Una información muy valiosa [Harvey, Barbara, Kara]

Tal vez para mí no fuera tan satisfactorio robar información como un diamante o una joya, puesto que la información no tenía ningún interés para mí... pero sí la tenía para otras personas, para muchas personas. Eso me entusiasmaba, me hacía sentir aquella deliciosa adrenalina que experimentaba cada vez que robaba algo. ¿Un arma defintiva, eh? Podrían pagarme muy bien por una información así.

Interesante alianza la nuestra, la de Harvey Dent y yo. En otros tiempos, el único fiscal incorruptible de Gotham City no habría dudado ni medio segundo en condenarme y meterme entre rejas. Curioso ver cómo ahora necesitaba de mis servicios para llevar a cabo un robo a gran escala como aquel. Mi reputación me precedía... Él me necesitaba a mí como ladrona. Yo le necesitaba a él como cabeza de turco. Si el murciélago aparecía, me bastaba con mostrarle la más encantadora de mis sonrisas y echarle la culpa a Dos Caras. Tal vez él no se lo creería, pero, aun así, me dejaría ir. No sería la primera vez...

Los intereses que Dent tenía puestos en aquella información no eran de mi incumbencia. Seguramente no serían los mismos que los míos. Yo no necesitaba un arma, ni quería que pirados y psicópatas la tuvieran en sus manos para andar sembrando el caos por la ciudad. Simplemente, utilizaría esos datos para mis propios fines, para conseguir a cambio de ellos lo que yo quisiera. Y tenía muy claro cómo hacerlo. Dent sólo era la distracción, aunque él no lo supiera. Y, si lo sospechaba, con una miradita seductora arreglaría el asunto. Podría ser un friki indeciso de doble personalidad, pero seguía siendo un hombre, y yo conocía perfectamente bien lo que los hombres deseaban...

- Ya hemos llegado - dije, parando el coche frente a un edificio gubernamental - Según nuestros datos, tienen todos los documentos aquí guardados. Habrá cámaras y vigilantes nocturnos, pero no supondrán ningún problema.

Me contuve de poner los ojos en blanco al ver a Dent tirar una y otra vez la moneda. Para una persona calculadora y segura de sí misma como yo, tanta indecisión podía ser desesperante. Pero era buena actriz y me mantuve amable. No quería enemistarme con mi socio. Observé su cara sin sentir repugnancia ni asco. Tal vez incluso sintiera lástima. Había sido un hombre íntegro y atractivo.

Así que quería que yo fuera delante, ¿eh? Por unos instantes me pregunté si aquello no sería una trampa... pero no podía serlo. No tenía lógica que lo fuera. ¿Qué tendría Dent en mi contra? Yo iba a mi aire y no me entrometía en conspiraciones ajenas. Simplemente necesitaba mi ayuda, eso era todo.

- Será un placer - respondí, con voz coqueta, mientras le guiñaba un ojo.

Me dirigí hacia la entrada del edificio y saqué de mi cinturón los chismes que utilizaba para abrir puertas y violar los sistemas de seguridad. No tardé en piratear la contraseña y abrir la puerta. Tal y como me imaginaba, en la recepción había un par de guardias sentados delante de sus cámaras. Si fuera de día, usaría mis armas de mujer para ganarme su confianza y deshacerme de ellos, pero ahora, en plena noche, nadie se creería que me había perdido ni nada por ese estilo, y muchos menos así vestida.

Deshacerse de ellos no fue un problema, tal y como había predicho. Me moví con rapidez, aprovechando que la oscuridad era mi aliada, y, con algunos golpes certeros, les dejé KO. Luego me dirigí a la mesa de mandos e introduje un disco con un virus que haría apagarse todas las cámaras al instante.

- Ya puedes entrar, rubito. Éstos no despertarán en un buen rato - le avisé. La verdad era que había sido muy fácil, tal vez demasiado...

Apreté los labios con fuerza y fijé mi vista en Dent, procurando no mirar los cuerpos de los vigilantes. Yo no quería muertos.

- Esto no era necesario, Dent. No constaba en nuestro acuerdo. Teníamos que ser discretos - contuve mi voz para que siguiera sonando fría y elegante. Ocultar los sentimientos era vital en mi trabajo.

Por este motivo trabajaba sola. No se podía trabajar con psicópatas, siempre lo estropeaban todo haciendo de las suyas. Mi código moral me impedía matar... pero ahora no podía echarme atrás, o me arriesgaba a que Dent y sus hombres me liquidaran. Tenía que seguir adelante... Ya me encargaría de tratar de compensar esto más tarde. Dent lo pagaría.

- En la caja fuerte del despacho de la izquierda. Yo me encargo.

No era tonta, no iba a consentir que Dent posara las manos sobre esos documentos el primero. Además, no me apetecía que hiciera volar la caja fuerte por los aires. Se enteraría todo el vecindario. Yo tenía más estilo, y era mucho más discreta. Villanos de pacotilla...

Comencé a girar la rueda de la caja, mientras oía el ruido característico que ésta hacía gracias a mis orejas de gata sintéticas, que me permitían escuchar muchos tipos de ultrasonidos. Por fin di con la combinación y abrí la caja. Tomé la carpeta que había dentro entre mis manos. Bien, ahora sólo quedaba la fase B del plan: salir de allí y deshacerme de Dent.

Noche. Noche cerrada, la oscuridad lo domina todo. Para mucha gente, es la hora de retirarse después de un día agotador, a descansar en el hogar con sus seres queridos, el fin de una larga jornada. Para otros, sin embargo, es el inicio de sus actividades, actividades que no se pueden llevar a cabo a la luz del día por unos motivos o por otros, la mayoría de ellos delictivos.; también era el inicio de mi jornada, pero por motivos completamente distintos: ellos eran la presa, yo era la cazadora, dispuesta a caer sobre ellos como un ave de presa sobre un ratón.

Patrullaba la ciudad ayudada de mi garfio, balanceándome de edificio en edificio, columpiándome a metros de distancia del suelo. Sabía que si mis cálculos fallaban, aunque fuese tan solo por un milímetro, me precipitaría al vacío irremediablemente, confinándome nuevamente a una silla de ruedas de por vida...en el mejor de los casos; por eso, la parte de mi mente que no escrutaba las sombras en busca de señales de actividades delictivas, calculaba las distancias, trayectorias y variables a tener en cuenta, para hacer de cada disparo un acierto. No quería volver tan pronto a aquella silla, no confiaba en que el milagro se repitiese dos veces...no quería volver a sentirme prisionera, encarcelada, después de recobrar mi libertad. Aún no entendía bien por qué volvía a caminar, por qué se me había concedido aquella segunda oportunidad, estaba segura de que algo malo vendría después...

Mi mente se distrajo de aquellos pensamientos cuando detecté movimiento anómalo en uno de los edificios del gobierno, donde sabía (por los papeles que había visto en la oficina de mi padre) que se hallaban los planos de un arma de gran importancia. Me detuve en un edificio cercano y, pulsando un botón deslicé las gafas de prismático sobre mis ojos, analizándo las distintas plantas a través de las ventanas: no había ni rastro de guardias por ninguna parte, y teniendo en cuenta la importancia de los documentos allí escondidos, eso era una mala señal. Continué con mi escrutinio, dando finalmente con lo que buscaba: una figura femenina y ágil vestida de negro manipulaba una caja fuerte en uno de los despachos de la segunda planta y sacaba una carpeta. Pronto, otra figura se le unió, una figura fácilmente reconocible: Harvey Dent, ex-fiscal incorruptible y actual delincuente reconocido.


-Allá vamos -murmuré, calculando nuevamente las distancias y lanzando mi garfio a una cornisa del edificio, me impulsé con las piernas por delante, directa a la ventana de aquel despacho.

Cerré los ojos y giré el rostro un instante para protegerme de la lluvia de fragmento que se produjo con la ruptura del cristal al contacto con mis pies, y volví a abrirlos para afinar mi puntería y precipitarme sobre Dos-Caras, derribándolo de una patada antes de que sus manos se cerrasen sobre la carpeta.

-Alto ahí, vosotros dos -exclamé, tras rodar por el suelo y ponerme nuevamente de pie, sacando uno de mis Batarangs del cinto.- Más os vale dejar esos papeles donde estaban si no queréis problemas.

Cambio de aires. Eso era lo que necesitaba. Ya había estado demasiado tiempo metida en casa y había ido muchas veces a Metrópolis. Allí casi no había delitos, ser superheroína era un juego de niños. No. Yo quería acción de verdad, retos que sacaran mi lado de superhéroe. Quería explotar mis habilidades, quería hacerlas brillar. Ver de lo que era capaz, hacer ver a los villanos de lo que era capaz. Pero Clark me lo impedía. Me sobreprotegía. ¿Cuándo iba a aprender que sabía cuidarme yo sola? ¿Cuándo se daría cuenta de que no era una niña indefensa? Era madura, sabía lo que tenía que hacer, pero aún así él no escuchaba. Estaba demasiado convencido de su teoría, de la teoría de que yo no sabía defenderme.
Por eso decidí escaparme. Una salida nocturna. Una escapada. Nada que debiera saber él. Volvería antes de que se diera cuenta, y justo a tiempo para el desayuno. No era nada malo. Solo iba a pasear. Y, ésa era la razón por la que estaba en Gotham City. Según había leído en el periódico, esa era una ciudad con mucha delincuencia. Y yo iba a parar los pies a todos ellos.
Aunque claro… ¿quién sabe dónde se puede encontrar el peligro? Por eso no vestía mi traje de superheroína. Por eso no sobrevolaba los cielos como Supergirl.
Bueno… diciendo la verdad… no era la única razón por la que me encontraba allí. Metrópolis era una ciudad bastante buena para mi gusto, pero quería cambiar de aires. Nuevas tiendas, nueva gente, nuevos edificios… nuevos villanos.

Me encontraba deambulando por una calle principal cuando oí lo sucedido. Ocurría en la otra punta de la ciudad. Sonreí para mis adentros. Era un robo, pero no un robo cualquiera. No eran ni joyas ni dinero, un tanto inusual lo que se llevaba a cabo. Estaba robando información, más exactamente una carpeta. No me lo pensé dos veces.
Corrí a una velocidad apropiada para un humano hasta un callejón oscuro. Allí, me cambié la ropa para convertirme en Supergirl. Cuando estuve lista, volví a escuchar. Era una mujer, un hombre… y ahora parecía haberse incorporado otra mujer. Parecía que esta última intentaba detener a los villanos.
“Vamos a darle ayuda y apoyo” pensé antes de salir a toda velocidad hacia la escena del delito.
Como era de esperar, los humanos no se dieron ni cuenta de que una superheroína pasaba a toda velocidad entre ellos.

Llegué al edificio. No me detuve a observar la decoración. Entré y, de pronto, me di cuenta de que habían cortado la electricidad. Sin ningún problema. Incluso antes de pensarlo, mi vista ya se había adaptado al cambio. Veía perfectamente, con tal facilidad como si fuera de día. En la entrada había cuatro hombres tirados en el suelo. Eran guardias. Me acerqué a cada uno de ellos para saber si estaban bien. Dos de ellos estaban inconscientes y los otros dos muertos. Gruñí. Odiaba aquello. Eran civiles que solo cumplían con su trabajo y los habían matado sin remordimiento.
Sin darle más vueltas, corrí a mi velocidad súper humana hasta llegar a la sala donde ocurría el delito. La recién llegada había tumbado al hombre. Miré a la mujer y sin pensármelo dos veces, lancé un rayo X para llamar su atención. Aún así, el rayo ni la rozó. Quería intimidarla, no matarla.
- Esto se ha acabado – sentencié -. Vuestro robo ha sido un fracaso.

La reacción de Dent era total y absolutamente previsible. Llevaba desconfiando de él desde el principio, y con una muy buena razón. Ahora se demostraba que no me equivocaba... aunque era estúpido. ¿Se le ocurría amenazarme aún dentro del edificio, en medio de la oscuridad, que era mi elemento? Tal vez no fuera más fuerte que él, ni estuviera dispuesta a matarle como él lo estaba a matarme a mí, pero yo era más ágil, más rápida y veía mejor en la oscuridad. Yo estaba acostumbrada a aquel tipo de cosas y él no, y en eso le llevaba ventaja.

Pero alguien nos interrumpió. Dos mujeres entraron velozmente en la sala. ¿Cómo sabían que estábamos aquí? ¿Nos estaban vigilando? ¿Acaso las fuentes de Dent que le habían informado de la existencia y ubicación de aquellos planos le habían traicionado? Genial. Y para colmo cargaba encima con dos cadáveres, de lo que yo no tenía la culpa. Hubiera tratado de cargarle el muerto (y nunca mejor dicho) a Dent delante de las "heroínas", pero no se lo iban a tragar. Ellas no eran el ingenuo del murciélago. Ni siquiera eran hombres, con lo cual, mis habilidades de seducción quedaban descartadas... a no ser que a una de las dos le gustaran las mujeres. Y no iba a pararme a charlar para comprobarlo. No me quedaba otro remedio que seguir al lado de Dent. A una la conocía, era Batgirl, la mocosa protegida de Batman. A la otra nunca la había visto y, como no sabía de lo que era capaz, era mejor actuar con cautela.

- Bienvenidas a la fiesta, chicas. ¿Quién es la rubia, aspirante a murciélago? ¿Tu nueva protectora? ¿Tu maestro se encuentra acaso... indispuesto? - pregunté, con voz burlona. Me hacían gracia sus típicas frases de superheroína de cómic - "Alto", "esto se ha acabado", "si no queréis problemas"... ¿Nunca os cansáis de decir esas frases ridículas? Sólo hemos entrado a por un par de papelitos que nada tienen que ver con vosotras.

Me volví a mirar a Dent, pero sin bajar la guardia sobre las otras dos mujeres. Mi espalda se arqueó como lo haría la de una gata a punto de atacar. Sin embargo, mi mirada hacia Dent fue dulce... Era consciente de que en mis manos todavía estaban los papeles, y pensaba jugar bien con ellos. Dent no me abandonaría en mitad de una pelea mientras yo los tuviera o mientras corriera el riesgo de que las otras dos mujeres me los quitaran o los destruyeran en la pelea. Y yo sabía que a él le interesaban más que a mí.

- Olvidemos los rencores, rubito. Me necesitas para salir de este edificio vivo y con los planos en la mano. Deberíamos dejar que nuestra alianza durara un poquito más, ¿no crees? Si me disparas, te quedas solo contra ellas hasta que a tus inútiles esbirros les dé por venir. Y si te vas, te quedas sin los planos. ¿Para qué los quiero yo? Podría romperlos ahora mismo. ¿Qué me dices, Harvey? ¿Lo jugamos a cara o cruz? - pregunté, con una sonrisa seductora, mirándole directamente a los ojos.

Aproveché el momento de margen que la entrada sorpresa me proporcionó para hacerme una idea más completa de la situación: tal y como sospechaba por lo que había visto a través de la ventana con mis lentes, la mujer que había robado los planos era Catwoman, la famosa ladrona de joyas. Eso me desconcertó un tanto: aquel no era el estilo de Catwoman, ella era conocida por robar objetos brillantes y de valor, no planos de armas como los que contenía la carpeta que estaba sosteniendo; no, ese era más el estilo de Dos Caras. ¿Se habían aliado entonces? No había sido una gran idea por parte de la mujer gato, Dos Caras es muy voluble y dependiente de su moneda, y por lo que había podido ver con las lentes y a mi entrada, ya se había vuelto contra ella antes de mi llegada.

Giré el rostro rápidamente cuando alguien más irrumpió en el despacho, adoptando una posicion defensiva. ¿Aliada o enemiga? Había sido muy descuidada no teniendo en cuenta la posibilidad de que Dos Caras y Catwoman trabajasen con alguien más, aquello no era propio de mí y podía resultar un error fatal. Estaba claro que los tres años en silla de ruedas, apartada del negocio, habían terminado por pasarme factura...parecía que tenía prisa por volver a aquella prisión con ruedas. Afortunadamente, la mujer que había entrado resultó ser una inesperada aliada para mí, atacando a Catwoman pero sin llegar a darle.

-No sé quién es, minina -respondí.- Me sorprendes, pensaba que a ti te gustaban los objetos brillantes...esos papeles no están forrados en aluminio, ¿sabes? -murmuré.- También me sorprende que ahora te alíes con desequilibrados -sacudí la cabeza.- ¿Ahora no te importa la vida de los inocentes?

Apreté ligeramente los dientes al escuchar a Dos Caras. ¿Por qué nadie era capaz de acertar con mi nombre? No era tan difícil, yo no era Batwoman, ni una aspirante a murciélago ni nada semejante, era Batgirl, ¿tanto les costaba aprendérselo o algo?

-Es Batgirl -mascullé entre dientes, fulminando con la mirada al ex-fiscal de Gotham.- Y vengo preparada para lo que tengas, sonrisitas.

Aún sentía aquel vacío en el estómago cada vez que me encañonaban con un arma, pero al menos ya no sentía aquel terror paralizante de la primera vez, en mi primer enfrentamiento con Mirror. Probablemente nunca fuese a superar del todo aquel miedo, pero era parte de la condena de ser Barbara Gordon, la mujer que nunca olvida: podía ver una y otra vez en mi mente las imágenes de aquella terrible noche, cuando el Joker vino a matarme y en su lugar me dejó paralítica durante dos años. Pero no tenía tiempo de regodearme en mi propia desgracia si no quería terminar en el hospital tan pronto otra vez o morir directamente por un disparo de Dos Caras. Rápidamente me lancé a un lado y rodé por el suelo, esquivando la bala y con el sonido de los estallidos resonándome en los oídos. Aunque había perdido bastante práctica, aún recordaba perfectamente los movimientos que había aprendido en mis clases en el dojo, así que aproveché el impulso del giro y me puse en pie nuevamente, lanzando dos Batarangs, uno a Catwoman y otro a Dos Caras, antes de precipitarme sobre Catwoman, tratando de derribarla y hacerme con los papeles de vuelta.

Miré a los dos villanos.
La mujer me sonaba mucho, de las noticias. Era una ladrona de guante blanco y era la sospechosa principal de muchos robos de la ciudad de Gotham. Pero, claro, no dejaba pistas por tanto no se la podía culpar.
El hombre, por el contrario, no le había visto en mi vida. Y, diciendo la verdad, yo jamás habría olvidado una cara como la suya. Era repugnante...
Sin poder evitarlo, esbocé una mueca de asco. No solo por el rostro del hombre sino también por su "profesión".
- Mi nombre es Supergirl, gata - respondí con repugnación -. ¿Y vosotros nunca os cansáis de hacer el mismo tipo de atracos? Sois demasiado previsibles.
Y, sin más, como si fuera una tarde tranquila en un café, los dos villanos conversaban sobre si debían seguir con su alianza. Bufé exasperada.
Tras unos cuantos intercambios de palabras, los villanos aceptaron seguir juntos. Después, el hombre repugnante nos apuntó a Batgirl y a mí con una pistola respectivamente.
- No me das miedo - contesté al hombre con voz indiferente -. ¿Y por qué deberías darme más miedo con una pistola? No sabes defenderte por ti mismo y por eso tienes que amenazar a una niña con una pistola. Yo, por el contrario, no me preocupo si es tu único truco.
Acto seguido, disparó. Me preocupé más por mi aliada que por mí, ya que a mí las balas no me hacían daño. En cambio, a ella como humana que era sí.
Cuando vi que la esquivaba, miré al frente. La bala que se dirigía hacia mí estaba a poco centrímetros de mi rostro. Sin hacerme mucho problema, cogí la bala antes de que impactase.
- Estúpidos juguetes humanos - desprecié tirando la bala.
Miré al hombre a los ojos y le dediqué una mirada cargada de enfado. Acto seguido, lancé un rayo X haciendo añicos la pistola.
- Vas a pagar por las vidas que has arrebatado - le amenacé.
Acto seguido, corrí con mi velocidad súper humana hasta ponerme detrás de él. Controlando mi fuerza, pero con la suficiente fuerza como para hacerle mucho daño, lancé una patada.
Miré a mi compañera, ella se encargaba de la mujer.
Me volví a centrar en mi trabajo.
Corrí hasta llegar a la posición del hombre, le agarré del cuello de la camisa levantándole unos metros del suelo. Sin decir nada, le tiré contra la la pared. Había medido mi fuerza, pero aún así el golpe fue lo suficientemente fuerte como para romper la pared y llegar hasta la sala continua.
Corrí hasta él para darle su merecido.

Me abstuve de contestar a la rubia. ¿El mismo tipo de robos? Pero si era la primera vez que robaba algo que no eran joyas, reliquias o diamantes... Aun así, me alegré al ver que ella quería enfrentarse a Dent y que yo me enfrentaría a la ratoncita con alas. Mejor. La conocía más, y no era tan poderosa como parecía ser la rubia. Me posicioné delante de ella, en una postura propia de un gato a punto de avalanzarse sobre su presa... pero no me moví. Aún no. Tenía que estar a la defensiva, por supuesto, pero tenía un plan mejor. Aproveché que Dent andaba distraído con la chica rubia para hablarle en voz baja a la aprendiz de murciélago, casi susurrando.

- Tú no quieres enfrentarte conmigo, nena. Oí lo de tu... "enfermedad" y sé que aún andas débil. Quisiera ahorrarte la molestia de tener que pelear. ¿Qué es lo que quieres? ¿Estos papeles? Oí hablar de ellos y entré a "tomarlos prestado". No tengo nada que ver con Dent y sus crímenes, yo no he matado jamás a nadie ni quiero hacerlo. ¿Sabes lo que contienen estos planos? Cosas feas, muy feas del gobierno. Yo no los quiero para mí, a mí no me interesan en absoluto. Son cosas que pueden interesarle a Bruce Wayne... ¿le conoces? Multimillonario, playboy, engreído... Quizá le conozcas por otro nombre - sonreí de forma algo cruel - ¿Lo digo en voz alta para que nuestro querido Harvey "caraquemada" Dent se entere... o me dejas ir para entregarle esto a tu maestro? - dije, agitando los papeles delante de sus ojos - Si intentas quitármelos, los romperé y comenzaré a gritar el verdadero nombre de Batman. Déjame que sea yo misma la que se los entregue como acto de buena fe... y ayuda a tu amiguita a encargarse del psicópata. ¿Qué me dices?

Confiaba en que la recién llegada supiese manejarse bien con Dos Caras, aunque viendo lo que había hecho con la bala no creía que fuese a tener demasiados problemas con el ex-fiscal mafioso; dejaba en sus manos detenerle, a partir de ese momento mi única preocupación sería detener a Catwoman e impedirle que escapase con los planos. Esperaba tener fuerzas suficientes para eso: aunque ya no quedaba ni rastro de la lesión y había recuperado totalmente la movilidad, había pasado tres largos años confinada en una silla de ruedas y la musculatura de mis piernas se había atrofiado, y había tardado meses arduos y difíciles en recobrarme, esfuerzos titánicos. El apoyo de Dinah y su ayuda habían sido inestimables para mí, y aún así, sentía que me faltaba algo; Dinah decía que me faltaba recuperar la memoria muscular: conocía los movimientos, me sabía la teoría, pero mi cuerpo necesitaba practicarlos para volver a ejecutarlos con la facilidad de antes. Por eso, en parte, me sentía insegura al respecto de mis capacidades: ¿y si fallaba en el último momento? ¿Y si era demasiado lenta y por eso Catwoman escapaba con los papeles?

Apreté los dientes cuando escuché las puyas de la ladrona, parecía como si hubiese estado escuchando mis pensamientos.

-Te agradezco la preocupación, pero estoy perfectamente -murmuré entre dientes.- No sé qué tienen esos planos, minina, pero si están aquí es por una razón, y no puedo dejar que te los lleves.

Mis ojos se abrieron con horror al escuchar sus palabras. ¡No! ¡Eso no! Le debía mi lealtad y mi respeto a Bruce, él había sido mi mentor y mi protector siempre, incluso había pagado mi tratamiento para que pudiese volver a andar, no podía permitir que aquella maldita mujer gato le delatase delante de uno de sus peores enemigos, pero tampoco podía dejar que se saliese con la suya. Estaba entre la espada y la pared en aquellos momentos, y no sabía qué hacer.

-No, eso no... -murmuré, apretando los dientes.

Antes de que tuviese tiempo de decir nada más, un grupo de hombres armados irrumpieron en la habitación, apuntándonos a todos con subfusiles. Actué por instinto y me arrojé sobre Catwoman, derribándonos a ambas al suelo tras la mesa del despacho y cubriéndonos con mi capa para protegernos de la vista y de la puntería de los secuaces de Dos Caras. Con el impulso, la carpeta cayó de la mano de Catwoman y los papeles quedaron esparcidos tras ella, permitiéndome echarles un buen vistazo y grabarlas en mi mente gracias a mi memoria fotográfica. Archivé esos conocimientos temporalmente para examinarlos más tarde, cuando la situación no fuese tan peligrosa.

-Tú ganas, minina -susurré.- Pero como se te ocurra revelar su identidad o entregarle a Dos Caras o a cualquier otro villano, te juro que no descansaré hasta destruirte -amenacé, sacando de mi cinto un par de batarangs explosivos, que lancé a los hombres de Dos Caras por encima de la mesa, dejando a un par de ellos fuera de combate.

Hice recuento mental de lo que llevaba en el cinturón en ese momento: cuatro batarangs normales, dos explosivos, uno concusivo, y tres bombas de humo, además del gancho y algo de cuerda. Tenía que considerar muy bien lo que iba a hacer a continuación.

Sabía lo que aquellas pistolas contenían: kriptonita. Sin duda alguna, era eso.
Los hombres dispararon, y el brillo verde de mi debilidad se acercó a gran velocidad hacia mí. Tuve que apartarme, a una velocidad inferior a la mía, para que no me causara daño. Pude ver como se estampaban contra la pared.
Aquél verde brillo… mi debilidad… aquella piedra. Me quedé embobada con su brillo al tiempo que me sentía cada vez peor. La cabeza me daba vueltas, sentía que mi cuerpo pesaba mucho más, era como si mi alma me pesara.
Los hombres volvieron a disparar. Tuve que volverme a apartar para que la kriptonita no me rozara, lo que supondría un gran mal para mí.
Aquél malicioso brillo inundaba cada vez más la sala. La cabeza me daba vueltas, muchas vueltas. Intenté sobreponerme. Pude ver que en la otra habitación, mi aliada también tenía problemas.
Miré a mis atacantes y, con un fuerte soplido, hice que atravesaran la pared. Aunque estaban en la habitación continua, sus armas estaban lo suficientemente cerca como para que la kriptonita me hiciera daño.
Lancé una mirada envenenada al villano.
Posé una mano en la pared, y como pude, fui a la otra habitación. No encontré a la niña ni a la ladrona. Me preocupé. ¿Dónde estaban? Al momento, torné mi mirada hacia los tiradores. Con mi visión de rayos X, destruí las armas y con un soplido fueron lanzados fuera de la habitación.
Con mi trabajo hecho, miré hacia atrás. La kriptonita seguía incrustada en la pared. Sacudí la cabeza. No era el momento más adecuado para debilitarme, por tanto, con bastante fuerza de voluntad, me puse de pie.
Sabía que había descubierto mi punto débil, pero era un precio a pagar por hacer esto. Sabía que las cosas ahora se pondrían my feas, pero estaba preparada. O eso es lo que creía…

Ingenua... He usado un buen truco, sin duda, pero, ¿de verdad creía que yo iba a destapar la identidad de mi murciélago? Es gracias a mí que la ha mantenido en algunas ocasiones, he sido yo quien a veces ha borrado su rastro, al igual que él no le ha contado nunca a la policía cómo me llamo ni dónde pueden encontrarme. Antes de airear su secreto, descubriría el mío. Antes de echarle a los perros, yo misma me lanzaría sobre ellos.
No le quería muerto. Me gustaba tal y como estaba, vivito y coleando, persiguiéndome cada vez que hacía algo malo. Eso era divertido, excitante. Sin él, ni siquiera robar el diamante más grande del mundo supondría algún estímulo. Me había acostumbrado tanto a él que no sabría qué hacer si dejara de existir. Si Batman desapareciera... probablemente la gata también lo haría.

Estaba a punto de hacer que la nena claudicara y aceptara mis condiciones, pero algo pasó que yo no había planeado. Los esbirros de Dent entraron, creando el caos en un ambiente que hasta entonces yo había manejado a la perfección. Malditos y estúpidos patanes... La protegida de Bruce me tiró al suelo y los papeles quedaron esparcidos sobre las baldosas.
Rápidamente me abalancé sobre ellos. Por suerte llegué la primera, los demás estaban demasiado ocupados luchando y protegiéndose de las balas. Decidí mejorar mi estrategia, proteger mi plan. Nunca podría salir de allí con todas las hojas. Si quería escapar, tenía que hacer que ambos bandos confiaran en mí.

- ¡Todas para ti, rubito! Para que veas que soy buena - le grité a Dent por encima del ruido de las balas.

Si él escapaba con parte de los planos, se confiaría y no me perseguiría... al menos hasta que descubriera la verdad. Ya pensaría qué hacer luego. Por otro lado, estaba la aprendiz de murciélago... pero ella sería más fácil de convencer. Antes de que Dent corriera a por los planos, yo cogí dos de los folios sin que él se diera cuenta. Agarré a la aprendiz de murciélago del brazo y la llevé tras una columna apartada.

- Como muestra de buena fe, querida, toma esto y llévaselo a nuestro Brucie. Así verás que de verdad quiero colaborar con vosotros... y luego ya nos encargaremos del Caritas - le dije, ofreciéndole uno de los folios - Si pretendes perseguirme para conseguir el otro... Bueno, yo que tú no lo haría, o quedará un poco... destruido - sonreí y arrugué el papel entre mis largas uñas. No hacía falta que le explicara nada más, estaba muy claro. Si se acercaba más de un metro a mí... adiós al plano.

Todo se había vuelto un caos de disparos y de ruidos con la llegada de los hombres de Dos Caras. No sabía cómo le iba a la otra chica con el ex-fiscal, pero esperaba que no se hubiese visto pillada en medio de los disparos, porque aunque no creía que le fuesen a hacer demasiado daño por lo que había podido ver antes, tampoco creía que la experiencia le fuese a resultar demasiado agradable; pero no tenía tiempo de preocuparme por ella, en aquellos momentos mi mente estaba centrada en Catwoman. Mientras trataba de deshacerme de un par de los matones del criminal, gastando otro de mis batarangs en el proceso para desarmarle, escuché cómo Catwoman le llamaba y le decía que se podía quedar con los papeles. Me giré bruscamente hacia ella, pero antes de que pudiese hacer nada sus dedos se clavaron en el antebrazo de mi traje -gracias a Dios por los refuerzos, eso hubiese sido realmente doloroso- y me arrastró tras ella a una columna apartada. La fulminé con la mirada, no entraba en el trato que le diese los papeles a Dos Caras...pero lo siguiente que hizo me sorprendió, ya que en realidad era una buena estrategia: yo no podía enfrentarme a Dos Caras y sus hombres en aquellas condiciones, el espacio era demasiado cerrado y tarde o temprano alguna bala acabaría por acertarme, y no parecía que a mi misteriosa colaboradora le estuviese yendo mucho mejor; por el momento, lo más importante era salir de allí e impedir que lograse hacerse con todos los planos, porque por lo que había logrado ver, sin la totalidad de los papeles no se podía hacer nada. Más tarde podía perseguir a Dos Caras o pedirle ayuda a Bruce, pero por el momento lo mejor sería huir y poner a salvo aquella hoja.

-Esto no se ha acabado, minina -murmuré entre dientes, tomando la hoja que me ofrecía y doblándola rápidamente para guardarla en mi cinturón.- Volveremos a vernos... -advertí. Luego, saqué una de las bombas de humo que me quedaban.- Aprovecha y márchate cuando esto estalle -le aconsejé, saliendo de detrás de la columna y lanzándole mi último batarang concusivo a Dos Caras. Busqué con la mirada a la otra mujer y corrí hacia ella, aprovechando la confusión- ¡Salgamos de aquí! ¡Ahora! -murmuré, tomándola del brazo con una mano y tirando suavemente de ella hacia la ventana mientras, con la otra, arrojaba la bomba de humo al suelo.

Pronto nos vimos envueltos en una espesa nube de humo negro que dificultaba la visión.

La kriptonita hacía mella en mí. Dos Caras se acercó a mí con el fusible cargado de Kriptonita. Pensaba que iba a dispararme, lo cual habría sido bastante malo para mí. Incluso podría ser letal si había muchas balas de esa piedra verde.
No pude hacer nada cuando recogió los papeles que le dio Catwoman. Solo podía observar y esperar que Batgirl pudiera hacer algo.
Pude oír como Dos Caras le susurraba a uno de sus guardias que destruyese el edificio. Tenía que sacar a mi compañera de allí. De pronto, un gran humo inundó la habitación. Con mi visión agudizada, pude ver como mi aliada se acercaba a mí para salir de aquí.
Me agarró la mano y tiró suavemente de mí. Mis piernas, a duras penas, reaccionaron. Corrimos por los pasillos hasta encontrar una gran ventana. Ya casi me había recuperado de la kriptonita. Estábamos lo suficientemente lejos de ella para poder actual con casi total normalidad.
Sin esfuerzo alguno, cogí a Batgirl en brazos.
- Agárrate – le aconsejé.
Acto seguido, corrí a gran velocidad hacia la ventana que teníamos enfrente. Sin hacerme daño, atravesé la pared pero protegí a mi compañera para que no se le incrustara ningún cristal roto.
Me quedé un momento suspendida en el aire para ver la gran avenida.
- Bonitas vistas, ¿no crees? - pregunté observando la ajetreada y luminosa calle.
Después volé hacia el tejado. Tras pasar por encima del tejado, volé hasta encontrar un callejón. Con total normalidad, aterricé y dejé a Batgirl en el suelo.

Ignoré las advertencias de la ratoncita voladora. "Esto no se ha acabado"... "volveremos a vernos"... ¿Realmente estos tipos que se autodenominaban "héroes" creían que diciendo ese tipo de cosas sonaban amenazadores? Sonaba patético, como si estuviéramos en una película barata. Daban ganas de reír. Pero mi prioridad era salir pitando de allí lo antes posible, no iba a andarme con piques tontos.

El humo fue útil, cubrió mi retirada y me ayudaría a que ninguno de los otros, ni Dent ni las superheroínas de cómic, pudieran ir tras de mí. Salté desde la ventana hasta la azotea del edificio de al lado con gran agilidad y, una vez allí, comencé a correr sin parar, hasta que estuve bastante lejos del lugar de los hechos. Sonreí. A pesar de los acontecimientos inesperados (que no me frustraban, sino que me hacían divertirme más), el plan había salido bien. Estaba lista para dar el siguiente paso.

Tarde o temprano, tanto Batgirl como Dent vendrían buscarme, la primera para acabar lo que empezó, y el segundo en cuanto descubriera que su información estaba incompleta. Pero yo sólo me dejaría encontrar por mi murciélago. Él ya estaba acostumbrado a hablar de negocios, y ambos nos conocíamos bien el uno al otro. Le necesitaba a él, y a nadie más. Mientras llegaba a mi casa, tendría que guardar mi plano a buen recaudo. Sonreí, bajé la cremallera de mi traje y me metí el folio entre el pecho, doblado, antes de cerrar la cremallera. Si el Caballero Oscuro venía a por mí, apuesto a que no se atrevía a buscarlo ahí. Ronroneé y seguí andando, esta vez, a un paso más tranquilo.

- Miau... ha sido una noche interesante.

Teníamos que salir de allí enseguida, Dos Caras planeaba derribar el edificio y enterrarnos vivas en él. Sin perder un momento, medio arrastré y medio guié a mi compañera tras de mí por el pasillo en la que, creía, era dirección a una ventana de las que había visto antes de entrar. Libres por fin del humo y de la confusión, pude identificar a mi compañera por las ropas que llevaba: se trataba de Supergirl, la heroína de Metrópolis. Desde luego, estaba algo lejos de casa, pero no iba a protestar al respecto, ya que su ayuda me había venido de perlas para evitar ser asesinada por un disparo de Dos Caras o de sus matones; de haber estado yo sola, las cosas podrían haber terminado bastante peor. Permití que me cogiese en brazos y, siguiendo su consejo, pasé mis manos por su cuello y escondí la cabeza en su hombro para protegerme el rostro de posibles trozos de cristal o de muro. Noté la brisa agitar mi cabello bruscamente, aplastándolo contra mi cuello y contra mis hombros, y una sensación de vacío en el estómago semejante a la que experimentaba cada vez que saltaba desde un tejado o una cornisa para balancearme con mi gancho. Cuando la escuché hablar separé el rostro de su hombro y miré a mi alrededor, la brisa fresca de la noche recibiéndome de pleno.

-Sí...casi hacen olvidar que hay un lunático ahí dentro que quería enterrarnos vivas -comenté.

En cuanto me dejó en el suelo escuchamos a lo lejos el sonido de una explosión, seguido por el estrepitoso derrumbe del edificio en el que escasos momentos antes habíamos estado. Al parecer, Dos Caras había cumplido con su amenaza. Detestaba pensar en la cantidad de vidas que debían haberse perdido en aquel derrumbe y la cantidad de recursos perdidos, pero en cierto modo aquello resultaría beneficioso para nosotros: con la confusión, tardarían un tiempo en darse cuenta de qué papeles faltaban y cuales no, y para entonces confiaba en haber conseguido recuperar los que Dos Caras y Catwoman había robado...aunque no sabía si lo más adecuado sería devolverlos. Debía estudiar con calma el que había guardado en mi cinturón y los que había memorizado cuando cayeron al suelo y decidir qué hacer, hablar con Bruce del tema quizás ayudase...

-Gracias por la ayuda, Supergirl -murmuré, dedicándole una sonrisa.- De no ser por ti, estoy segura de que me habrían freído a balazos ahí dentro... -me acomodé el cabello en los hombros.- Creo que debería retirarme por el momento...tengo alguien a quien buscar, pero si me necesitas en cualquier momento, no dudes en buscarme -comenté, sacando el gancho de mi cinturón.

Con un último gesto de despedida, lancé el gancho a una cornisa cercana y me impulsé hacia el tejado, contemplando las calles a mis pies bajo la luz de la luna. No muy lejos de donde estaba, podía ver la columna de humo y de polvo que la explosión había levantado, pero a regañadientes las ignoré para continuar buscando cualquier rastro posible de la minina ladrona. Lancé nuevamente el gancho hacia un edificio cercano y me precipité al vacío, a las oscuras calles de Gotham City. El juego no había hecho nada más que empezar.

Tras llegar al callejón, aterricé y dejé a Batgirl en el suelo.
Me sentía mal, pero no físicamente, (aquél dolor debido a la kriptonita ya se me había pasado) me sentía mal moralmente. Sabía que no siempre podía salvar a todos los civiles, pero… tenía que haberlo intentado. Tenía que volver, tenía que ver si podía sacar a alguien antes de que…
De pronto, una gran explosión se hizo notar detrás de nosotras.
…el edificio explotara.
Me giré bruscamente para ver la gran columna de humo que crecía por momentos. No podía apartar los ojos de ahí. Pude apartar los ojos del que, momentos antes, había sido un edificio gubernamental cuando Batgirl habló:
- No hay de qué – contesté correspondiendo a su gesto.
“Si no hubiera sido por la kriptonita… sino hubiera sido por mi debilidad podría haber ayudado muchísimo más” me reproché a mí misma.
- Yo también debo irme – contesté mirando el cielo.
Era posible que Clark ya se hubiera dado cuenta de que no estaba en la granja y, si era así, me esperaba una gran charla. Clark me sobreprotegía, pero debía ser yo quien lo hiciera. Esa era mi misión, pero aún así dejaba que viviera su vida. Pero él no me permitía hacer la mía… Suspiré.
- Ha sido un placer conocerte, Batgirl, aunque sea en tan malas circunstancias – dije volviendo a centrarme en nosotras -. Espero volver a verte.
Sin decir nada más, ella lanzó su gancho y se marchó. Cuando ya estuvo fuera de mi alcance visual, empecé a caminar callejón adentro.
Cuando la oscuridad me cubrió por completo, pensé en volver a casa volando pero no me parecía muy conveniente. La policía llegaría a la escena del delito en poco tiempo y, quizás, podrían verme volando e implicarme. Lo mejor sería hacerme pasar por una civil cualquiera. Me cambié de ropa, y salí de aquél callejón mezclándome con los civiles.