ¿Me acompañarías, murciélago? - le pregunté, guiñándole pícaramente un ojo.