La cara oscura de la moneda (Harvey Dent)

Mai se pierde entre la oscuridad no sin antes gritarme e insultarme, unas palabras que no añaden mas rabia a mi ser sorprendentemente, aunque me a parecido ver como le daba una bala pero puede que haya sido una ilusión, en medio de esa oscuridad, el sonido y la luz brillante de la bala saliendo del cargador ilumina el callejón unas decenas de segundos, y otra y otra y otra hasta vaciar el cargador de balas, entonces paro y me quedo quieto e inmóvil en medio de la oscuridad.

No tengo que perder el control, ha engañado a la justicia pero ella la encontrará y acabará el trabajo y sino tiempo al tiempo. Me replanteo abandonar esta cacería sin sentido y buscarla de un modo más inteligente y racional, aunque no llego a entender esta obsesión por ver la sangre de Maiwen manchando mis dos manos lo deseo al 100%. Aunque me replantee darle una vuelta de tuerca a esta situación sigo teniendo una parte que quiere seguir así, salvaje e irracional, con la falsa esperanza de que una bala le toque a ella, un sinsentido con mucho sentido.

Otro empate mas, por eso confío en la moneda, el azar es justo en un mundo injusto, decide lo correcto sin importarle si eres rico o pobre, hombre o mujer, adulto o niño. Con un rápido movimiento de mis dedos índice y pulgar lanzo al aire este pedazo de plata redondo que tanto significado tiene para mí, deseando que salga la cara para abandonar este lugar y deseando que salga el lado marcado para segur con mi cacería, un 50/50 por el que la moneda se decanta por la opción de abandonar este lugar, en mi interior una bestia es enjaulada.

Me calmo al instante, mi ser racional vuelve a tomar el control, me giro tranquilamente y me acerco al coche para ver a un hombre con la cabeza hundida en el volante, suerte que el claxon no está en medio de este, sino mis oídos habrían explotado ya. Abro la puerta del conductor y, con una tranquilidad pasmosa, saco el cuerpo con la cabeza sangrante del asiento y lo tumbo al suelo sin mucha delicadeza, me llevo la mano al bolsillo derecho y saco un pañuelo, con él limpio la sangre que se puede limpiar para después lanzarlo sobre el cadáver, le hecho un último vistazo al cuerpo con una mirada fría y cruel, me subo al coche y arrancho el coche, el rugido del motor no me molesta nada, miro una última vez a ese callejón.

- No hagamos esperar a mi informante.

Dirijo mi mirada a la solitaria y oscura carretera y sigo mi camino, tranquilo y pensando en cosas mas importantes que lo que ha pasado hace unos minutos.