Maniobra de evasión (Jonathan Crane) [Fiesta de Máscaras]

Una vez me despido de la minina y Kara, decido reanudar mi búsqueda de Richard. Camino un rato entre el gentío vestido con costosos vestidos y esmóquines, y máscaras aparatosas, pero sigo sin encontrar el menor rastro del esmóquin o la máscara de mi acompañante. Esta fiesta es para todo los ciudadanos de Gotham, independientemente de su clase social, y una ocasión para que todo el mundo se relacione con todo el mundo, pero hasta enmascarados se notan las diferencias. Aquí y allá puedo ver grupitos de personas vestidas de forma ostentosa y profusamente adornados con joyas y demás chucherías, reunidos en círculos cerrados y conversando únicamente entre ellos. Una sonrisa irónica se dibuja en mis labios. Es como volver al instituto. Procuro mantenerme alejada de esos grupos mientras me muevo por el mar de gente tratando de encontrar a mi amigo. No le he vuelto a ver desde el brindis, y de eso hace un buen rato ya. No quiero ser pesada, pero a fin de cuentas decidimos venir juntos, y además fue él quien me trajo en el Porsche plateado. Le necesito para volver a casa esta noche, porque por una vez he decidido utilizar el paquete completo y ponerme tacones, y el viaje de regreso no será nada agradable con unos pies destrozados.

Decido hacer un pequeño descanso en mi búsqueda y me arrimo a una pared, algo apartada. A lo lejos diviso a un político de poca monta que lleva un tiempo tratando de ganarse los favores de mi padre para impulsar su carrera. Creo que me ha visto, porque ha comenzado a caminar en mi dirección, y no tengo ninguna gana de hablar con él, así que doy media vuelta y echo a caminar en la dirección opuesta, con tan mala suerte que tropiezo con un hombre y por poco le tiro encima la copa de champagne que llevo en la mano.

-Lo siento -me disculpo, avergonzada.- No le había visto, señor -lanzo una mirada inquieta por encima del hombro, tratando de localizar al político de tres al cuarto.

Me sentía muy aburrido en la fiesta, era algo aburrido ver a todos esos hipócritas lanzarte miradas de respeto para luego criticarte a tus espaldas, me molestaba mucho saber que la mayoría de la gente en la fiesta era así pero no podía negarme, ya que yo decidí a venir, como acompañante pero decidí venir, ahora mismo que pienso, en estos momentos no se donde este la señorita Johnson, pero de seguro ha de estar divirtiéndose con alguien conocido, que en todo caso no era mi problema, así que seguí caminando por entre la gente buscando algo que llamara mi atención o alguien conocido, aunque lo dudo mucho, casi todos mis conocidos son pacientes del asilo, y estudiantes que lo único que encontraría serian sus padres preguntando como le va a su muchacho o uno de ellos que solo vino a molestar a los demás, no es que los odiara pero llegaban a ser molestos, aunque siempre terminaba ignorándolos, solté un suspiro y seguí caminando por entre la gente, en serio, este lugar era enorme por todos lados, y me sorprendía aun mas que no estuviera muy poblado que dijéramos, aunque tal vez otros les gustaba mas así, un lugar demasiado tranquilo para Wayne, solté una risa y seguí con mi camino que parecía no tener un final.

Camine y camine por todo el salón de evento y seguía con ese sentimiento de parecer no tener final, cada vez me desesperaba aun mas por poder acomodarme pero al parecer los demás se sentían feliz al estar ahí, como si hubieran estado aquí todos los días de una semana y sentirse como estar en casa, seguí caminando hasta que una muchacha tropezó conmigo, sentí como unas gotas de algo caer en mi traje pero no debía ser nada de que preocuparme, me preocupe mas por la muchacha que por lo visto estaba huyendo de algo por como miraba a todos lados mientras se disculpaba.

No hay nada de que disculparse señorita volteo a tras de ella fijándome en no visualizar ninguna persona fuera de lo común pero no lograba ver nada aun.

Con estos tacones es difícil calcular la fuerza que debo poner en cada paso, y al apresurarme para poner espacio entre mi perseguidor y yo he puesto demasiado impulso. Me cuesta horrores recuperar el equilibrio del todo cuando choco con un hombre que pasaba por aquí, y no puedo evitar derramarle parte de mi copa de champagne encima. Genial, lo que necesitaba ahora: tirarle la copa alguien para que arme escándalo y llamar la atención sobre mi persona en la fiesta. Si mis esperanzas de pasar desapercibida y escapar del político de tres al cuarto eran escasas, con este pequeño acto las he eliminado por completo.

Para mi sorpresa, el hombre no solo no parece molesto por el pequeño incidente, sino que mira también a su alrededor siguiendo la dirección de mi mirada. ¿Pensará que me están acosando o algo así? No le culparía, mi pequeña huida puede malinterpretarse en ese sentido; además, en cierto modo es así. El pesado que me seguía no conoce otra técnica para obtener atención y apoyo que la del acoso y derribo.

-Lamento molestarle, pero ¿podría decirme si puede ver a un hombre con una máscara veneciana roja y un traje blanco? -pregunto, sin querer girarme para comprobarlo por mí misma, por si el señor Sacks me ve.