Cuando las malas intenciones se juntan [Harvey Dent]

En esta ciudad la gente no sabe apreciar al verdadero héroe pues se idolatra a un hombre disfrazado de murciélago y se odia a alguien como yo cuyo mayor crimen fue creer en un sistema que cree más en el fuego que en la justicia, y la parte izquierda de mi rostro lo sabe perfectamente. Precisamente por la confusión en la que viven los ciudadanos de Gotham necesito que mis hombres me acompañen, soy alguien fuerte y capaz de encargarse de cualquier cosa por mí mismo pero Gotham tiene demasiados ciudadanos y demasiados engañados que podrían atentar contra mí sin que yo lo viera venir…. Pero el azar es justo y los hombres que me acompañan simplemente se limitan a protegerme mientras yo cambio la mente de los gothamitas. Con ambas manos en los bolsillos y mirada seria e imponente llego al local que el Pingüino dirige, el Iceberg Lounge y el hombre que vigila la entrada se aparta al verme venir, sabe quién soy y lo que he hecho y el Pingüino también lo sabe.

Entro en el bar a paso firme y me acerco hacia la mesa que me preparan sin dedicar ni una sola mirada a las otras personas que se hallan en el local, son criminales, la basura de la sociedad con la que me tengo que resignar a trabajar para conseguir mis objetivos y por eso no merecen ni un solo vistazo de ninguno de mis rostros. Me siento en la silla apoyada en la pared desde donde tengo un punto de vista de todo el local y de las personas que allí se encuentran, apoyo una mano de forma despreocupada en la mesa mientras el camarero me trae una botella de whisky pedida por mis hombres, la deja allí y yo me dispongo a ponerme un vaso cuándo veo que alguien ha dejado uno vacío en la mesa, alzo la mirada y veo a una mujer de cabellos oscuros y pose orgullosa. Escucho lo que dice y con una voz monótona pero sin duda amenazante no dudo en responderle:

- Lo que creo es que deberías darme un motivo para que mis hombres no te vuelen la cabeza, señorita…

Contemplo el numerito que realiza la mujer que tengo delante quien, sin duda, me recuerda a la despreocupación y a la burla hacia la muerte que realiza Catwoman en cada encuentro que realiza conmigo, de un modo seductor pero a la vez imponente y firme sin situarse de forma inferior a mí… me repugna. Mis hombres me miran esperando una orden para obedecer y reducir a la insensata que se ha sentado enfrente de mí pero yo simplemente dedico mi mirada a observarla y mi oído a escuchar lo que me propone, porque sé que nadie se atreve a acercarse a mí de ese modo si no es que pretende tratar algún tema conmigo, y no es policía porque la policía en Gotham no actúa de este modo, además que me habría enterado, mis topos está bien situados en la jerarquía gothamita.

Así que quiere hacer negocios conmigo, finalmente se hace el silencio, un silencio en el que procuro analizar la situación fríamente: acabar con ella por la falta de respeto que ha mostrado acercándose aquí y librar a Gotham de una basura menos o escuchar el negocio que me propone, en este caso siempre puedo cambiar de opinión y acabar con ella cuándo me apetezca, mi posición, que hasta entonces se había mantenido quieta e impasible se relaja y se echa para atrás para llevar mi mano izquierda al bolsillo interior de mi chaqueta y sacar de él un dólar de plata que le enseño mientras hablo:

- Mis hombres son débiles pero yo no, alguien entrenado por el mismo Batman no es fácil de derrotar así que, por favor, no me trates como si trataras con un matón de tres al cuarto, soy Harvey Dos Caras… no un vulgar corrupto. – Lanzo la moneda al aire y pongo la mano para que esta se pose en ella, bajo la mirada para ver el resultado y luego la guardo de nuevo en su bolsillo mientras que con la otra mano saco el revólver y lo coloco encima de la mesa - ¿Quieres probarlo? Te concedo dos minutos, si no me gusta lo que dices en algún momento te disparo, si no me gusta lo que dices al pasar los dos minutos te disparo, si te mueves te disparo dos veces, hay gente mucho más rápida que una bala pero seguro que tu no… habla antes de que mi paciencia se esfume.

Se cree que me conoce, se cree que puede hablarme como me habla, sin respeto, poca gente lo hace y poca gente sale con vida… o ilesas. Me propone un negocio, quizá es por eso que mi dedo no aprieta el gatillo, porque lo que me propone es algo que quiero, acabar con el supuesto príncipe del crimen por los insultos que ha cometido hacia mí. Oigo el ruido del cuchillo girar sobre la mesa y entonces bajo ligeramente la mirada para observar la navaja característica del payaso, la agarro con la mano libre y la observo, miro a la mujer que tengo delante con una mirada seria y mis ojos se encuentran con los suyos, ¿acabar con él? No actúo, no hago nada, simplemente me quedo allí mirándola fijamente a los ojos, respirando tranquilamente mientras que en mi interior repaso la situación. Una mujer que no conozco de nada me propone acabar con el Joker de buenas a primeras, deduzco que ha trabajado con el Joker antes, alguien que no lo conoce y solo ha oído hablar de él no se decide a matarlo y si ha sido víctima de él o alguien lo ha sido el miedo se apoderaría de ella, ¿Por qué quiere acabar con él? No me gusta la situación, podría matarla pero entonces perdería la deliciosa intriga que se ha generado, de todos modos no tengo porque mostrarme indulgente con ella, lanzo una furtiva mirada a mis hombres y estos lo entienden pues rápidamente se abalanzan sobre ella y la inmovilizan sobre la mesa, entonces me levanto y me acerco a ella, de reojo veo como nadie ha prestado atención al ligero ruido provocado, los criminales y los disturbios abundan aquí y esta muestra de poder es menor comparada con otras veces. Le pongo el cañón de la pistola en la cara y entonces le respondo con una voz suave y tranquila pero no menos amenazante:

- ¿Matarle? ¿Cómo sé que esto no es una trampa? ¿Cómo sé que lo que me estás contando no es una mentira para llevarme ante él? No soy imbécil, “Femme Dragon” –su nombre lo digo con tono burlesco- Y no he llegado hasta aquí por el Joker, he llegado hasta aquí porque cuándo me encontraba con gente como tú los mataba.

Se ríe, una risa que en mis pensamientos recuerda a la que realiza el Joker, con locura pero que, increíblemente, aún conserva un ápice de locura porque es intencionada para saca de quicio al enemigo, para que la ira y la rabia le ofusque y no piense con claridad, el Joker es una mente inteligente y nada de lo que hace es casual, por eso no me fío de ella, nadie deja al Joker y vive tanto tiempo como para acercarse a alguien como yo. Me anima a disparar pero entonces es cuándo en mi mente analizo la situación y comprendo que es kamikaze, y la gente no suele serlo porque sí, ni siquiera el Joker, debe tener algo que cumplir, un objetivo impuesto por ella misma o por el payaso, pero un objetivo al fin y al cabo, sonrío ligeramente y cuándo se libra de mis hombres y rápidamente me quita mi revolver llevo mi mano detrás y saco otro, siempre llevo dos por situaciones como esta, un segundo después veo como un cañón apunta a mi rostro pero otro apunta al de esta estúpida mujer que quiere hacer negocios con la justicia de Gotham.

Mantengo firme la pistola, no la bajo en ningún momento y tampoco aparto la mirada de la mujer que me está encañonando con mi propia pistola, pero aún así consigo sacar y lanzar la moneda, cuándo esta acaba de dar el giro paso el dedo por ella para ver si siente alguna marca, no, por lo que es hora de escuchar el negocio que me presenta. De reojo consigo ver a alguien que nos mira de reojo pero que al captar que yo también lo hago vuelve a bajar su mirada hacia su bebida alcohólica. Me gusta.

- Bien… ¿te necesito? Gotham ya es mía, solo que aún no lo sabe, llevo mucho tiempo en el negocio, mujercita rebelde, y puedo encargarme del payaso si quisiera, si aún no lo he hecho es porque me resulta útil, bien… ¿quieres negociar? Dime porque quieres acabar con el payaso y te recomiendo que la explicación sea convincente, ahora, si eres tan amable… - le enseño la palma de mi mano – me gustaría recuperar mi arma.

Y no me entrega el arma, en su lugar me ofrece una especie de negocio que para nada considero justo, se cree que puede jugar conmigo, hacerme hacer lo que ella quiere que haga, pobre infeliz. Esbozo una ligera sonrisa previamente a realizar el amago de bajar la pistola para, con la rapidez que me caracteriza de haber cultivado mi cuerpo en el combate, poder golpear a la mujer con la culata del arma, el revólver se cae y yo aprovecho para cogerlo, me aparto de ella y le lanzo su cuchillo. Mis hombres recién recuperados se acercan a mí y yo vuelvo a mirar a la mujer con una expresión precavida pero no tan agresiva como antes, al fin y al cabo está aquí para hacer negocios, acabar con el Joker es un negocio que tengo que plantear seriamente. Continuando de pie y con la mano libre de guardar el revolver recojo el vaso de la mesa y bebo el alcohol que hay en él de un sorbo, después de limpiarme ligeramente la barbilla poso el vaso en la mesa sin mucho cuidado y mis palabras salen dirigidas de nuevo a mi acompañante:

- Así que eres un Dragón Vengador, la venganza es un buen móvil, pero tienes razón, no se puede acabar con el Joker así como así, y por eso me necesitas, lamento los golpes… pero no me gusta que jueguen conmigo. Quieres que financie tu vendetta personal y eso no puedo hacerlo, si YO decido acabar con el Joker será bajo mis normas, dices conocerlo pero no has pasado tanto tiempo con él como si lo he hecho yo. Te verá venir y acabará contigo con una sonrisa en el rostro… está enfermo.

Está enfermo y eso lo hace peligroso, yo no le subestimo pero él si me subestima a él, todo el mundo me subestima, no saben de que soy capaz, no saben lo que seré capaz de hacer.

¿Le encanta jugar? Acabaré con ella, propondré acabar con ella, si le gusta jugar le gustará ver que dice el azar sobre su vida, sobre si de verdad vale la pena o no… esbozo una ligera sonrisa mientras alzo ligeramente mi cabeza denotando un justo y verdadero signo de superioridad. Escucho lo que me sigue comentando, sin duda se nota la influencia del payaso, esos gestos con las manos que obviamente me mosquean, una sensación que no evito mostrar pues sabe que si me mosquea más del límite puede acabar mal… digamos que como un juguete para mis hombres, el tono de sus palabras y lo que transmiten, no para de desafiarme, de creer que puede superarme, curioso pues es ella la que me ha venido a pedir ayuda y cree que puede mandarme… interesante.

- Bien… si quieres eso encárgate tú del payaso, te he mostrado mis condiciones, si quieres que te ayude acabarás cediendo, en caso contrario…

Me giro y me siento de nuevo en el asiento para echar un rápido sorbo al vaso de mi mesa pero esta vez no dejo el vaso sino que lo sitúo a la altura de mis ojos para luego echar un vistazo a esta Femme Fatale.

- ¿Sabes? Has venido a mí… es justo que yo sea el que mande… - Dejo el vaso en la mesa para coger la moneda de mi bolsillo y lanzarla de modo que rueda en el aire y se acaba posando en la mesa – Y no hay discusión.

Pretende sacarme de quicio pero no lo conseguirá pero el tono de cría pequeña con el que me responde me obliga a mostrar un claro desenfado… estoy a punto de levantarme y petarle la cara con la pistola por llamar juguetito a la moneda de plata que permite la justicia en esta vida pero al observar la cara sin marcar considero que eso no es lo más sensato y que de momento me es más útil viva… si puede ser útil en algún momento. Si que lo será, por lo menos para acercarme al Joker y poder asestarle el golpe final, se cree que tiene el poder pero no es así, no lo tiene… simplemente es un desequilibrado, yo he conseguido mucho sin tanto espectáculo como él. Bien, creo que no tengo que discutir nada más con ella. Agarro la moneda y me la guardo de nuevo en la chaqueta antes de levantarme a la par que hablo:

- Tengo otras cosas que hacer, mis hombres te encontrarán cuándo yo quiera encontrarte, si en algún momento intentas acercarte a mí sin que yo lo sepa, si oigo susurros de que me engañas aunque sean bulos… te encontraré y te mataré con mis propias manos, yo no juego con esto, y tú tampoco jugarás si sabes lo que te conviene. ¿He hablado claro? Toma… - Saco un billete de mi bolsillo y lo dejo caer sobre la mesa antes de irme y concluir – Invítate a algo.

Me coloco bien la chaqueta y acompañado por mis hombres salgo del local a paso tranquilo con una ligera mueca de sonrisa en el rostro por haber hecho negocios y por estar más cerca del control de Gotham.