La venganza es un plato que se sirve bien frío (Harvey)

Las calles de Gotham me parecían más frías de lo normal. Supongo que ello se debía en realidad al frío que sentía en mi interior. Aligeré el paso, dejando que mis tacones sonaran mucho más fuerte de lo normal en mí. Normalmente era silenciosa, sólo llamaba la atención cuando quería llamarla... Pero ahora quería llamarla. Desde que rescaté a Holly de las garras del Joker, no he vuelto a pisar Los Narrows. Había pasado casi una semana. Podía parecer poco tiempo, pero no para mí, no teniendo en cuenta lo acostumbrada que estaba a estas calles. En ellas estaba mi orfanato, en ellas me había criado y había dejado que me moldearan, en ellas había vivido, muerto y renacido... Y a ellas volvía ahora, cuando no me quedaba ningún otro lugar adonde ir.

Procuré no pensar en ello, pues cada vez que lo hacía me hervía la sangre, y mis ojos se humedecían. Se acabó toda esta estúpida ilusión, se acabó de una vez por todas. ¿Querían que fuera mala? Pues tendrían a la gatita más mala y peligrosa de toda Gotham. Nunca tendría que haber confiado en él, nunca tendría que habérseme ocurrido pensar que todos aquellos cuentos infantiles, que todas aquellas ingenuas ilusiones podrían hacerse realidad. Yo no era una princesa, y ningún caballero de brillante armadura vendría salvarme. No iba a ser feliz ni a comer perdices con nadie. Sólo me tenía a mí misma, y ahora tenía que volver a mirar exclusivamente por mí misma. Me había enemistado con mucha gente por su culpa. Era hora de renovar ciertas alianzas.

Llegué a la nave donde sabía que él estaría. No había información que una voz sugerente y una mirada sexy no pudiera sonsacar en un hombre. No llamé a la puerta, ni esperé a que nadie saliera a recibirme, simplemente entré por la ventana. Por supuesto, la nave no estaba sin vigilancia, y yo tampoco quería mantenerme entre las sombras por mucho tiempo.

- Vamos, chicos, no seáis lentos. Os estoy esperando. Alguien ha venido a veros a vosotros y al guapo de vuestro jefe. ¿No saldréis a recibirme? - dije, simulando mi voz como si la de una niña pequeña y mimosa se tratara.

Golpeo mi puño en su cuerpo, un cuerpo que para nada corresponde al que vi cuándo la encontré, he hecho que curen sus heridas solo para volvérselas a abrir de nuevo, no tiene fuerzas ni para hablar pero a mi nunca se me acaban, si ha habido una complicación ha sido para que mis hombres no se divirtieran con ella, no, ella ha de sufrir de mi propia mano y solo de la mía, cierto que mas de una vez he dejado que ellos vean el espectáculo y mas de una vez se lo he insinuado, pero me gusta solo eso, insinuar. No hay ventanas, solo una luz colgando del techo, me aparto y cuándo me coloco de nuevo las mangas de la camisa correctamente me giro hacia atrás y abro la puerta, un hombre me espera fuera y se gira rápidamente cuándo oye el ruido, le miro seriamente, tiene el arma sostenida por si acaso, por seguridad, se aparta y me deja pasar, sin girarme y con una tosca voz le hablo:

- Curadla.

Camino por el almacén que por ahora sirve de base de operaciones, a medida que avanzo observo como actúan mis hombres, con quienes se relacionan, con que puedo obligarles a que me obedezcan, son ratas de cloaca, simplemente les has de amenazar con quitarles su comida para que te sigan ciegamente. Llego a mi despacho, abro la puerta, el pomo está frío por lo que el exterior debe sufrir una bajada de temperatura, entro y cierro la puerta. Echo una rápida ojeada, odio todo esto, para vivir en un tugurio como este lo mejor es morir, que la paz y la tranquilidad vuelva a mí y poder descansar... dormir sin tener que sufrir pesadillas causadas por el incesante dolor. Me acerco a mi sillón y me hundo en él, un reposabrazos es ligeramente más oscuro que el otro, agarro un papel cercano y veo que es una parte de los planos del “Salón de la Perdición”, va a buen ritmo así que pronto el mundo me conocerá, pero primero es encargarme de esa zorra y quitarle los planos y la batería que robó de las armas, sin darme cuenta veo que el papel está arrugado en una de mis manos y mi mirada al frente. Algo distrae mi atención y hace girar mi mirada hacia la puerta, donde uno de mis guardias ha entrado y parece exaltado “Dos Caras, ella está aquí...” No le doy más tiempo porque me levanto y salgo de allí para verla delante de todos mis hombres quienes la apuntan con sus armas, unas armas robadas pero para nada tan potentes como la de los planos que ella ha inutilizado, me acerco lentamente y por un pasillo que han abierto mis guardias, la cabeza de la gata es muy valiosa y nadie a podido capturarla, inútiles.

Mi mirada se mantiene fija en ella, en esos ojos traicioneros y mentirosos, la moneda en mi chaqueta, las pistolas en mis bolsillos, si intenta algo no habrá tentado a la suerte, habrá enfadado al juez. Hablo con una voz seria y amenazante:

- Es una estupidez haber venido aquí porque tienes algo que me pertenece... yo no intentaría nada, saben disparar y las armas son las mejores del mercado.

Aquella pandilla de inútiles necesitaron que yo me delatara a mí misma para poder verme. Pues sí que estaba bien organizado el crimen en esta ciudad. Por suerte los héroes eran mucho más inútiles, por algo esta seguía siendo la ciudad con mayor índice de criminalidad de todo el país. En cuanto me rodearon y apuntaron con sus armas, yo alcé las manos, en señal de que venía en son de paz. Sabía que Harvey no me dispararía, no mientras yo tuviera en mi poder tantas cosas que le interesaban. Llegó el momento de la negociación. Tenía una total confianza en mí misma, sabía que saldría ganando. Tenía tanto odio y tanta rabia en mi interior que no me haría falta disimular, mentir o inventarme una estrategia. Dent iba a creerme.

- ¿Una estupidez? - dije, mirándole a la cara - Yo no lo creo. ¿De verdad me crees tan idiota como para venir hasta aquí sin un plan, Harvey? Un plan que sé que escucharás, pues sé que te interesa. Sime, ¿eso bulto de tus pantalones es una pistola... o es que te alegras de verme? - pregunté, con voz pícara, mientras le guiñaba un ojo.

Supongo que era a causa del despecho y de la experiencia recién adquirida en ciertos campos con el sexo opuesto lo que me había hecho aún más atrevida y desinhibida de lo que era antes. Fuera como fuese, haría que Dent cayera en mis redes sí o sí. Tenía mucho que jugarme, pero no me importaba nada. Ya no le temía a la muerte, pues sabía que nadie me echaría de menos si algo me pasara. Avancé un par de pasos hacia Harvey Dent, con la seguridad de que nadie iba a atacarme ni dispararme, sin dejar de sonreír. Mi sonrisa era mucho más cruel de lo que lo había sido nunca.

- Diles a tus nenes que bajen las armas y nos dejen solitos, en algún sitio íntimo donde podamos hablar sin ser interrumpidos... O te quedarás sin lo que tanto deseas.

Debo admitir que la chica es valiente, desde hace un tiempo las mujeres con las que me topo son mujeres fuertes, independientes... estúpidas. Creyendo que pueden luchar contra mí, si alguna vez han podido ha sido porque quería que acabaran conmigo, odio que no se atrevieran, que gran suerte. La miro a los ojos a la vez que ella lo hace, es una buena actriz pero se me hace complicado no creer sus palabras, por dos motivos básicamente, primero porque si me engaña no saldrá viva de aquí por mucho plan que diga tener... mi juguetito de atrás también tuvo que tener un plan y acabó bajo mis garras, atraparla... destrozarla a trozos, un gran regalo para el murciélago. Veamos si puedo formar alianza con ella, supondría un grave jaque al murciélago, su amante con uno de los hombres a quien tenía aprecio, perfecto.

El otro motivo es que si está fingiendo está llevando a cabo una de las mejores actuaciones que ha hecho nunca, demasiado convincente, incluso llego a dudarlo pero no, no es tan buena actriz. De todos modos sigue arrogante, no tengo motivos por el que ocultar las pistolas ahora que se ha dado cuenta, la agarro más firmemente y la deslizo fuera del bolsillo para colocarla igualmente a la misma altura a la que estaba pero sin la protección del pantalón, apuntando el vientre de la gatita, mis hombres se siguen manteniendo firmes atentos a cualquier orden que yo les de.

Se acerca a mi y siento como mis hombres se ponen mas tensos y siguen el recorrido de la gatita pero yo no digo nada, es mejor que diga lo que tenga que decir y si me parece justo haremos negocios, si no la obligaré a darme lo que me pertenece y a encargarme de que Batman vea su cadáver. Observo su sonrisa, esto me convence aún más de que no finge, ¿que le habrá pasado para que deje de lado su faceta pícara y esté siendo más drástica? Mejor sería que beneficio saco yo de que esté así... Me chantajea, coloco firmemente el dedo índice en el gatillo, si hay algo que no tolero son los chantajes de este tipo pero ahora seré listo y dejaré que crea que tiene la situación controlada, el silencio reina en el almacén durante unos segundos que aprovecho para acabar de decidir mis opciones, solo hay una opción racional, matarla... aceptar su palabra. Ante todo tengo que obedecer la justicia, por eso recojo la moneda de mi bolsillo con la mano libre, siento el tacto de la plata y jugueteo con ella cuándo la saco, sin dar explicaciones la lanzo y solo bajo la mirada para comprobar que lado ha caído, la cara lisa, vuelvo a mirarla a la vez que guardo mi posesión mas valiosa.

- Bajad las armas... - Susurro, mis hombres obedecen sin vacilar, conocen mi ira, entonces lentamente desciendo la mía- No intentará nada, es de los nuestros... ¿Tienes un plan? Yo tengo dos y ambos están en plena confrontación por decidir cuál aplicar, te recomiendo que si alteras este equilibrio lo hagas para tu bien, de lo contrario... -Hago una pausa y le ofrezco pasar por el pasillo que han formado mis hombres indicando la puerta de mi despacho- Puedes venir por aquí, nadie nos molestará.

Recorrí el pasillo que él me indicó con paso seguro, aunque muy atenta a cualquier señal de movimiento a mis espaldas. No iban a pillarme con la guardia baja. De los suyos, ¿eh? Esa idea me gustaba. Puede que en el pasado no me hubiera hecho demasiada gracia relacionarme con Harvey Dent, pues los psicópatas raritos no me gustaban un pelo, pero ahora mismo era capaz de cualquier cosa con tal de vengarme. Sabía que esto le dolería al murciélago, si es que yo aún le importaba un poquito. Como mínimo, le heriría en su orgullo de macho, y con eso me bastaba.

- Claro que alteraré el equilibrio de tus planes... pero será para bien. Al menos, para nuestro bien, porque seguro que algunas personas no comparten nuestra visión. Tengo dos interesantes cosas que ofrecerte, Harvey, y sólo pido dos cosas a cambio. Creo que es justo, ¿no lo crees tú también?

Sabía que, si seguía por aquel rollo de la justicia, estaría comiendo de mi mano en cuestión de minutos. Entré en algo parecido a un despacho y me quedé de pie, frente a la mesa que de seguro él ocuparía. Esperé a que se sentara y nos quedáramos a solas para retomar la conversación.

- Primero las damas. Lo primero que pido es protección, y cuando digo "protección" quiero decir que nadie me haga daño, ni tú, ni tus secuaces, ni nuestros posibles aliados... ni tampoco nuestros enemigos, claro. Luego comprobarás que esto no es sólo una petición, sino un requisito imprescindible para que el plan funcione ya que, sin mí, te quedarás sin nada. Lo segundo que pido es unirme a ti. No necesito tener hombres a mi cargo, ni pretendo mandar en nada, simplemente formar parte de tu equipo y obtener un pequeño porcentaje. Ya sabes que no soy una mujer cara. Y ahora vienen mis ofertas.

Sonreí y me acerqué a él, sentándome sobre su mesa, mientras le dedicaba la más seductora de las sonrisas. Alcé una mano para tomar su corbata y juguetear con ella entre mis dedos. Disimulaba mucho mejor de lo que había disimulado en el pasado, y eso que siempre había sido una buena actriz. Ahora no me daba tanto asco ni me inspiraba tanto rechazo acercarme a Harvey. Eso no significaba que me agradara, ni mucho menos, ni tampoco que estuviera dispuesta a pasar el límite que marqué en el pasado con los hombres... Pero sí que estaba dispuesta a acercarme un poquito más, lo que fuera con tal de conseguir mi venganza.

- Harvey, Harvey... ¿Recuerdas esos planos tan interesantes que robamos juntos? Si queires el resto, puede dártelo... Aunque puedo ofrecerte algo mejor. Decirte dónde está el arma. La he visto con mis propios ojos. Tú eliges... y ésa sólo sería mi primera oferta.

Avanzamos por el almacén mientras escucho sus palabras, claramente busca manipularme bajo mi único punto débil, la justicia, mi necesidad vital de hacer cumplir la invisible fuerza que debe regir todo el planeta y todo el universo, no digo nada, ya habrá tiempo de hablar de negocios cuándo estemos a cubierto de mis hombres, no me gusta hablar de mis planes delante de un montón de hombres, que aunque saben que si me traicionan morirán sin compasión, sé que este no es un tema que tratar públicamente, y nunca se sabe cuándo se podría filtrar una información, de todos modos me centraré en descubrir donde tiene los planos y las armas, si no me gusta lo que me ofrece... mala suerte gatita.

Accedo a mi despacho y lentamente me acerco a mi escritorio, ordenado pero con bastantes papeles amontonados, planos, estrategias, registros... todo está aquí, me siento en la silla a la vez que agarro uno de esos papeles, los planos que robé con ella, seguro que se acuerda, habla, la escucho pero no la miro, me centro en los planos y ver como aumenta la necesidad de arrancarle la información a ella aunque sea por la fuerza, necesito esos papeles pronto o todo puede correr un grave peligro y eso no lo puedo permitir, no sería justo para nadie. ¿Protección? ¿Pertenecer a mi equipo? Dos cosas... interesante propuesta, podría arreglar ambas si me convence lo que ella tiene que ofrecerme, alzo un poco la mirada y dejo el papel sobre la mesa, ella se acerca con unos movimientos que pretenden ser seductores, vaya vaya, intenta hacerme caer en sus garras con sus armas de mujer, yo no soy como los demás, no podrá conmigo, la verdad es que es bastante atractiva. La observo con la misma expresión de permanente enfado mientras se sube sobre la mesa, encima de los papeles, no me gusta que estén tan cerca de mí si yo no lo ordeno, que se acerque si quiere. Cuándo siento un ligero tirón en el cuello bajo la cabeza y veo como agarra mi corbata y empieza a jugar con ella, vuelvo a mirarla al rostro y observo la sonrisa que mantiene, la tengo cerca de mí, demasiado, peligroso. Observo su pícara sonrisa, sus labios, esos labios que pretenden atrapar a todo hombre que los mire y lo consiguen, pero no hacen el efecto deseado en mí porque en mi cabeza solo pienso en una mujer, en Rachel, no puedo hacerle eso a ella ni puedo permitir que nadie mancille su memoria. De todos modos escucho atentamente sus palabras, alerta acerca cualquier movimiento que realice, ¿solo la primera oferta? Se cree que puede engañarme fácilmente, podría considerarlo, es su sonrisa, su jugueteo con mi corbata es lo que me mantiene algo desconcentrado, no es mala oferta ya que cumple mis objetivos, no me fío de ella... Llevo una mano lentamente hacia abajo del escritorio y agarro algo fuertemente.

- ¿Solo la primera? No me tomes por estúpido gatita -Saco la pistola que acabo de agarrar con un ágil movimiento y coloco el cañón en su frente, ahora me encuentro de píe, algo apartado- Esto solo sirve para que no te vuele la cabeza ahora mismo, he hecho mis deberes, preciosa, sé lo tuyo con Batman, ¿esperas que me trague que estás aquí porque pretendes hacer negocio? Estás aquí para que él me capture y acabe conmigo... así que ahora dime la verdad, ¿Dónde están la maldita arma?

Todas y cada una de las palabras y reacciones de Dent habían sido terriblemente predecibles. Y eso que la mayoría de la gente pensaría que un tipo con trastorno bipolar debía ser impredecible... pero no podían estar más equivocados. El lado "malo" de Harvey (por llamarlo de alguna forma) ganaba siempre al bueno, y siempre quería lo mismo: venganza, poder, destrucción... Nada podía sorprenderme viniendo de él. Por ello, apenas me moví de mi sitio cuando él sacó la pistola. De hecho, ni siquiera pestañeé. Mi sonrisa no se inmutó, si cabe, se hizo más pronunciada. Me tomé la libertad y el atrevimiento de poner un dedo sobre el cañón y desviarlo hacia un lado. No sé si me estaba pasando de temeraria por todo lo que me había ocurrido últimamente... o es que, simplemente, no le temía a la muerte. Ya había muerto.

- ¿Lo mío con Batman? - repetí, dejando bastante claro un deje de odio y desprecio al hacerlo - Tú no sabes nada. Basta con decirte que, ahora mismo y en adelante, no seré su aliada. Todo lo contrario: deseo hacerle tanto daño como sea posible. ¿Quieres colaborar o no?

Aunque mi voz sonaba decidida y mi mirada era determinada, no dejé pasar la ocasión de poner una pierna sobre el reposabrazos de su asiento. En realidad, aunque el gesto podía calentarle los motores a cualquiera, era más estratégico que coqueto, pues estaba arrinconando a Dent contra su propio sillón.

- Aún no has oído mi segunda oferta... ¿Qué me dirías si yo te dijera que Batman y una tal Wonder Woman están reuniendo a un equipo de "héroes" llamado "la Liga de la Justicia"... y que yo tengo una lista con todas sus debilidades? Mira que hay que ser estúpido para dejar por ahí una lista así... Pero, ¿qué se puede esperar de un murciélago? En cuanto al arma... - volví a sonreír - Sé que estuve en los muelles, la trajeron por barco. Ahora mismo no sé dónde está, abultaba demasiado como para robarla yo sola, pero... Tengo un pedazo de ella sin la cual es imposible hacerla funcionar... y sé cómo averiguar dónde se encuentra el resto. Tu turno de batear, vaquero. ¿Aceptas mis propuestas... o no?

No se inmuta cuándo el cañón se posa sobre su frente, mantiene su sonrisa, la chica es valiente, eso me gusta, significa que estoy más cerca de decidir si va en serio, yo valoro bastante la valentía pero me irrita profundamente que actúe de este modo, tan arrogante, sin respetar la autoridad, si la dejo entrar en mi grupo estará bajo las ordenes de todos nosotros, no pienso dejarla ir libremente, no me fío nada de ella, ¿y quien ha dicho que tenga que dejarle entrar? En cuánto obtenga el arma no me hará falta para nada y el murciélago perderá a su amante. Y sigue mostrándose temeraria, imbécil, cuándo aparta el cañón del arma, no he accionado el gatillo ahora y me la he cargado porque por ahora la necesito, nadie me ha dado tantos problemas como esta gata y el murciélago, son tal para cuál.

Bajo la pistola por ahora cuándo empieza ha hablar, me responde a la duda que me seguía asaltando todo este tiempo, ¿es el joker un mentiroso? Al parecer el payaso del crimen ha dicho una verdad por primera vez, supongo que me necesita, perfecto, porque yo lo necesito a él, un trato justo. De todos modos no me acaba de convencer, ¿Qué motivos tiene para dejarle de lado e irse hacia el bando que busca su destrucción? ¿Despecho? Las mujeres, ese gran misterio de la humanidad... ¿Por qué pienso en Ivy? Al parecer las mujeres te pueden traicionar sin sentir remordimientos solo por alguna rencilla tonta, entre caso y caso de mafiosos mas de una vez tuve que defender a mujeres que querían sablear a sus maridos y a maridos que se pasaban de la ralla con sus mujeres, todos son la misma mierda, por eso yo era el fiscal, porque soy diferente, soy realmente justo. Miro su pierna subirse a mi sillón, la verdad es que es bastante flexible, ¿está coqueteando conmigo? Imbécil, se cree que puede hacerme algo... a mi, hombre, no está tan mal pero no debo olvidar que a ella no le importo, solo busca desconcentrarme, no lo conseguirá. Antes de que me disponga a apartarle la pierna habla, me detengo a ver que dice reposando mi cabeza hacia atrás y su propuesta es muy interesante...

¿La Liga de la Justicia? Vaya... así que el murciélago ve que no puede solo con todos nosotros, en el pasado ya hubo una Liga de esas pero fracasó, no veo porque está debe triunfar esta vez y viendo como estoy moviendo yo mis fichas, a este paso mi organización aparecerá antes que la suya, mas organizada, mas poderosa... mas justa, él no podrá hacer nada. Y si en todo esto yo poseo las debilidades de todos los integrantes de su grupito será una gran ventaja, me sé unos cuántos pero nunca se sabe cuándo podemos necesitar los de todos, y mas aún en los tiempos que corren donde la gente mata... que curioso... por la información. Habla del arma, presto mas atención si eso es posible, ya ha llegado, así que ella lo sabía, la seguridad va a pagar un alto precio por este descuido, cierro mi puño fuertemente, mierda, tengo que matarla, enseñarla a no robar a quien no puede robar, le aparto bruscamente la pierna sin importarme nada como estuviera y me levanto para colocarme de espaldas a ella, la mente me da vueltas, tengo que matarla, aceptar por el arma, pegarla hasta dejarla inconsciente, atarla junto a Dinah... no, separadas, doble diversión, ella me será útil, supondría un duro golpe para la rata voladora, lanzo la moneda sin planteármelo, el lado liso me indica que camino seguir, me giro y mirándola le digo:

- Déjame resumir la situación, yo a cambio de protección y dejarte entrar en mi organización recibo el arma y la lista de debilidades de los llamados héroes, ¿Qué garantía tengo de que esa lista o la pieza del arma son verdaderas y no simples juegos?

Mucho tardó en responder, y eso me impacientaba. Sabía que, evidentemente, tenía que sopesar todos los pros y los contras de nuestra posible alianza... Pero también sabía que, al final, todo lo decidiría a cara o cruz, así que, ¿por qué pensarlo tanto? Anque también sabía que, cuando quería, hacía las trampas más descaradas para que le saliera el resultado que quería. De repente, empecé a cuestionarme si estaba haciendo lo correcto, y por qué lo estaba haciendo. Quería hacerle daño a Bruce, pero... ¿a qué precio? Yo no era una asesina ni una psicópata. Yo tenía unos ideales.

A pesar de mis pensamientos, no cambié la expresión de mi rostro. Ya pensaría en ello y se me ocurriría algo para que Harvey no se saliera con la suya del todo... Pero, mientras, seguiría con el plan inicial. Primero, porque si me echaba atrás ahora, moriría. Segundo, porque Holly y yo estábamos solas, y necesitábamos protección. Y tercero... porque aún quería vengarme, y no sabía de otra forma. Apenas me inmuté cuando él apartó mi pierna, dejé que ésta cayera sobre el suelo con la gracilidad que me caracterizaba. Por suerte no me tocó la piel, ya que eso me hubiera inspirado repulsa, pues ésta estaba cubierta por mi traje de lycra.

- Premio. ¿Garantía? Sabrás que la pieza es verdadera en cuanto la compares con esto - me bajé la cremallera del traje lo suficiente para sacar los planos y ponérselos encima de la mesa, pero sin que llegara a verse mi ropa interior - En cuanto a la lista... Podrás comprobar personalmente que funciona cuando los héroes empiecen a caer como moscas... O incluso antes. Si descubren que les falta, vendrán a por ella. ¿Alguna pregunta más?

¿Compararla con que? Veo ligeramente nervioso como se baja la cremallera de su pecho, no mentiré diciendo que me parece bastante atractiva pero ahora mismo eso no me preocupa lo mas mínimo, quizá no mucho, porque me interesa mas los papeles que ha situado sobre la mesa, así que cuándo veo que los agarra ya aparto la mirada de su piel y me centró en ellos, los agarro y empiezo a examinarlos minuciosamente, por fin, los dolores de cabeza que me ha dado esta maldita mujer, estos malditos papeles se han acabado, ahora estoy mas cerca de mi triunfo, de culminar mi obra prima, mi Gioconda, mi David, mi Padrino particular está tomando una forma muy satisfactoria, alzo la mirada hacia Catwoman y esbozo una ligera sonrisa, me da igual el maldito dolor, esto es un gran triunfo... un triunfo a medias, aún me debe dar la pieza del arma.

Parece que ni yo mismo comprendo la importancia de este momento, esto está decantando la balanza hacia mi lado, hacia el lado de la justicia, ahora no importará quien me venga, estaré preparado para enfrentarme y acabar con él, y cuándo la mujer que tengo delante me de la lista y lo que falta de mi arma nada podrá detenerme, ¿Qué estoy haciendo? Voy a destruir toda una ciudad, no, todo un continente para luego destruir todo el planeta, millones de vidas perdidas solo por mi afán de hacer justicia, eso no es justicia, es un genocidio, es la mayor justicia que existe, la purificación de millones de vidas para dar paso a una nueva sociedad que esté regida firmemente por los ideales de justicia y azar. No puedo llevar a cabo todo esto, mi plan es una maldita utopía, ninguna sociedad en el pasado se mantuvo integra, todas se corrompieron, la egipcia ya ni creía en la justicia, la griega que era una falsa democracia, la romana, la medieval ya empezó siendo una basura, ¿Por qué ha de ser distinto esta vez? Los tiempos han cambiado, la sociedad puede mejorar, hacerse realmente justa pero solo si se reinicia, mi plan está totalmente justificado, fuera la pobreza, los elitismos, colgaré las cabezas de los supuestos amos del mundo en la entrada de mi Salón de la perdición para que todo el mundo vea en que no se puede convertir esta nueva sociedad y para que sepan que les ocurrirá si incumplen alguna ley. No puedo seguir con esto. Estoy tan cerca que casi puedo verlo. Tengo que detenerlo. Nada podrá detenerme...

Aprieto fuertemente la moneda cuándo dejo los planos en la mesa, no quiero lanzarla pero estoy deseoso de hacerlo, finalmente decido lanzarla para decidir lo más crucial de todo esto, ¿finalizo mi jugada maestra o desisto echando por tierra todo este trabajo? La moneda me muestra el lado liso de la moneda, puede parecer que tengo que desistir, pero no, esto solo indica que debo planear mis últimos movimientos concienzudamente para que nada salga mal, no puede hacerlo...

- Si, necesito saber el lugar donde se encuentra el arma y la pieza, - aún son necesarios para mi plan- señorita Kyle.

Una sonrisa de triunfo acudió a mis labios. Se fiara o no de mí, ahora ya estaba claro que sabía que me necesitaba, y no me traicionaría ni me haría daño hasta que tuviera todo lo que quería. Eso significaba que, aunque él no se diera cuenta, o no estuviera dispuesto a reconocerlo, yo tenía la sartén cogida por el mango. ¿Cuál sería mi siguiente paso? Lo había planeado todo con minuciosidad pero, a causa de mi reciente cambio de opinión, no tenía claro ahora por dónde podía seguir. De momento, tenía que ganar tiempo. No tenía ninguna intención de que Harvey consiguiera el arma, nunca la había tenido. Quería venganza contra el murciélago, pero no a costa de ver cientos de cadáveres adornando las calles de Gotham.

- Yo ya te he dado algo, yo también quiero recibir algo. Llama a tus esbirros y diles lo que hemos acordado. Diles que soy intocable, y que, si en algún momento cambias de opinión, no queires que te hagan caso, que seguiré siendo intocable. Quiero oírlo. Y no intentes amenazarme ni hacerme pensar que me estoy pasando.. porque no quisiera recordarte todo lo que está en juego para ti hoy, "cariño". Tu victoria puede ser absoluta... y yo pido muy poco a cambio.

Todo esto lo dije con voz tranquila, pausada. Evité emplear un tono impertinente o soberbio, a pesar de que mis palabras lo eran un poco, pues sabía que Dent odiaba que alguien tratara de hacerse el listo con él. Aun así, tenía que convencerle de que yo tenía razón, de que sólo quería defender mis intereses y que, si él me los garantizaba, yo no le fallaría. Y sabía cómo provocar que él aceptara... metiéndole prisa.

- La pieza la tengo guardada a buen recaudo, te la daré cuando tengamos el arma - era mi seguro de vida, no iba a dárselo hasta que todo acabara... si es que se la daba - El arma está en un barco en el muelle, no muy lejos de aquí. De momento lo tienen ahí, no quieren que nadie les vea sacarla... pero sé que la van a desplazar esta semana así que, si la quieres...

Aunque pretende sonar tranquila y calmada las palabras que me suelta provocan en mí unas reacciones que hacen que me enfurezca profundamente, nadie puede ordenarme lo que puedo hacer o no y menos para que mis propios hombres en cierto momento tengan permiso para llevarme la contraria, si lo hacen aunque se lo haya dicho yo los mataré sin pensármelo, no tolero la insubordinación. Aprieto fuertemente uno de mis puños ante sus palabras, en cierto modo es lo justo, y me veo en la vital obligación de hacer cumplir la justicia, ella tiene razón, me está dando lo que llevo buscando desde hace meses y a cambio solo pide la vida, ¿demasiado? Quizá, pero de todos modos le puedo otorgar este pequeño aplazamiento, porque la acabaré matando, si las cosas se llegan a torcer, cosa que si todo esto sigue bien no pasará, ya se a quien me sacaré primero de en medio, a la impertinente y estúpida señorita Kyle.

Tras unos segundos replanteándome sus palabras finalmente me decido por seguir con este pequeño negocio, de momento no me cuesta nada decir que ahora es nuestra nueva aliada y que de momento su corazón debe seguir latiendo, como he dicho, de momento. Esquivo a la gata tranquilamente, llevando ambas manos a mis bolsillos, no se porque hago siempre esto sinceramente, me gusta, en cierto modo todo ayuda a diseñar esa imagen de duro y justo que la gente debe tener de mí, sinceramente sé que no me cuesta mucho por la cara pero precisamente por este aspecto es porque no doy esa idea de justicia, la maldita cara, dicen que es un reflejo de mi mente, imbéciles, tienen toda la razón. Me acerco a la puerta y muevo la mano izquierda para dirigirla y agarrar fuertemente el pomo, vaya contraste, en esta mano siento el frío del pomo de la puerta, en la otra siento la calidez de mi pantalón. La puerta se abre cuándo giro mi muñeca y unas cuántas miradas van a parar a mi rostro que se mantiene serio en todo momento, me quedo en esa posición cuándo todas las personas del almacén me miran a mí, en el tiempo que espero me mantengo quieto, inmóvil, imponente ante todos para así ir llamando la atención, cuándo por fin sé que puedo hablar porque todos me escucharan es cuándo hablo después de realizar un suspiro:

- La mujer que tengo aquí conmigo ahora supone una aliada de mi organización, así que encargaros de correr la voz y de que nadie le toque un pelo, quien lo haga tendrá que vérselas conmigo, hablar con quién se tenga que hablar para que el mensaje quede claro... ¿entendido?

Sin dar tiempo a que alguno me hable cierro la puerta despacio y tranquilamente me vuelvo a colocar en el lugar donde se encuentra mi acompañante, por lo menos el frío que he sentido se calma cuándo mi mano se coloca en su bolsillo de nuevo. La rodeo y me coloco en frente de ella, en el camino oigo como me habla de la pieza y del arma y, lo más importante, del paradero de ambas, la chica es lista, sabe jugar, pero yo era fiscal, se tratar con la basura como ella que no tiene unas motivaciones claras, ¿quiere riquezas? ¿lo hace por despecho? Que mas da, lo que importa es en que me puedo beneficiar yo y en como sacarle el máximo partido a la situación. Vaya pregunta más imbécil que me hace, me pregunta si de verdad quiero el arma, ¿Se puede ser más estúpida? De todos modos le voy a perdonar esto porque sé que lo hace para hacerme enfadar y que me vuelva más irracional, nadie podría haberse encargado de mí en el pasado si no supieran de mi temperamento, cuándo sé que no hablará más es cuándo le respondo a lo que me ha dicho:

- Si la quiero la cogeré sin problemas, Selina, parece que el gobierno no quiere que nadie sepa de la existencia del arma, supongo que por eso no han puesto precios a nuestras cabezas por eso mismo... seguro que tu no te interpondrás en el arma y yo, solo me hace falta que me entregues la pieza...

Perfecto. Sabía lo mucho que me estaba odiando Harvey Dent ahora mismo, pero no me importaba. Iba a cumplir su parte, lo sabía. Si no fuera así, se preocuparía por aparentar ser amable para que yo me confiara, pero era todo lo contrario, pues no disimulaba su rabia a la hora de hablar con sus esbirros. La verdad era que estaba tentando mucho a la suerte. Ahora que ya tenía su palabra, me convenía retirarme del terreno de juego hasta que tuviese claro lo que hacer. Pero tenía que ser discreta... ¿Cómo podíamos hacerlo? Dent estaba pirado, si empezaba a sosepchar que yo quería colársela...

- Bien... Ahora que ambos hemos cumplido la primera mitad de nuestro trato, sugiero que pasemos a la segunda mitad. Tenemos que llegar al arma antes de que lo haga el gobierno, o alguno de esos enmascarados de pacotilla. Será mejor que nos demos prisa, ésa debe ser nuestra prioridad ahora. Dime cuándo podrías tener listos a tus hombres y yo te guiaré hasta ella... y te traeré la pieza que falta ese mismo día... o esa misma noche, mejor. De día es demasiado arriesgado, ¿no crees?

Extendí la mano para que él pudiera estrecharla. No es que fuera a ser agradable, pero al menos ya no era tan hostil hacia el contacto con el sexo opuesto como antes. De algo tenía que servir el haberme acostado con el murciélago... a parte de para arrepentirme eternamente.

Escucho sus palabras, tiene razón, esto es solo la mitad de nuestro acuerdo, necesito el arma y ella necesita seguir con vida por lo que hará todo esto para que confíe en ella, de momento esto no me importa, su vida no es nada importante para mí, al fin y al cabo todos somos simples piezas en un gran ajedrez, solo mi vida vale algo mas que las suyas por el simple echp de que el azar me eligió a mí para llevar a cabo su cometido, limpiar la sociedad, podemos decir que soy el Noé de la actualidad, en lugar de un arca construyo una sociedad con solo las personas que realmente merecen sobrevivir y ver el nuevo mundo, un mundo completamente distinto a este y donde no estarán las personas que buscaron matarme y/o herirme, el momento de mi diluvio será el momento de mi ascenso como amo del nuevo mundo, yo no provocaré una inundación, me gusta algo mas... movido.

De noche... tiene razón, la luz del día no es lo mejor para pasar desapercibido y menos si soy yo mismo el que ha de ir a por el arma, porque tengo que ir yo, es lo único que me importa, no me fío de los imbéciles que me siguen ciegamente ni de la mujer que tengo delante, solo entorpecen mi trabajo, ya me engañaron una vez como fiscal y fue algo que pretendió ser un asesinato... maldito Fields, bueno, ahora está descansando con su querido Maroni y yo no he hecho mas que renacer en algo superior, sin la venda en mis dos ojos, el dolor es lo que me hace pensar con claridad, ¿conceptos opuestos? No lo creo. Sin dudarlo.

Hemos de ir a por el arma y no hemos de perder el tiempo con estupideces, si de verdad quiere vivir que me lleve ahora mismo con el arma, ¿Qué hace? Ah, me ofrece su mano para que se la estreche, la alzo un momento pero me quedo quieto muy dubitativo, si la estrecho con ella será como realizar un pacto inquebrantable en el que me veré en la obligación de cumplirlo pase lo que pase salvo una excepción, me gusta esta excepción. La miro a los ojos intentando buscar algo que me diga que está mintiendo, que simplemente me está utilizando para sus propios objetivos, lo que me inquieta es no encontrar ese sentimiento sino que solo puedo ver deseos de venganza y... justicia. Llevo mi mano hacia la suya y la estrecho fuertemente, en todo este momento no aparto la mirada de sus ojos, me gusta mirar a la gente a los ojos, ver lo patéticos que son creyendo que pueden conmigo, tras unos segundos suelto mi mano y la devuelvo suavemente al bolsillo donde se encuentra resguardada, me quedo en silencio acabando de decir que hacer ahora mismo, dirijo una fugaz mirada al reloj que hay colgando en la pared de mi despacho, ya ha anochecido, es el momento perfecto para todo, para que ella pruebe que es de confianza y para que yo recupere mi arma, cuándo dirijo de nuevo mi mirada hacia ella es cuándo hablo:

- Mis hombres están listos si yo se lo ordeno... llévame hacia el arma ahora mismo.

Mierda, mierda y mierda. Dent era impaciente, eso estaba claro... Pero no podía ser esta noche. Necesitaba un plan, y yo nunca salía de casa a hacer nada sin uno. No podíamos ir ahora. Puede que él estuviese preparado, pero yo no. No podía irme a la aventura, improvisando, con Dent y sus hombres. Era una muerte segura en cuanto él tuviera el arma. Me pillaría un fuego cruzado entre sus hombres y los guardias que la estarían custodiando, y yo saldría perdiendo. Y además, estaba lo otro. Aunque deseara vengarme de Bruce, no podía dejar que Dent se hiciera con el arma... ni tampoco que el gobierno se quedara con ella. Algo así no debería existir, y yo no me fiaba de ninguno de los dos bandos.

Mi mente maquinaba a toda prisa una nueva estrategia. Sería arriesgado, muy arriesgado... pero debía hacerlo. Maldita sea. Si al murciélago no le hubiera dado por jugar a los playboys, esto no habría pasado. Yo no necesitaría vengarme de él, no habría actuado de este modo tan impulsivo ni habría acudido a Harvey Dent, no me vería ahora entre la espada y la pared... Estaría con él, lucharía a su lado... tendría otra vida. Me maldije a mí misma por ser así, por volver a ser débil. Tenía que olvidarle, costara lo que costase. No podía consentir que se convirtiera en un estigma, que no volviera a ser la misma por su culpa... o peor aún, que volviera a ser la que fui antes de mi resurrección. Eso ni loca.

Una vez que hube madurado los trazos de una idea en mi cabeza, me volví hacia Dent, con una expresión segura, ocultando a la perfección todo lo que en realdiad había pasado por mi mente. Ahora o nunca.

- ¿Esta noche? ¿No crees que vas demasiado rápido? Comprendo que quieras acabar cuanto antes y tener esa arma en tu poder, yo también quiero que sea así, pero... Piensa un poco, querido. No conseguirás nada si te precipitas. Todo lo contrario. Debemos tenerlo todo planeado... Sé que te dije que teníamos prisa, pero por un sólo día no pasará nada, ¿no crees? Además, ahora mismo no llevo encima la pieza que falta, y supongo que querrás comprobar en primera persona que funciona, ¿verdad? Dame un día. Mañana por la noche, nos encontraremos en los muelles y te guiaré hasta el arma. ¿Estamos de acuerdo?

Siento como la rabia crece en mi interior, rabia porque crea que soy un tipo de esos que se dejan engañar fácilmente y rabia porque no me quiera decir en que maldito barco está el arma, está jugando conmigo, lo veo claro, todo el mundo pretende controlarme pero no les dejaré, yo soy mejor que todos ellos, cree que puede controlarme, que puede utilizarme en su beneficio, ¿mañana? Si vamos mañana le dará tiempo a tenderme una trampa, estoy seguro. Tiene razón, ir ahora sería una insensatez si no puedo comprobar el funcionamiento, si me llevo lo que haya y luego resulta que han jugado conmigo no habrá vuelta atrás, todo se habrá ido a la mierda y habré perdido, no puedo permitir eso, no, la ciudad debe mostrarme respeto y el respeto se consigue mediante el arma, he probado el diálogo en mi etapa de fiscal y eso solo ha servido para destrozarme, mejorarme, la cara.

La miro fijamente a los ojos pero sigo viendo lo que he visto hasta ahora, una inquietante inseguridad, no vacila ni un momento y eso me gusta, demuestra que es valiente, que no le teme a nada y me enfada profundamente, es imbécil, no me muestra respeto. Deseo coger la pistola y obligarla a que me diga donde está la maldita arma y la maldita pieza, le haré lo mismo que le hecho a Dinah solo para conseguir mi objetivo, vaya si sería capaz. Pero por otro lado, le puedo otorgar el beneficio de la duda, en mi mesa tengo los planos que me robó descaradamente en nuestro encuentro, donde me tuve que enfrentar contra la maldita alienígena, suerte que llevaba encima el meteorito ese del que me habló Luthor. Suspiro, la maldita mujer tiene razón, no tengo nada planeado, ahora mismo no haríamos nada, llevo mi mano al interior de mi chaqueta y recuero el pedazo de metal que tengo salvaguardado allí, el frío que siento en la mano es sumamente reconfortante, como si me sintiera completo de nuevo, con un ágil movimiento que solo se obtiene tras lanzarla infinitas veces, la moneda gira en el aire para posarse de nuevo en mi mano, bajo la mirada para observar el resultado, ha salido el lado marcado, debería matarla, me lo ha dictado la justicia, la miro sin cambiar mi expresión, si la mato ahora perderé el arma, es una desobediencia que lleva a un mayor triunfo, un mal necesario, por lo que esta vez saldrá respirando de aquí pero con una advertencia.

Me abalanzo rápidamente sobre ella sin darle tiempo a reaccionar, como he dicho el método para que te respeten es la violencia pero no puedes ejercerla si no estás bien físicamente y yo estoy el doble de preparado que ella, con la mano que no esconde fuertemente la moneda le agarro de la barbilla fuertemente, me da igual si le doy dolor, así la advertencia quedará mas grabada en su mente, me acerco su rostro al mío y cuándo me decido ha hablar lo hago con una voz suave pero amenazante:

- Si vuelves a jugármela te mataré con mis propias manos, y ni tus estúpidos jugueteos ni tu estúpido Batman me lo impedirán, ¿entendido señorita Kyle? - La suelto empujándola hacia atrás, me giro y vuelvo a colocarme en mi sillón, si me ataca mis hombres entrarán y la acribillarán a tiros, podría hacerlo ahora pero perdería todo mi esfuerzo, cuándo me siento y agarro los planos continúo hablándole- Mañana a esta misma hora aquí mismo, si sospecho la mínima traición acabaré contigo. Ahora largo.

Si dijera que me esperaba su reacción, mentiría, pero también si dijera que no estaba preparada para ella. En cuanto sacó la moneda supe que necesitaba decidir algo, que sopesaba distintas opciones en su mente y que, por tanto, podía esperarme algo bueno o algo malo. Aun así, no era ingenua. Sabía que Dent se slataba sus propias normas cuando algo le convenía. Si no le salía le resultado que esperaba, engañaba o volvía a lanzar, aunque no toleraba que nadie le acusara de tramposo. No iba a matarme ni a hacerme un daño considerable, me necesitaba.

Me agarró de forma fuerte la barbilla, pero no tanto como para hacerme daño. Había soportado dolores peores. Lo que sí hacía era incomodarme. ¿Cómo se atrevía a tocarme? Él no era digno ni de rozar el cuero de mis botas, mucho menos de tocar ni un sólo centímetro de mi piel, no sin mi permiso. Me mantuve firme, inmóvil, mirándole de forma desafiante. No tenía miedo, ni intención de aparentar tenerlo. Si había alguna posiblidad, por remota que fuera, de que yo le entregara a Harvey lo que quería, ésta se había esfumado con este último gesto.

- Queda claro, pero no voy a jugártela. ¿Qué clase de mujer sería si lo hiciera? - pregunté, cuando me hubo soltado - Nos veremos mañana, entonces.

Me di media vuelta y salí de aquel lugar con la cabeza bien alta, pasando por delante de los hombres de Dent. Al menos me sentía placenteramente superior a ellos, ahora que sabían que era intocable. Dent iba a pagar muy caro el haberse atrevido a tocarme.

FIN DEL POST

» Una información muy valiosa [Harvey, Barbara, Kara]
» TRAMA CENTRAL LA VENGANZA DE LOS CAIDOS
» ¿Cazador o presa? (Harvey Dent y Dick Grayson)
» Noche fria (Harvey Dent)
» La cara oscura de la moneda (Harvey Dent)