Ayuda inesperada (Kara Kent)

Una llamada hizo que me pusiera en camino a Metropolis, nunca había estado allí pero no estaba de más conocer lugares. Tenían un caso de homicidio algo peculiar y necesitaban ayuda y habían oido hablar de mi, estaba llegando a la escena del segundo asesinato, todo estaba agolpado de curiosos, me coloqué frente a ellos y saqué el telefono movil con grabadora y los grabé, algunos se quedaron y otros se marcharon protestando por mis actos pero eran dos crimenes similares y cuanta más información mejor, todo tenía pinta de un ajuste de cuentas, nunca se sabía cuanta inforación ibas a necesitar hasta que se empezaba y aún asi ni hasta el final. Me acerqué al agente al mando y me puso al tanto, nos dirigimos al cadaver y lo examinamos.

Desde cero. Hacía unas cuantas semanas que había empezado a vivir con Lana. Me gustaba, me sentía bien. Aunque... estaba aburrida. Era tiempo de saber cómo vivía la gente corriente, pero no podía saberlo con exactitud. Yo no era corriente, y nunca lo sabía. Había hecho lo posible por serlo: cambiar de nombre, de domicilio... dejar de ser Supergirl. Había hecho todo lo que estaba en mi mano, ahora solo quedaba acostumbrase a esa rutina.
No tenía mucho que hacer en la casa. Había ordenado y limpiado, pero ya no había mucho más que hacer. ¿Por qué quedarse en casa cuando hay una gran ciudad por descubrir? Tanto tiempo siendo Supergirl me había frenado ver lo maravillosa que era la ciudad, centrándome solo en las partes que necesitaban de mi “ayuda”.
Ya en la calle, paseé por ella a un ritmo anormal. Anormal en todos los sentidos, tanto para los humanos como para mi rapidez. No tenía prisa, no tenía nada que hacer, ¿por qué moverme con rapidez?
Ahora la vida me sonreía, aunque quedaban restos de Supergirl en mí.

Pasando al lado de un callejón, vi como gente salía de él. Parecían algo molestos y cuchicheaban entre ellos. Parecía gente corriente, no iban con malas pintas, y la cantidad me llamó la atención. Sin muchos rodeos, entré en el callejón. Era de día, no me iba a pasar nada. Aunque, si alguien intentaba hacerme algo acabaría estampado contra la pared...
El callejón desembocaba en una callejuela un poco más grande.
La gente que quedaba, estaba apelotonada en un medio círculo en una esquina. Fruncí el ceño y me acerqué a ellos. No tuve siquiera que preguntar qué pasaba, la escena se explicaba por si sola. Bajé un poco la mirada e hice una mueca.
Los policías empezaban a desalojar el lugar, y la gente se iba a de buena gana. ¿Quién se querría quedar en tan horrendo sitio? Una parte de mí votaba por marcharse, no era asunto mío, la policía llevaba el caso, no me necesitaba para nada; pero los restos de Supergirl me decían que debía ayudar como pudiera, con mis habilidades súper desarrolladas.
Me quedé quieta, observando la escena, viendo incluso hasta las motas de polvo.
El cadáver, tirado en suelo, presentaba un aspecto sucio y demacrado. Sus ojos, ya cerrados y sin vida, miraban hacia la escalera de incendios de un edificio. Sus brazos estaban casi en una cruz, sino fuera porque su brazo derecho estaba ligeramente mas arriba. Era como un intento fallido de intentar llegar hasta la escalera.
Fruncí el ceño, quedándome pensativa. Había intentado huir, pero mi vista me permitía saber que no había signos de lucha. Que raro...
En esos momentos, no me di cuenta de que ya no quedaba nadie tras el cordón policial. Solo yo. Y eso, sin duda, llamaba la atención.

El cuerpo no presentaba signos de lucha, o conocía al agresor o fue de sorpresa y no le dió tiempo a reaccionar, examiné la escena del crimen, una escalera de incendios, las escaleras no estaban subidas, daban al suelo, en aquellos edificios la parte baja era plegable y solo se podía usar si salías de alguno de los pisos, era un mecanismo para evitar robos, la victim murió casi de frente, daba la espalda a la calle principal, seguí la mirada hasta ella y me topé con una muchacha rubia que miraba la escena, parecía absorta, quizás conociese a esta persona. Me disculpé al detective al mando y me dirigí a ella.
-¿Conocias a la victima?
Pasando el cordón policial hasta estar enfrente de ella, tapando la escena con mi propio cuerpo.

Estaba absorta en la escena del crimen, mis ojos estaban clavados en el cadáver y se alternaban por el resto del callejón. Una parte de mí me indicaba que debía terminar de inspeccionar y marcharme, estaba llamando la atención de los policías; la otra me decía que debía ayudar. Tenía poderes y habilidades muy desarrolladas, tenía que ponerlas al servicio de los demás.
“¿¡Por qué!? ¡Tú no les debes nada! Intentaste ayudarles y te trataron como basura” pensó una parte de mí.
“Ahora tienes la oportunidad de ayudar, aunque sea anónimamente, puedes hacerlo” pensó otra parte.
¡Basta! Esto era casi insoportable. Siendo una superheroína me sentía mal por no poder ayudar y, sin ser superheroína, también me sentía mal por no poder hacer nada. Era un sarcasmo cruel ante la frágil autoestima que me inundaba en aquellos momentos.
Mi expresión casi no se inmutó, salvo la acción de fruncir los labios.
Pestañeé un par de veces, moviendo mis ojos de un lado para otro, comprobando la horrenda escena que el asesino había dejado...
Con mi visión periférica, pude ver como uno de los agente se excusaba con otro policía.
“Genial, Kara, ya has llamado la atención, ¿cómo vas a salir de esta?” pensó la parte pesimista, aquella que se negaba a ayudar.
Pero... ¿y si quería ayudar?
El policía se acercó a mí.
- No – contesté simplemente, con voz neutral, tornando mi mirada desde la escena hasta los ojos del policía -, pero cualquier asesinato es una tragedia.
En mi última frase, se pudo notar un poco de pena ante todo aquello.
Me rasqué la cabeza, pensando como proceder para que me dejaran ayudar en este caso.
- Señorita Lang, Linda Lang... – me presenté, estrechándole la mano, cambiando mi apellido por el de Lana.
Ella me había ofrecido su casa, me estaba ayudando a adaptarme mejor al mundo y... ahora... era su prima, Linda Lang.
- Y... pertenezco a un “grupo” de personas, las cuales según el gobierno no existen. Nos encargamos de resolver casos... curiosos – mentí.
Era una gran mentirosa, aunque esta “habilidad” no la utilizaba para fines egoístas. Pero si algo quieres, algo te cuesta. Y ese era mi precio, la mentira. Una mentira piadosa que no dañaría a nadie, incluso puede que ayudara a dar paz a los familiares y amigos del hombre que había fallecido.

Escuhé todo lo que dijo la testigo y me fijé en todos sus movimientos, me parecía raro algunas cosas de las que decía.
-¿Qué clase de grupo exactamente señorita Lang?
No nos habían mencionado nada de grupos especiales para homicidios y menos aún de la llegada de nadie, pero no importaba, quizás fuese un testigo con miedo, no sería el primero que se inventa algo.
-Como agente especial que es señorita ¿qué puede decirnos del caso?
Si se sentía más comoda quizás pudiese relevelarle algo sobre todo lo ocurrido, si me metía en su historia la información fluiria hasta descubrir su implicación, toda ayuda era poca. Un agente se le acercó, la falta de experiencia del muchacho provcó una situación algo tensa, le pedi que ayudase a los forenses a trasladar el cuerpo a la ambulancia para llevarlo al anatomico, tuvieron problemas para cargarlo.
Me arrasqué la ceja, no sabía muy que reacionar ante lo ocurrido, lo mejor era seguir con la chica.
-¿Ha visto salir corriendo a alguien de la escena o alguien con movimientos poco apropiados?

Bien. En estos momentos me sentía aún peor. No era muy dada a mentir de improviso...aunque muchas veces lo hacía...aprovechando la habilidad intelectual superior al de los humanos, y aquello en parte, tiene una gran ventaja. No obstante...lo que dije anteriormente del grupo secreto...no fue una de mis mejores mentiras. Me crucé de brazos. Ahora debía mantener la calma, pensar en lo que le iba a decir detenidamente...y no ser Supergirl aunque en realidad estaba haciendo su trabajo...o sea, mi trabajo-bueno...no puedo decirle nada, si no...no sería secreto, ¿no cree?-le sonreí tímidamente. Bien...en estos momentos no estaba demasiado segura de si había salido del pequeño apuro...o de si me había metido en otro peor.
Lo siguiente...creí que fue en parte una pregunta trampa. Debía darle una respuesta, porque si no...me pillaría, pero también debía dársela conforme a la visión que tenía una persona normal y corriente, ya que...lo que yo vi, desde aquí, no lo ve una persona normal. También cuenta el hecho de que estaba en medio para evitar que viera el cadáver...a pesar de que yo podría verle con la visión de rayos X...debía fingir que no podía...como persona normal que se supone que yo era-bueno, desde aquí no he podido ver mucho, pero puede que sí lo viera mejor si me dejara pasar...si es posible, claro. Lo poco que he visto diría que se trata de alguien que intentaba escapar de alguien...o de algo, y que intentaba tomar la escalera de incendios, pero que no ha podido-después atendí la pregunta que me dijo. Espero que no me acuse ahora de asesinato o me convierta en un principal sospechoso-no, lo siento, cuando llegué ya había ocurrido...

Algo había en la chica que no me inspiraba del todo confianza. Sentía que no me estaba diciendo la verdad. No tenía pruebas de ello, pero confiaba mucho en mi instinto como para saber que éste no solía fallar. Había algo que me ocultaba, que no quería decirme. Le sería inútil el esfuerzo, por supuesto. Lograría sacárselo costara lo que costase. Esbocé una sonrisa de medio lado con mis labios y me crucé de brazos.

- ¿Por qué tartamudea, señorita Lang? ¿Me tiene miedo? No tiene por qué, yo estoy aquí para resolver el crimen, no para hacerla daño... no si no es culpable - dije, con voz clara - Por eso no debería haber secretos entre nosotros. Porque ocultarle a un agente de la ley información sobre un crimen es obstrucción a la justicia, y eso es un delito. Usted nunca haría eso, ¿verdad?

No sonaba a amenaza, pero en cierto modo lo era. Negarlo sería mentir, y yo no era un mentiroso. Sonreí con algo de satisfacción, orgulloso de mí mismo porque sabía que ella se sentiría intimidada y acabaría cantando todo lo que supiera, por insignificante que fuera.

- ¿Hay alguien que pueda corroborar lo que está diciendo?

Su voz parecía serena y confiada, algo más de lo que en un principio había parecido, al menos. El cambio había sido sutil, pero no imperceptible. Había visto cosas más complejas en los interrogatorios. No podía acusarla de nada, ni tenía pruebas ni tampoco sospechas de que ella fuera culpable de algo... sólo de que me ocultaba algo, pero bien podía ser porque alguien le hubiese amenazado. No podía descartar ninguna opción aún. Fuera como fuese, mi intuición me decía que algo no andaba bien, que tenía que seguir investigando.

- Todos los culpables dicen lo mismo, en realidad. Menos los psicópatas - comenté, sin mirarla.

En aquellos momentos había vuelto a centrar mi atención en todo cuanto me rodeaba, el lugar, la gente... A veces me abstraía analizándolo todo, pensando. Cuando volví a mirarla a los ojos, a centrar mi atención en ella, decidí suavizar mi trato. Si seguía en modo ofensivo sólo conseguiría asustarla, o hacer que levantara un muro entre la información y yo. Saqué una libreta y un lápiz del bolsillo de mi gabardina e intenté que mi voz sonara más agradable.

- Desconfío de todo el mundo, señorita. Ése es mi trabajo. Y debo ser bueno en él si me han llamado para venir desde Gotham. Le aseguro que como aquello no hay nada peor. Bien, si usted sólo es un testigo... Dígame exactamente lo que vio, aunque sea poco, e intente esta vez que suene todo mucho más... fluido. Sin pausas, por favor.

La ciudad con el mayor índice de criminalidad... La rubia no se equivocaba. Ese era el motivo por el cual yo odiaba Gotham casi tanto como la amaba. Aquí fue donde yo nací, donde yo crecí... pero también donde lo perdí todo. Me había propuesto cambiar esta ciudad desde los cimientos, pero esa era una tarea ardua y lenta que me iba consumiendo poco a poco. Lo peor no eran los criminales, sino la propia policía. Yo parecía ser el único al que realmente le importaba algo hacer justicia. No podía extrañarme de que esta mujer no supiera comportarse delante mía, seguro que ningún otro agente había intentado ser tan meticuloso.

- Los psicópatas se enorgullecen de los crímenes que cometen. No les importaría ser atrapados con tal de que su "talento" se reconociera.

Alcé la vista cuando ella se interrumpió en su historia, pues un fuerte ruido resonó por toda la calle, como si algo explosionara. Un edificio cercano se estaba viniendo abajo. Guardé la libreta y el lápiz a toda velocidad y mi atención en la joven se esfumó en apenas un segundo, por lo que no me importó perderla de vista entre la multitud. ¿Qué demonios...? Me acerqué a mis compañeros a empujones, intentando actuar lo más rápidamente posible. Ignoraba si había civiles en el edificio, y por qué éste se estaba derrumbando. Todo parecía apuntar a un explosivo, seguramente, aunque aún era pronto para hacer conjeturas. Pero algo me detuvo. De repente, una joven vestida con un traje ridículamente llamativo se acercó hasta mí... volando. Podría sonar a locura en cualquier otro lugar del mundo, pero no aquí. Al momento mi mirada se fijó en sus ojos con un claro aire despectivo.

"Héroes", así se hacían llamar. Capullos, así los llamaba yo. Se creían invencibles con sus poderes especiales. Creían que podían actuar al margen de la ley y reservarse quiénes eran, mientras los auténticos representantes de la ley nos las veíamos y nos las deseábamos para impartir algo de justicia. Había aprendido a odiarlos, y con motivos. Nada me impedía pensar que puede haber sido esta misma chica la que haya hecho explosionar el edificio.

- ¿Y qué crees que estaba intentando hacer, fénomeno? ¿Qué harás tú mientras tanto? - le pregunté, con voz grave.