Nada, Corre y Vuela (Maiwen Jonshon, Hal Jordan)

Joder, qué buen tiempo hace. ¿No pudo venir la tía Lana a vivir aquí? Además de buen tiempo llevo tranquila desde que llegué, que fue ayer por la tarde. ¿Quién me iba a decir que, lejos de mi monótona vida y del peligro criminal, acabaría ganando un concurso por haber enviado etiquetas de botellas de batido por correo? Así es, hace cerca de un mes, cuando aún estaba con la pierna en recuperación, comencé a coleccionar etiquetas de batidos de chocolate que me iba tomando, cuando reunía varias las enviaba, al final creo que llegué a enviar más de cien. ¡Y aquí está! Unas merecidas vacaciones. He conseguido convencer a un compañero de clase para que tome anotaciones y apuntes por mí, aún no sé ni cómo, porque debe de sonar un poco a burla que te pidan que curres un poco más para ayudar a alguien que se va de vacaciones. Claro que, a cambio, le he prometido ayudarle a mi regreso con una asignatura que sé que se le da mal.

Ahora estoy en la playa y esto es como un sueño… arena blanca, mar cristalino, limpio. No me he metido en el agua, ni siquiera me he traído bañador o bikini, he venido simplemente a dar un paseo y a inspeccionar la zona, tengo que andarme con ojo porque ya no me fío de los lugares nuevos. ¡Pero esta ciudad es mil veces mejor que Gotham! Si fuera por mí, me vendría a vivir aquí, aunque puestos a elegir preferiría volver a Canadá, con mi padre, aunque allí muchos me recuerden por mis peleas. Qué recuerdos… entonces solía ganarlas y, aunque me llevaba golpes, nadie había llegado a meterme el cañón de una pistola en la boca. Siento un escalofrío y sacudo la cabeza al tiempo que una nueva ola me remoja los pies.

Estoy paseando por la orilla de la playa, con una camiseta de manga corta, unos pantalones con las patas dobladas para que no se mojen y sin zapatos, completamente descalza. Es agradable esto, al fin tranquilidad… hasta que un imbécil me da tal empujón que estoy a punto de caerme. Suelto una maldición entre dientes y miro a todos lados en busca del tío que me ha empujado. Lo diviso nadando con desespero ¿Qué coño…? Al parecer le está siguiendo la policía. No me jodas, tío… ¿Qué pasa? ¿Es que me he convertido ahora en un imán para criminales? Veo cómo el tipo parece comenzar a ahogarse, algo tira de él, sí, tiene que ser eso, alguien está tirando de él hacia el fondo porque se le ve más desesperado aún. Entonces alguien sale del agua llevando al tipo con él. Frunzo el ceño. ¿Quién es ese tío raro y por qué va vestido así? Me quedo mirándolo, entre pasmada y mosqueada por el empujón, sin mediar palabra.

Después de todo, Coast City no es la ciudad perfecta, es mi ciudad y eso la convierte en una de las más seguras de los EEUU porque la población confía en mí hasta el punto de arriesgar su vida pero aun así tenemos un ligero índice de criminalidad, no es tan grande como Gotham, eso sería insostenible para la voluntad de recuperación de la ciudad, pero hace que necesitemos un buen cuerpo de policías. A veces me limito a volar por la ciudad, a dejar que los ciudadanos me vean, que observen el resplandor esmeralda que desprende el traje y el aura que se crea cuándo empleo el vuelo, quizá ese es el secreto, mientras Batman actúa en la sombra, aquí yo soy la luz, la gente me puede ver, la gente sabe que soy como un policía espacial y confían en mí, pese a que no lo hagan tanto en Hal Jordan.

A veces desciendo cuándo veo que no seré un problema para el tráfico y me mantengo a unos tres metros del suelo, a veces asciendo para pasar por las azoteas de los edificios y sentir la brisa y el resplandeciente sol junto un clima cálido característico de una ciudad costera como Coast City, valga la redundancia. Observo la playa, la amarilla arena, el azul mar… y unas sirenas azules y rojas que corren por la arena persiguiendo a un hombre, la policía está actuando, empiezo a acercarme hasta allí cuándo el hombre se sumerge en el mar y empieza a nadar, ¿Dónde va ese imbécil? De golpe me detengo en seco atónito al ver como parece que algo tira de él y se lo lleva hasta el fondo, ¿Qué está pasando…? Acelero aún más la velocidad del vuelo y cuándo estoy a punto de aterrizar veo que algo emerge del agua de forma majestuosa e imperial y que posa un hombre inconsciente, supongo, en la arena, aterrizo justo a tiempo de ver llegar a los policías que arrestan al hombre después de comprobar que sigue vivo y miro a Aquaman ante la atónita mirada de una civil, me acerco a Arthur y le ofrezco la mano para que me la estreche:

- Hola, Aquaman, ¿Qué te trae por Coast City? –Miro al hombre que se empiezan a llevar- Has hecho un buen trabajo, compañero…

Estoy flipando ahora mismo. No sólo ha aparecido un tío del agua con un tridente en la mano, que parece salido del cuento de La sirenita, sino que también ha llegado volando un tipo vestido de color verde principalmente. ¿Pero qué cojones...? Venga ya, por favor, no me digas que en Coast City también hay chiflados con mallas. ¿No hay un puto sitio con gente normal y corriente? Hasta Selina Kyle es más normal que estos dos incluso cuando se viste de cuero negro con un antifaz y se hace llamar Catwoman. En realidad, ella parece tener la cabeza sobre los hombros, y la echo un poco de menos, no he vuelto a verla desde la fiesta de su cumpleaños en la mansión Wayne, y eso que trabajo para él. Ah sí, tuve que pedir unas vacaciones en su empresa, por suerte fueron comprensivos conmigo, seguramente porque sabían perfectamente el estrés que provocaba aquella maldita ciudad.

Pero volviendo al momento presente, el tipo de verde extiende una mano con la clara intención de hacer un estrechamiento y le llama Aquaman. Aquaman... cómo no si ha salido del agua... bueno, al menos no parecen ser una amenaza, los polis están tranquilos, además, el tal Aquaman ha detenido al tipo que me empujó, que parece ser un criminal por lo que oigo decir a los policías. Joder, la policía es inútil, hasta mi madre sola podría hacer mucho más que un cuerpo entero de agentes. El tipo de verde se llama Green Lantern... oh sí, también es muy apegado a su vestuario. Ah, mierda, pero si yo conocía a estos tipos de antes... ¿Cómo se me ha podido olvidar? Vi algo sobre ellos por ahí, y también escuché a la gente mencionarlos alguna vez. Supongo que no le di mucha importancia al asunto... Debería irme de aquí... ¿Pero por qué voy a hacerlo? Yo estaba primero, pasando un rato tranquilo. Joder, menos mal que no me metí en el agua por completo, tal vez podría haberme topado con el hombre acuático este. Resoplo y noto cómo alguien me agarra del brazo. Es un policía. Me dice que le acompañe para que dé declaración. ¿Qué? ¡Ni hablar!

—Eh, déjeme en paz, que yo sólo estaba paseando y ese gilipollas me ha empujado. Yo estaba tranquila aquí, no voy a ir ahora a una comisaría. —le respondo con mala leche.

El rey de los mares me responde con voz tosca y seria pero yo le contrarresto con una pícara y despreocupada sonrisa pero si he de admitir algo es que quizá me he sentido algo ofendido al haber dicho que necesitaba su ayuda, esta es mi ciudad, puedo defenderla tranquilamente y al hombre que se están llevando no le veo yo una amenaza como podría serlo Hammond o Tattoed Man, por poner un ejemplo aunque este segundo solo puede dar problemas serios cuándo los tatuajes que tiene son amenazantes, si se tatúa una cabra como que es muy inofensivo y no supone un problema que tratar, pero lo que no supone ningún inconveniente es que un criminal cualquiera intente huir por mar, eso es algo raro…

- Ey, pescadito, creo que sonaré como Batman pero esta es mi ciudad y…

Antes de decir nada oigo como la chica que hay al lado nuestro empieza a gritar y a ponerse como una histérica cuándo la policía le pide si puede acompañarles para tomar declaración, puede que esté en shock por lo sucedido, no es fácil ver a una leyenda viva como soy yo y a Aquaman manteniendo la compostura así que me acerco al policía que iba a sacar las esposas y le hago una señal para que se detenga:

- No se preocupe agente, ella no ha hecho nada, puede llevarse a ese hombre y juzgarlo de lo que sea culpable. - El policía asiente y al instante deja a la pobre muchacha, mi expresión seria se transforma en una agradable y cordial - ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño o algo? Si quieres te podemos ayudar en lo que podamos – me acerco a ella para susurrarle una cosa y señalo a Arthur mientras lo hago- pero ten cuidado con el hombre pez, tiene un humor algo “peculiar”.