La flor y el azar [Pamela Isley]

Mis antiguos ficheros como fiscal del distrito muestran que la mafia estaba usando un tramo de las alcantarillas como almacén de armas, lo que me llama la atención es que no son armas normales, parecen ser armas biológicas, tecnología demasiado avanzada para que unos mafi-idiotas la creen, puede que los planos y esto esté relacionado, estamos de acuerdo en acercarnos a echar un vistazo.

El coche me deja en la entrada de unas alcantarillas un poco alejadas de las calles, causaría demasiada impresión que el gran Harvey Dos Caras entre en unas alcantarilla, tenemos una reputación que mantener. Bajo del coche, llevo mi característico traje dicromático, los dos colores que me gustan, dos de mis mejores hombres, que casualmente son gemelos me acompañan, no sabemos que puedo encontrar allí abajo y no quiero sorpresas, parte de mí está desesperado por encontrar alguien a quien enseñarle quien mande mientras Harvey se encuentra reprimido, encerrado, en una jaula psicológica. Lanzo mi moneda al aire cuando yo y mis hombres estamos rodeando una entrada a las alcantarillas, la cara marcada se posa sobre mi mano, tapando la cara, una pícara sonrisa se dibuja en mis dos labios, levanto el brazo derecho, doy dos chasquidos al aire y, como siguiendo una orden automática, mis hombres se acercan al coche y sacan dos explosivos, cuando estos se acercan yo me alejo como si fuera repelido por ellos hasta llegar a una distancia prudencial, me pongo de espaldas y oigo el ruido de la colocación de los explosivos y el correteo desesperado de mis hombres por ponerse a cubierto.

Una fuerte ráfaga de aire y un fuerte estruendo disimulan una gran carcajada provocada por mí, esto es lo que me gusta pero me desagrada en menor medida, la ráfaga de aire me ataca desde atrás intentando moverme pero yo me mantengo inamovible, justo después me alcanza una gran humareda, guardo en mi bolsillo mi moneda y me tapo con la manga hasta que el espeso humo se dispersa, me giro y observo una gran obertura, mucho mas grande de como era inicialmente, miro a mis hombres y les hablo:

- Caballeros, hay trabajo que hacer.

Mis tacones repiquetean en el suelo de la alcantarilla, haciendo eco. Camino con paso decidido, eso es lo que da un ambiente más solemne a este lugar. Es anormal que yo me encuentre en un lugar como este, oscuro y lejos del exterior, donde hay aire ―puro no, por desgracia―, pero son razones de peso las que me traen a este espantoso lugar: personas que contaminan. Hace unos pocos días mis plantas comenzaron a marchitarse y yo notaba el ambiente más cargado y dañino. Enfadada, busqué por todos los medios el origen de semejante atrocidad, tenía que encontrar la causa de que mis plantas se estuviesen enfermando, y vaya si la encontré.

Unos imbéciles que se hacen llamar “científicos” han estado haciendo experimentos clandestinamente en las alcantarillas de la ciudad, seguramente porque sus jefes no permitirían lo que están haciendo. Así fue como los vapores de sus productos químicos salieron por alguna rejilla y afectaron a las plantas de mi cosecha privada. ¿Cómo se atreven a hacer esto? No logro comprender por qué la gente tiene tan poco respeto por algo tan importante como lo son las plantas. ¡Ellas, que nos dan oxígeno, belleza, alimentos! ¿Cómo pueden ser tan descerebrados e inconscientes?

―Viene alguien. ―oigo que dice una voz masculina, el hombre parece ajetreado y nervioso. Yo sigo avanzando sin detenerme y sin cambiar la marcha de mis pasos firmes. Cuando llego, veo que hay dos. El que habló antes para avisar al otro vuelve a tomar la palabra.―Señorita, no debería estar aquí.
―Y menos así vestida. ―comenta el otro con una sonrisa asquerosa. Les miro con seriedad.
―Caballeros, vengo a comunicarles un mensaje.
―A ver, bonita ¿Qué mensaje?
―Bienvenidos a su funeral.

Sin más, unas plantas rompen las paredes de la alcantarilla y atrapan a los dos científicos, asfixiándolos, mientras yo me encargo de eliminar estos residuos dañinos. Una vez he hecho mi trabajo, me dispongo a salir. Entonces, una explosión me lanza hacia atrás y aprieto los dientes. ¿Qué está pasando? Camino más deprisa en dirección a la explosión. Una vez veo un agujero en el techo, hago que unas plantas irrumpan en el lugar y subo sobre ellas, asomo por el hueco de la carretera para toparme con alguien conocido.

―Harvey Dent ¿Causando estragos de nuevo?

Cuando mis hombres se disponen a bajar por el gran hoyo que se ha formado en lo que instantes antes era una simple entrada de alcantarilla, unas extrañas pero familiares plantas aparecen de las entrañas de Gotham mostrando tras de si a la mujer llamada Pamela Isley, alias Hiedra Venenosa. Su peculiar forma de vestir con hojas, una belleza inusual en una mujer que no atrae a Dos Caras, menos me gusta que me llame ahora Harvey Dent, por eso mi cara muestra mi inconformidad con una mueca de rabia:

- Plantita, estar tanto rato entre estas plantas no te hace bien, soy Dos Caras, hippie de segunda.

Le digo alzando un poco el tono de voz pero sin llegar a gritar, Harvey Dent maldice en mi interior haberse encontrado con ella, sabiendo lo que Dos Caras espera hacer. Dirijo mi mirada hacia las plantas por las que ha ascendido la villana amante de la naturaleza, sabemos que si les hago daño a las plantas no podré llegar nunca hacia ese arsenal escondido, por lo que no decido si eliminarlas o no, sino otra cosa. Un par de vueltas al aire y la moneda lanzada se posa sobre mi mano mostrando la cara marcada, Dos Caras sigue manteniendo el control.

- Ahora bajaré allí abajo tanto si me dejas como si no pero no te preocupes, no tengo el más mínimo interés en destrozar tus estúpidas plantas. - Un pequeño escalofrío recorre parte de mi cuerpo, sé que insultar a sus plantas es casi el equivalente a herirlas y por eso me puede atacar, pero Dos Caras sabe reaccionar. - A cambio me dejas recoger el paquete que los idiotas de arriba han dejado aquí, un paquete peligroso para tus... amigas.

Finalizo mirando y señalando con un dedo a sus plantas, miro a mis hombres intentando quedarse donde están, parecen tener unas ansias increíbles de salir corriendo por la palidez de sus caras pero permanecen leales, es lo justo, les miro y ladeo rápidamente la cabeza dándoles la señal para que desciendan, ellos me miran entre indecisos y aterrados, eso enfada a Dos Caras que se pone rápidamente detrás de ellos y les empuja para que se decidan a bajar, recelosos, se dirigen al gran agujero de donde ha emergido Hiedra Venenosa.

Muestro una sonrisa ladina al ver el panorama. Me he fijado en que Harvey no está solo, sino que va con varios matones suyos, algo que no me extraña ni sorprende. En realidad no es más que un ex-fiscal debilucho que ha perdido el norte y que tiene una pistola como única arma. Por eso necesita gente que le protejan y le hagan el trabajo más sucio, como cuando era fiscal. Su gesto facial sólo me causa ganas de reír, por lo que suelto una carcajada. Esta situación es muy divertida.

―Oh, Dos Caras, no es culpa mía que sólo pueda hablar una de tus personalidades mientras que todos podemos ver dos exteriormente. ―le contesto con tono altanero y observo con la mirada entornada a los hombres de Dent/Dos Caras mientras él lanza su moneda. Él y su estúpida moneda, ideales equivocados, las decisiones se deben escoger por uno mismo, y no dejarlo para un objeto inanimado. No me gusta el tono que usa al hablarme de nuevo, alzo la barbilla levemente, con orgullo, y lanzo una mirada amenazadora a los que parecen en disposición de entrar por donde yo he salido.

No comento nada con respecto a eso, me mantengo serena, al menos exteriormente, cuando insulta a mis plantas, no me gusta en absoluto que se haya referido a ellas de esa forma, pero al menos no las ha dañado físicamente, así que prefiero no causar un conflicto. Cargo mis pulmones de aire, respirando profundamente, y miro de nuevo a los hombres de Dos Caras, parecen asustados de mí. En realidad me temen con motivo, pues no soy ninguna florecilla indefensa, puedo llegar a ser muy peligrosa si me hacen enfadar.

―Si les hacéis un simple rasguño os aseguro que no seré yo quien os castigue, sino ellas mismas. ―les amenazo sin usar un tono agresivo. Así, aparto mis plantas, aún sin bajarme de ellas, para dejar un hueco por el que puedan pasar ellos. Y, mientras lo hacen, vuelvo casi toda mi atención de nuevo a Dos Caras. ―Ya he eliminado a los que causaban problemas a mis plantas, ¿De qué paquete estás hablando? ―me muestro muy escéptica, pues no me fío ni un pelo de él, de ninguna de sus personalidades.

Hiedra Venenosa me amenaza con un tono que llega a intimidar a mis hombres que se vuelven a mostrar recelosos a bajar a las alcantarillas pero yo me muestro impasible, Dos Caras no se ve afectado por la amenaza, pero Harvey no ve segura esta operación con Hiedra Venenosa de por medio, es inseguro, esta mujer actúa de una manera muy protectora con sus plantas y eso me puede complicar. Cuando quita a sus plantas de en medio mis hombres me miran unos segundos pero al observar mi mirada enfadada se deciden a bajar por el gran agujero que hay mientras yo vuelvo a decidir que responder a Hiedra con la moneda, con un movimiento rápido la lanzo al aire y observo el resultado cuándo cae en mi mano.

- Un paquete que no es de tu incumbencia pero que puede afectar a tus queridos monstruos.

Arrogante, un rasgo característico de que Dos caras ha emergido con la cara marcada de la moneda.

- Seguro que habrás eliminado a una estúpida mafia que vertía residuos, lo que tengo entre manos es algo más que un par de líquidos en el agua, mis fuentes afirman que es algo superior.

Tengo planeado que al final trabajemos juntos unos cuántos considerados villanos por el murciélago y su secta de seguidores para llevar a cabo mi fase final, pero de momento esto se ha de mantener al margen de cualquiera, no vaya a ser que confíe en quien no deba y el azar me juegue una mala pasada, eso no lo podríamos permitir. Mis hombres empiezan a descender poco a poco, cautelosos y no pierden vista a Hiedra Venenosa hasta que llegan abajo y me dan la señal.

Miro fijamente a Hiedra y me acerco al agujero para empezar a descender hasta las entrañas de Gotham a por esas armas. Barajo seriamente la posibilidad de contarle la verdad a Hiedra, no quiero contarle mi plan, pero explicarle la existencia de esas armas puede ser algo útil para mí, para ganarme su confianza, aunque dudo que alguien como ella confíe en mí solo porque me llevo unas armas, aunque si me ha visto seguro que me seguirá como un perrito faldero, al llegar abajo toco un charco de agua mientras miro alrededor para ver unas aguas verdes y el origen de las plantas por las que la mujer que tengo delante a ascendido, mi voz resuena con eco por las alcantarillas, de fondo se oye gotear una cañería por lo que parece.

Espero a que Harvey Dent, o, mejor dicho, Dos Caras, se digne a contestarme. Más les vale a él y a sus estúpidos hombres no estorbarme porque no dudaré en matarlos a todos. No me temblaría el pulso para hacerlo, es más, ni siquiera me falta una excusa para matar ahora mismo al individuo que tengo delante. ¿Rencor? Por supuesto, cuando se trata de mis pequeñas el rencor vive en mí como una llama eterna. Además, Harvey no ha hecho nada por mí que me haya hecho cambiar de opinión. Ruedo los ojos mientras veo que lanza su moneda al aire.

Cuando finalmente me responde le miro con una condescendencia palpable en el ambiente. ¿Cómo se atreve a referirse de semejante manera a mis plantas? No me gusta esa bipolaridad que tiene, no me gusta que hable así de mis pequeñas, no cuando ellas son inmensamente mejores que él. Alzo de nuevo la barbilla con altanería, no voy a permitir un trato así a mis hijas. Nadie me comprende, por eso hay que erradicar todo lo que dañe la naturaleza.

―¿Monstruos? ―repito con ira contenida en la voz. ―No son más monstruos que un pobre diablo con medio rostro quemado hasta los tendones. ―le digo, a mí no me intimida nadie, y a mis plantas tampoco las insulta nadie y se queda de rositas después. ―Tú siempre crees andar por el lado correcto gracias a tu estúpida monedita pero estás muy equivocado. Ni siquiera eres capaz de bajar tú solo ahí abajo, tienes que obligar a otros a que vayan antes de ti.

Le devuelvo la mirada fija mientras se acerca, y lo observo con cautela. Todo esto me intriga. Si hay algo que realmente puede dañar a mis plantas quiero saber qué es y cómo combatirlo, así que, una vez él ha bajado, yo le sigo, haciendo descender mis plantas. Bajo de ellas y mis tacones vuelven a resonar a lo largo de las alcantarillas.

―Voy a ser buena y te voy a dar un consejo. No uses explosivos, llaman mucho la atención de gente indeseada. ―le digo mientras recuerdo la gran falta que me hizo hace tiempo.

Su orgullo se muestra demasiadas veces cuándo alza la barbilla en señal de superioridad, no me intimida lo mas mínimo aunque observo que ese movimiento es como un reflejo cuándo insulto a sus estúpidas plantas. Me ataca diciéndome todo lo que siempre me dicen los que se enfrentan a mí, y nunca me ha afectado, sé que mi justicia es la correcta y que es necesaria, para mí y para los demás. No puedo evitar sentir cierta ironía frente a su comentario que provoca una ligera sonrisa en mi rostro que se desvanece antes de que le conteste:

- Es gracioso que tú digas eso, teniendo a tus plantas para que te hagan el trabajo sucio.

Mi voz seria y suave resuena en las alcantarillas como un eco y eso es algo que intento remediar a medida que hablo, bajando la voz hasta llegar a un volumen adecuado de que pueda contestar a Ivy y no alerte de mi presencia a alguien que merodee por aquí.

Empiezo a caminar guiado por mis hombres que tienen el mapa con la situación de las armas y la voz de Ivy suena detrás de mí, mis hombres llevan cartuchos de dinamita, pero aún no se si me harán falta o no, de momento esto es solo la recogida de un paquete, mejor dicho, tomar prestado un paquete de los mafiosos. Me siento irritado por la presencia de esta mujer ya que puede poner en peligro toda la operación si cree que sus bichos corren peligro pero también será un buen refuerzo si me encuentro con alguien que tenga ayuda, puede que me sea útil en un 50%.

- No temas por mí, se como pasar desapercibido.

Le contesto de forma irónica a su comentario, puede que en el pasado hubiéramos sido pareja, pero ahora mi vida a cambiado a mejor y ella también lo ha hecho y ahora no pienso en ella en nada más que una aliada ocasional ya que, al igual que la justicia, estos tipos son muy volubles y cambian de parecer a la primera de cambio. Sigo mi avance por las entrañas de Gotham, solo se oye el goteo de las tuberías y nuestros pasos resonando como un eco.

Puedo ver cómo Harvey sonríe levemente y, tan pronto como lo hace, el gesto desaparece. Y cuando habla soy yo la que sonríe, soltando una suave carcajada con la boca cerrada, por lo que sale en un volumen bajo. Harvey, o Dos Caras, quien sea, no comprende mi relación con las plantas. Nadie lo hace. Y podría no culparles por ello, porque no conocen mi amor por esos seres, pero lo hago, porque no se molestan en entenderme. No me importa que Harvey me ataque de esa manera, sé que me odia, y me da igual, es más, me reconforta, quiere decir que llevé a cabo muy bien mi venganza.

―Te equivocas, Dos Caras, ellas no me hacen el trabajo sucio, sólo me ayudan. A mí me importan, me preocupo por ellas, por eso yo soy la que da el primer paso y se arriesga. Esa es la diferencia que nos marca a los dos.

He de reconocer que todo esto me intriga, al parecer hay alguna amenaza más para mis plantas que yo no he detectado, si eso es cierto me encargaré de castigar a los responsables. El otro motivo por el que me he puesto a la par del ex-fiscal, menos importante, por supuesto, es que sé que le molesto. No se siente cómodo conmigo al lado, lo sé.

―No temo por ti, sólo te hago escuchar lo que quieres oír para mi propio beneficio. ―respondo sonriendo de lado, burlona. ¿Quién iba a decirme que mi misión iba a ser tan divertida? Algo me distrae. Son los inútiles que van delante de nosotros. Se han asustado por algo. Cuando echo un vistazo entre ellos, puedo ver que hay dos muertos en el suelo, con marcas en el cuello. ―Espero que estén pudriéndose en el infierno después de haber dañado mis plantas con sus porquerías químicas.

No comprendo ese sentimiento tan protector que tiene Ivy con esas plantas, puede que se identifique demasiado con ellas y las vea como un igual, eso reforzaría la idea de que es un monstruo, aunque simplemente puede que actúa como una hippie mutante, creyendo todas esas chorradas de la ecología y la salud del planeta, yo creo en el progreso, y aunque las plantas son necesarias, creo que no todas lo son y si un puñado de estas se entorpecen en mi camino, sin duda que no me quedaré de brazos cruzados sin hacer nada, y eso ya se lo demostré en el pasado.

- La cosa que nos diferencia a los dos es que tú eres un bicho raro de laboratorio.

Le suelto secamente con un cierto rencor que aún perdura dentro de mí, aunque intento que no se note mucho, su voz me resulta irritante y seguro que ella lo sabe, porque no para de hablar con tono humorístico. No me rebajo a contestarla, simplemente seguimos nuestro camino hasta que encontramos a dos cadáveres en el suelo, aparentemente hay poca sangre, por lo que no han sido ataques a quemarropa, el comentario de Ivy me aclara la evidencia, ha sido ella, al parecer estos estaban vertiendo residuos, estos serán los hombres a los que se refería antes, mejor, menos escoria en la ciudad, aunque nunca se sabe, podrían haber formado parte de mi organización.

Nos quedamos quietos viendo los cadáveres, mi rostro sigue con su expresión de rabia común en mí, sin apartar la mirada de los cuerpos, respondo a Pamela.

- ¿Has sido tú? Vaya pregunta, sé que lo has sido, a veces te muestras muy eufórica castigando a los anti hippies.

Frunzo el ceño levemente, mirándolo con una expresión inevitablemente molesta. Intento recomponerme, y lo consigo. Muestro una sonrisa burlona. No pienso dejar que vea cómo me ha herido ese comentario. Jason Woodrue experimentó conmigo, me convirtió en esto y gané mucho, pero también perdí mucho. Me hizo inmune a venenos y bacterias, por lo que no puedo enfermarme ni intoxicarme, pero también me volví estéril, no puedo tener hijos. Por eso trato a las plantas como si fueran hijas mías. Qué cretino ha sido Harvey al decirme eso, sé que ya no es lo que fue una vez, pero ese comentario no me lo esperaba.

Le miro con una sonrisa, que es la misma de antes pero ahora se ha vuelto inocente, es decir, falsamente inocente. Es divertido ver la cara de Harvey, esa furia constante que muestra, esa expresión de un hombre cuyos ideales se ven frustrados. Me quedo mirándole, ya sin sonreír, me llama la atención verle tan diferente.

―Es maravilloso matar por placer, matar cuando ves que ellos están equivocados y que no comprenden que tú llevas la razón. ―le digo con una voz penetrante y profunda, mirándole a los ojos. ―Y es frustrante ver cómo los demás no te entienden cuando tú sólo intentas hacer lo que es justo. ―finalizo.

Sus palabras me gustan, provocan una sensación de complicidad y comprensión algo extrañas hacia ella, se muy bien de lo que habla, lo he vivido y lo he sentido, me mira a los ojos, yo evito hacer lo mismo y miro al frente, puede que si la miro a los ojos ella intente algo, no es de fiar. Dejo de mirar al frente y dirijo mi mirada hacia su rostro, no me fijo en ningún punto en concreto, sino en toda la cara, después de verme tantas veces en el espejo, ver en un reflejo a un hombre con dos rostros, ella me parece mas extraña de lo que es. Levanto mi brazo izquierdo e indico a mis hombres que sigan su camino y busquen las armas mientras yo sigo mirando a la cara de Ivy con el ceño ligeramente fruncido y una expresión que expresa enfado.

- Es curioso que lo digas porque eres la primera en saltar cuándo se quitan de en medio un par de plantas por el bien del progreso.

Me quedo en silencio mirándola cuándo de repente mis hombres vienen corriendo y se paran delante de mí, jadean y se ponen detrás de Ivy y de mí y uno susurra un nombre: Solomon Grundy.

Miro hacia el lugar del que vienen y de golpe se sienten unas fuertes sacudidas que me hacen tambalear un poco e intentar fijarme al suelo mojado, otro golpe resuena y entre las entrañas de las alcantarillas se oyen unas palabras:

- Solomon Grundy... nacido un lunes... nacido un lunes.

Esbozo una pequeña sonrisa mientras susurro otras palabras:

- Bautizado un tormentoso martes.

Poco a poco se empieza a ver una figura en la oscuridad que va tomando forma, un ser horrendo y gigantesco, que pone en jaque hasta al mismísimo Supermán.

Me gusta su expresión, aunque no me mire, me resulta incluso tierna. Ha cambiado mucho y parece que ahora es sólo un pobre hombre consumido por la rabia y la sed de venganza, con bondad en su interior pero una falsa coraza de maldad. Eso es lo que parece, pero no puedo fiarme, ahora es muy inestable y depende mucho más de su moneda. Qué mal le hizo ese payaso loco y esa mujer fiscal. Ahora ha hecho que sus hombres se vayan, eso me gusta, significa que quiere prestarme más atención, y ahora estamos solitos los dos. Será más fácil y divertido hablar con él, aunque en realidad me dan igual sus matones. Sin embargo, estando ellos aquí, tenía que dividir más mi atención y no podía centrarme en quien de verdad importa.

―Eso es un camino equivocado hacia el progreso, no hace falta arrasar con los vegetales para progresar. Pero tú no lo entiendes, destruiste una colección de plantas que se perdió para siempre sólo por construir una prisión. ―digo sin camuflar el rencor que siento hacia él. No nos da tiempo de hablar más, oigo unos pasos apresurados y me giro hacia el lado por el que se fueron esos idiotas. Se ponen detrás de nosotros mientras me tambaleo. Algo viene del otro lado, haciendo mucho ruido y moviendo el suelo. Me pongo alerta del todo. ―¿Qué es eso...?

Estoy nerviosa, ¿Para qué negarlo? Eso parece algo demasiado grande y/o fuerte como para enfrentarme a él. Oigo una voz que no me gusta nada y, cuando miro a Harvey, le veo sonreír. Definitivamente se ha vuelto completamente loco. ¿O tal vez no hay nada que temer? Dudo mucho esto último. Retrocedo un paso, asombrada, cuando veo aparecer una enorme y fea criatura. Miro a Harvey en busca de respuestas o de algo que sirva de ayuda.

No puedo evitar escuchar cierto rencor en sus palabras, ella cree que en el progreso no se pierden cosas pero no es así y es muy cabezota, jamás entenderá porque lo hice, seguirá defendiendo a sus estúpidas plantas pase lo que pase. Ahora no puedo contestarla porque tenemos enfrente de nosotros al gran Solomon Grundy y eso requiere de toda mi atención, siento como Pamela se mueve hacia atrás pero yo no, lo conocí una vez y se como controlarlo, aunque parezca irónico, a esta masa de músculos sin cerebro se le vence con unas palabras, pero Ivy no lo sabe, a ver como se enfrenta a esto ella sola, giro mi cabeza hacia atrás para verla y le contesto a sus palabras de antes:

- Bah, un par de plantas que no servían para nada, y una prisión era necesaria en mi otra vida, creía que podía encerrar a los criminales y eso que ves se llama Solomon Grundy, simplemente un habitante de las cloacas de Gotham que puede ser mortal.

Acabo señalando a la gran masa que se acerca, cuándo nos ve empieza a gruñir y viene corriendo hacia nosotros para embestirnos, no me da tiempo a lanzar mi moneda por lo que salto a un lado para esquivarlo. Caigo encima de un charco de agua mezclada con los residuos que vertían esos cadáveres y no me fijo en que ha hecho Ivy, en parte me da igual y espero que la hayan embestido, por otra parte...

Mi rostro no puede dejar de mirar esa horrible criatura que tenemos delante. ¿Qué demonios es eso? Harvey me mira y me responde. Frunzo el ceño pero me centro en el problema presente y más importante ahora, un problema que, al parecer, se llama Solomon Grundy. Un habitante de las cloacas que puede ser mortal ha dicho, eso ya me lo estaba imaginando yo solita. Aún no entiendo cómo puede caber en este sitio. Es grande, pero él también es enorme. Estoy asustada, tengo la sensación de que con un puñetazo me puede matar, es lo más obvio...

La bestia se pone a gruñir y se aproxima a nosotros a toda velocidad. Abro los ojos desmesuradamente y miro a Harvey. Él ha saltado hacia otro lado y yo me dispongo a tirarme hacia el otro. Lo consigo pero no del todo bien. He caigo con mi impulso y recibiendo un poco el golpe de Grundy. Me he golpeado un poco más fuerte de lo que esperaba. Hago una mueca de dolor y me siento en el suelo. Sacudo la cabeza y me levanto. Miro a Harvey y luego a la bestia, los secuaces del ex-fiscal no me interesan para nada.

―Yo me voy, no me quedaré esperando a que me dé un golpe mortal. ―le digo. Él había venido buscando algo, algo que dijo que podría dañar mis plantas, pero ahora es momento de salvar la vida para trazar un buen plan. Me doy la vuelta y corro hacia el lado por el que vino Solomon Grundy. Ya encontraré otra salida.

Ivy se va, para querer proteger a sus plantas no está haciendo más que poner pegas, mejor, así me libro de su arrogante pero a la vez agradecida compañía, ¿Cómo que agradecida? Dios, no puedo creer que haya dicho eso, Dos Caras tiene unos gustos muy raros. Lástima, me hubiera gustado ver como se enfrentaba a Grundy, aunque algo me dice que cuándo me libre la bestia ella regresará cuál perrito faldero, ser dos me gusta, mis hombres no cuentan como tal, no son... diferentes.

Grundy acaba embistiendo al aire y gruñe fuertemente, tanto que me tengo que tapar los oídos para que estos no se me destrocen, entrecierro el ojo que puedo cerrar y veo como Grundy me ve y se queda callado mirándome extrañado, sonrío ligeramente, para decidir como actuar hago lo que hago siempre, cojo mi moneda de plata y la lanzo al aire, cara lo calmo como sé que se calma, marcado, dejo florecer mi lado mas “complejo”, la cara sobresale y Dos Caras se enfada, pero la justicia es la justicia.

Grundy, a quien he obviado en este pequeño proceso se ha enfadado, al parecer por la moneda y se acerca a mí rugiendo como una bestia, bueno, al fin y al cabo lo es, es justo decirlo. Me intento levantar a duras penas pero no soy lo bastante rápido y Grundy me agarra del cuello, siento como si una apisonadora me aplastase el cuello pero no lo rompiera, Grundy me va a tratar como si de un muñeco se tratara, tratándose de mí sería injusto, merezco algo más, apenas puedo gesticular palabra pero mis ligeros susurros ponen curioso al monstruo y este me baja bruscamente al suelo, caigo de rodillas y me llevo una mano al cuello mientras toso unas cuantas veces, entonces, desde el suelo intento hablar aunque me cuesta, maldito monstruo, ¿sin voz como voy a poder seguir haciendo cumplir mi justicia?

- Solomon Grundy nacido un lunes... bautizado un tormentoso martes... - el monstruo parece parar de golpe, como si se topara con un sedante para elefantes o algo por el estilo, pero no se duerme, sino que me escucha prestando una extraña atención. Estoy empezando a amansar a la bestia- ...casado un gris y... feo miércoles... enfermo un cálido y suave jueves- sorprendentemente se empieza a sentar y baja la cabeza, como si escuchara una historia que le trajera malos recuerdos- ...grave un ventoso y brillante viernes... muerto un alegre y glorioso sábado... enterrado un crudo y ardiente domingo. - Me acerco a el poco a poco y le hablo con un tono sincero pero sin perder mi característico toque provocado por las quemaduras- ¿Te acuerdas de mí? Tu y yo somos parecidos, vivimos dos vidas, no, ¿Grundy?

No me contesta, sino que se quedara mirando el techo sin expresión alguna, pero sé que me escucha, puede que en el fondo de su alma haya alguien y que sea como yo, que viva dos vidas.

Corro por las alcantarillas lo más rápido que puedo, estos zapatos a veces no son de lo mejor para una misión. ¿Pero qué voy a hacerle si adoro estar bien arreglada? De todos modos, no me impiden correr, y ya estoy acostumbrada a llevarlos, aunque hoy me habría venido bien venir descalza o con algún tipo de zapato plano. Creo que no tengo zapatos sin tacón, tal vez algún día me compre o robe algunos, pero no me parecen tan bonitos.

Sigo oyendo los gruñidos del tal Solomon Grundy ―no entiendo cómo esa cosa puede tener un nombre de persona, no sé lo que es, pero parece de todo menos un ser humano― y también notando las vibraciones del suelo cada vez que esa bestia da un paso. No sé por qué, pero quiero volver, tal vez para ver cómo aplastan a Harvey Dent, y así cumplimentar mi venganza, aunque la tuve cuando le engañé de aquella forma. Ahora echo de menos tenerle para mí sola. Pensándolo bien, Harvey no puede morir todavía, tengo que saber qué es eso que puede hacer peligrar mis plantas, y para eso le necesito vivo.

Giro sobre mis tacones altos y corro de vuelta al lugar de la acción, pero voy aminorando la velocidad conforme empieza a llegarme un olor repugnante. Camino con cuidado, no quiero llamar la atención del monstruo, aunque tampoco es que ahora mismo esté siendo muy discreta. Cuando llego a ver a Solomon, me sorprendo. Parpadeo, perpleja, y echo una mirada, que no se extiende por mucho tiempo, a los hombres de Harvey. Este está muy cerca de la bestia, y le dice algo que me hace fruncir el ceño. ¿Cómo... cómo ha logrado que se calme? Prefiero mantenerme en silencio para observar lo que ocurre, luego preguntaré qué ha pasado.

Grundy se calma, me gusta que se calme, en este caso ha triunfado la parte racional, no puedo evitar pensar que esto es una metáfora de cuándo sale la cara lisa de mi moneda, que mi parte mas salvaje se calma y se reprime, es lo que tengo delante, una bestia reprimida porque mis palabras le han afectado, porque incluso la palabra mas insignificante puede tumbar al mas grande de los reyes... pero Grundy no es un rey, es una bestia, un animal... una persona que perdió el rumbo y se relacionó con quien no debía... pero es una bestia, sin sentimientos... si no tiene sentimientos, ¿Cómo se explica este cambio brusco de actitud?... fácil, fue domado... dudo que esto se deje domar...

Mis pensamientos se ponen alerta por un ruido que captan mis oídos, mi mirada hasta ahora miraba a esta bestia de Grundy que ahora se muestra sumisa y dispuesta a obedecerme, ahora mismo controlo a este mastodonte que ha dado guerra a los mas grandes supuestos superhéroes de la Tierra. Giro la cabeza, extrañado, mi rostro muestra una ligera sonrisa de orgullo al ver que Ivy se esconde entre las sombras... al final no se ha ido, tal y como pensaba... los criminales se atraen entre ellos... pero ella es diferente, no es tan mala, defiende lo justo... lo justo? Ella defiende unas estúpidas plantas, y me traicionó...

La miro fijamente, sin saber que decir, Grundy de vez en cuándo suelta un pequeño gruñido y me mira como un perro mira a su amo, sin apartar la mirada de esa mujer de esbelta figura y vestida con hojas lanzo mi moneda al aire para ver que el lado marcado ha salido esta vez.

- Creía que ya me habías dejado solo, normal que tengas miedo, puede impresionar.

Me había hecho ilusiones en vano de que se haya ido... pero siendo dos me siento mas agusto... solo que ella es un monstruo.

No puedo negarlo, y tampoco puedo ocultarlo, estoy muy impresionada. Cuando vi esa cosa por primera vez, hace un momento, pensé que nos iba a matar a los cuatro. En mi cabeza no cabía la posibilidad de que Harvey pudiera calmarlo de esta manera. ¿Cómo demonios lo ha hecho? Esa cosa tiene que estar muerta para oler tan mal, pero los zombies no existen ¿No? En todo caso, creo que ni siquiera mis feromonas podrían domar a la bestia, volverlo dócil, ponerlo a mis órdenes. ¿Cómo Harvey, un hombre normal y corriente con un arma y una personalidad muy inestable, ha podido hacer que esa enorme y agresiva criatura se siente en el suelo y baje la cabeza? Tal vez Grundy no es lo que parece, tal vez Harvey tiene un secreto bien guardado.

Veo cómo la mirada de Harvey llega hasta mí y sus labios se curvan en una leve sonrisa. No sé qué pensar de ese gesto. Puede estar pensando en pegarme un tiro como mismo puede estar sonriendo por otra cosa. Puede que esté enfadado por haberle dejado solo y sólo sonría pensando en que va a vengarse o tal vez está pensando en que se alegra de verme. Pero esta última opción me resulta tan extraña que no puedo creérmela, así que la descarto y me mantengo alerta por cualquier ataque, él lleva una pistola, y un descuido por mi parte podría resultar fatal. Su mirada se vuelve más profunda, mientras el individuo enorme suelta algún gruñido, haciéndome desviar mi mirada de Harvey a él unos segundos.

Lanza su moneda. Desde aquí y con esta poca luz no puedo ver bien qué lado ha salido. Frunzo el ceño cuando le escucho hablar. ¿Cómo...? ¿Acaba de ser amable conmigo? No ha sonado irónico y tampoco malicioso. Me ha recordado a esa época en la que yo le engañé y él estaba... no, eso no puede ser, es una gran tontería, un engaño de mi mente. ¡NO! Aprieto los dientes y me obligo a calmarme. Mi mueca se convierte en una sonrisa encantadora y me atrevo a acercarme a él y a ponerle una mano sobre el hombro izquierdo.

―¿Cómo lo has hecho? ―le pregunto, evitando el decirle los motivos por los que he vuelto.

Se acerca a mi con esa sonrisa que atrae a todos los hombres, y yo no soy una excepción... claro que lo eres, porque somos dos... cállate, ella es como nosotros... no lo es, es un experimento fallido... ¿y nosotros que somos?... somos la justicia. Se encuentra al lado mío y me pone una mano en mi hombro izquierdo, miro de reojo con una mirada de desconcierto y rabia a esa mano que pertenece a Poison Ivy para ir girando la cabeza y subir hasta su rostro, me encuentro bloqueado otra vez por mis dos personalidades, como de costumbre pero esta vez es diferente, Harvey no quiere mostrar compasión hacia Ivy pero Dos caras quiere hablarla con un poco de aprecio, esto provoca que mi expresión se mantenga seria e inalterable hasta que lanzo mi moneda y veo que la cara lisa ha aparecido esta vez, ahora mi cara expresa rabia y una ligera expresión de asco, me llevo la mano contraria al hombro donde ella apoya su mano y se la quito bruscamente, me giro y me pongo cara a cara con ella, mis dos caras están delante de la suya que sigue manteniendo esa pícara sonrisa. Ahora respondo a su comentario:

- Las fieras se amansan con palabras, supongo que a alguien como tu nunca se le hubiera ocurrido.

Mi tono es arrogante y ciertamente burlón pero parte de mí no la quiere hablar así, la comprende y sabe porque a veces se la trata tan arrogantemente, por envidia. Grundy sigue sumiso al lado nuestro y de vez en cuándo deja soltar algún gruñido suelto.

Me pregunto si esa expresión de rabia que tiene en el rostro la hace a propósito o es algo que ha quedado marcado por sus quemaduras. Pero me extraña, ¿Por qué no va a poder sonreír? De hecho, antes ha mostrado una sonrisa ¿Por qué ahora me mira de esa forma, como si le diera asco? ¿Es que ya no me quiere? ¿Ya no le gusto? Pero no puede ser, a mí nadie me rechaza... yo le gusto a todos los hombres... se mueren por mí, ¡¿Por qué él no?! ¡¿Por qué?! Acaba de lanzar su moneda de nuevo, después de haber mostrado en su rostro un deje de bipolaridad, como si no supiera de qué forma actuar. Sí, no sabe de qué forma actuar, por eso deja que esa estúpida moneda lo decida por él. ¡Es una bobada! Harvey está loco, Dos Caras también. Aquí hay cinco seres y muy pocos están cuerdos todavía. Yo soy de esos pocos... ¿O no?

Su mano derecha ha apartado la que yo tenía sobre su hombro izquierdo, al tiempo que su rostro muestra algo que podría identificar como asco. ¿Por qué los hombres son tan crueles? ¿Por qué se muestran tan ruines? Mezquinos, mentirosos, te hacen creer que te aman, pero en realidad sólo te están utilizando ¡¿Y se quejan de que yo hago eso?! ¡Malditos embusteros! ¡Bastardos! Aprieto los dientes, sin temer tener más cerca su rostro, sus dos caras, mejor dicho. Le miro con la misma rabia con la que me mira él a mí. En un arrebato le agarro del pelo y tiro de él.

―Supones mal. ¿Crees que me conoces, Harvey Dos Caras? ¡¿Te crees inteligente por esto?! A ti no se te puede amansar, y eres una fiera peligrosa. ―casi gruño, justo antes de soltarle con la misma brusquedad que él usó para apartar mi mano.

Me agarra del pelo pero yo no cambio mi expresión seria y enfadada en ningún momento, escucho sus palabras ignorando los ligeros pinchazos que siento al agarrar mi pelo, su voz suena arrogante, casi parecido al gruñido de un perro rabioso y Grundy mira curioso. La miro con unos ojos fríos y cuándo me suelta me llevo una mano a la zona donde me ha agarrado el pelo para ver que lo tengo intacto, no es que me afecte, pero ahora quedaría mal si me arrancaran unos mechones de mi rubio cabello. Normal que actúa así, somos unos groseros... es lo único que merece... merece nuestro aprecio... ¿nuestro aprecio? No le daré mi aprecio a una ecologista zumbada.

- No, no soy una fiera Ivy, simplemente sé que decir en cada momento. Te conozco, olvidas que antes era fiscal y tenía acceso a todas las fichas del psiquiátrico Arkham cada vez que escapabas y si, soy inteligente, soy el doble de inteligente...

Le digo respondiéndola tranquilamente, acabo de hablar como si no lo hubiera hecho aún y tuviera que decir algo más, como si la escena de antes no hubiera sucedido, el tono neutro de mi voz no se responde a mis actos porque hecho el brazo atrás y lo impulso fuertemente adelante para que impacte en la mandíbula izquierda de Ivy, no me duele el puño, he golpeado cosas mas fuertes.

- NADIE ME TRATA ASÍ, Y MENOS UN MONSTRUO COMO TÚ.

La grito fuertemente, cuándo termino aún se oye el eco de mi voz viajando por las sucias cañerías. Me llevo la mano con la que la he golpeado a mi cinturón, a la parte de atrás más concretamente y agarro fuertemente una empuñadura fría de metal que responde a la de un arma cargada, apunto a Ivy, que ahora está en el suelo Me quedo mirándola desde arriba, con una mirada fría e inexpresiva. ¿Qué haces? Déjala... No, tendría que haber acabado con estos monstruos cuándo tuve ocasión... No, nos será útil, es fuerte...

Harvey se lleva una mano a la zona de la cabeza en la que se encuentra el pelo del que le estaba tirando, eso no me hace sentir mejor, no me deja satisfecha, no me hace sonreír. Y mucho menos después de que me diga todo eso. Es cierto, él puede conocerme por culpa de mi estancia en Arkham, porque antes era fiscal, pero no sabe todo de mí, yo siempre guardo un as en la manga. ¿De verdad espera que haya contado todo sobre mí a unos patanes a los que ni siquiera les importo? ¡Como si fuera a sacar algún beneficio de eso! Mi rabia aumenta, cada frase que dice me pone más rabiosa.

―¡No, no me conoces, ex-fiscal! ¡No sabes ni la mitad de lo que crees saber! ¡No ves más allá de tu ego, porque es demasiado grande! ―le espeto, ya hasta me he olvidado de Solomon Grundy, ni siquiera pienso que puede atacarme en cualquier momento. Lo demás viene muy deprisa, no me da tiempo a esquivar su golpe, me ha dado tal puñetazo que me he caído al suelo de espaldas. Hago una mueca de dolor mientras siento un líquido caliente caer por mi barbilla. Me llevo una mano al lugar y, cuando la miro, veo que está manchada de sangre. Mi mirada se ensombrece mientras le oigo gritarme. Veo cómo me apunta con una pistola y me siento perdida.

¿Qué me pasa? ¿Por qué no sé qué hacer? Podría perfectamente quitarle el arma y pegarle yo un tiro a él, pero ya no quiero matarlo. Quiero creer que sólo es para torturarle más por lo que le hizo a mis plantas, pero me siento muy rara. Le miro, desafiante, y apoyo las manos en el suelo para impulsar las piernas hacia arriba y quitarle el arma de la mano. Esta sale volando y yo me levanto rápidamente del suelo, para deslizarme con agilidad hasta su espalda y engancharme bien a ella. Acerco mis labios a su oído, el izquierdo.

―¿Quieres matarme...? ―digo con voz afectada. ―¿Por qué? ¿Es que no quieres que te ayude? ¿No quieres que esté contigo? Te hace falta alguien de confianza, alguien que no sea tan idiota como esos dos tipos que vienen contigo.

Observo como mi puñetazo le ha hecho sangrar y sonrío ligeramente tras esa pequeña visión, me mira pero no veo una mirada de rabia, es curioso, porque alguien a quien le pegan un puñetazo que lo lanzan al suelo y lo hacen sangrar no suele estarle agradecido a su agresor.

Con un ágil movimiento me arrebata el arma de mis manos, veo como vuela y me dispongo a sacar la otra que llevo de repuesto, antes de que mi mano acabe de llegar a mi espalda para coger el arma siento una presión en la espalda y una voz que relaciono con la de Ivy... se ha subido a mi espalda. Sus palabras son tentadoras... pero no quiero tratos con ella... ¿Por qué no? Nos puede ser útil... puede que sí, pero no quiero trabajar con ella... nada de lo que digamos importa de verdad Harvey. Aguantando el equilibrio y evitándome sin muchas complicaciones el no caerme por el peso extra que me proporciona la mujer conocida como Pamela Isley, dirijo mi mano al interior de mi chaqueta para buscar en ella a mi indispensable moneda de plata, la agarro fuertemente y la escondo entre mis dedos para, tras sacarla, lanzarla al aire con un ágil y rápido movimiento, cuándo se vuelve a posar sobre mi mano, el frío contacto con la plata me reconforta y me da una paz que nadie ni nada me puede volver a dar, y el lado marcado gana esta vez. Guardo la moneda tan rápido como la he sacado, no quiero que se extravíe y menos aquí, y giro la cabeza hacia la izquierda para ver el rostro de Ivy mirándome, por el lado que le miro no puedo sonreír, las quemaduras me han quitado esa posibilidad, pero mi voz tiene un toque de complicidad y curiosa comprensión:

- No... no quiero matarte, ¿Qué haría yo sin una flor tan dulce y mortal? Debo admitir que a veces me pongo un poco más juguetón de lo normal pero eso no significa que no te aprecie. No me vendría nada mal alguien en quién de verdad pueda confiar, en estos tiempos que corren abundan los patanes y las personas interesantes desaparecemos. Ahora... ¿podrías bajar?

No pretendo que suene como una orden, ni tampoco como una petición amistosa, quiero que se baje pero que no se ofenda por ello... lancémosla al suelo y acabemos este despropósito... ahora yo tomo el mando, la necesitamos... la necesitas, no es a ella a la que de verdad necesito... la que tu necesitas está muerta, y por eso ahora estamos aquí. No veo que hace Grundy, pero no hay indicios de que por el momento se vuelva loco de nuevo... suerte.

Bajo la mirada sin moverla cabeza y veo cómo se mete la mano en la chaqueta, me mantengo alerta, por si se le ocurre sacar otra pistola y pegarme un tiro por fin. Pero no es eso lo que saca, es rápido. Veo qué es lo que sacó cuando la moneda gira en el aire, y mis ojos siguen el objeto de plata con atención. Sale el lado dañado de la moneda y él la guarda, me ha dado tiempo a ver la cara de la moneda por los pelos. La curiosidad me come por dentro, estoy muy intrigada por cómo vaya a actuar Harvey ahora. ¿Volverá a echarme de su lado? ¿Intentará golpearme de nuevo? No pensé que el ex-fiscal fuera a tratarme tan violentamente, soy una florecilla muy delicada... si hasta me ha hecho sangre el muy animal.

Pero se lo perdono. No sé por qué pero se lo voy a perdonar sólo por cómo actúa ahora. Me mira, pero sólo puedo ver su lado quemado, cosa que no me desagrada, sino todo lo contrario, me fascina. ¿Le dolerá? ¿Cómo se sentirá con medio rostro quemado? Su voz suena de forma agradable, me parece música para mis oídos. Dice que me aprecia, que soy una flor dulce y mortal, eso me gusta mucho. Me gusta que me dé la razón y que confíe en mí, y también que piense que soy interesante. Esta parte suya me atrae bastante, parece ser más comprensiva conmigo.

―Claro, querido. ―le digo cuando me pide que me baje de su espalda, comprendo que puede cansarle, aunque yo no pese demasiado. Me inclino un poco hacia él y beso suavemente su piel quemada, y ahora me bajo. Miro a Grundy de nuevo y luego le muestro una sonrisa coqueta a Harvey. ―¿Me dirás ahora cómo le has dejado tan mansito? ¿Qué vas a hacer con él?

Antes de bajarse veo que besa mi parte quemada y las sensaciones se vuelven mas dispares si cabe. Como se atreve a besarme, está loca, la mataré... no la matarás, ella no lo hará, lo habría hecho ya si hubiera querido... que tenga control sobre su veneno no quiere decir que no nos haya infectado y que este actúe de modo retardado... estás paranoico Harvey, no es mala persona... es una mala hierba, y ya sabes el dicho “Mala hierba nunca muere”. Cuándo se baja me estiro un poco para recuperar mi postura inicial y luego me giro hacia Grundy para verle como respuesta a las palabras de Ivy, no le quito la mirada ha esa enorme criatura que tengo delante, sentada y gruñendo ligera e inofensivamente.

- Simplemente le he dicho lo que quería oír... tampoco es un misterio de estado. Lo que voy a hacer será dejarlo libre por ahora, las alcantarillas son una buena vía de escape y me gustará tenerlo por aquí por si acaso.

Me dirijo a mis hombres que ya están más calmados y que han observado la escena apartados, les miro con una mirada enfadada y autoritaria y les hago un ligero gesto de cabeza para que sigan buscando las armas, ellos obedecen y poco a poco se vuelven a adentrar al túnel, sonrío, tienen miedo de volver a encontrarse con otro Grundy, por eso miro a Ivy y le digo:

- No me gustan los cobardes y las balas son demasiado valiosas para malgastarlos con ellos... ayúdame con alguno de tus trucos.

Le pido amable pero con un tono frío en mi voz, mentiría si dijera que su compañía no me agrada, pero tampoco diría la verdad, odio que esté conmigo, complica todo y le tengo asco, por otra parte me gustan sus habilidades y la sonrisa coqueta que pone con todos los hombres, pero tengo la sensación de que conmigo pone una distinta, alucinaciones mías... no, por favor, eso no puede estar pasando. Veo que aún le desciende un poco de sangre por su labio de mi golpe, por lo que alzo mi mano derecha y cuidadosamente le limpio la sangre, me siento culpable por esto... aunque no deberías... no quiero hacerle daño... yo la quiero encerrar, pero a este tipo de personas se les ha de frenar primero, eso era necesario... no lo era.