¿Cazador o presa? (Harvey Dent y Dick Grayson)

Recuerdo del primer mensaje :

Los Narrows. La zona más conflictiva de Gotham City, un nido de ratas separada del resto de la ciudad por un puente y prácticamente dada por perdida por la policía; nadie que aprecie su vida se metería en un lugar así, policía o no, y mucho menos cuando la noche a caído. Irónicamente, eso es exactamente lo que estoy haciendo. Debo ser cautelosa en mis desplazamientos, deslizarme discretamente de edificio en edificio y fundirme en las sombras tal y como se me ha enseñado, porque si alguien me descubre mi vida valdrá menos que nada; ni siquiera mi traje con kevlar reforzado servirá para protegerme si se corre la voz de que Batgirl se ha internado en solitario en los Narrows, por no hablar de que mis planes de averiguar dónde tiene Dos Caras los planos o qué pretende hacer con ellos, se irán al traste. Siento que esta será mi prueba de fuego, la prueba definitiva de si estoy o no lista para ser una superheroína nuevamente: si salgo de esta con vida, me habré demostrado a mí misma que puedo hacerlo, que vuelvo a ser la misma Babs de antes; si no...alguien tendrá que explicarle a mi padre por qué su hija no volverá nunca más a casa, y a Bruce que nunca más volveré a entrenar con él. Aquel pensamiento casi me hace cambiar de idea. Casi. Bruce se preocupará en cuanto se entere de lo que he hecho, me preguntará por qué no le pedí ayuda y se sentirá decepcionado; aún no comprende que necesito hacer las cosas por mí misma, que no puedo dejar que me proteja para siempre. Tengo que hacer esto, y tengo que hacerlo yo sola.

Me detengo en la azotea de un edificio, utilizando mis conocimientos de artes marciales para acomodar mejor el peso y amortiguar el sonido de mi aterrizaje, fundiendome en las sombras rápidamente. Desde allí puedo controlar una amplia extensión de los Narrows y su laberinto de callejones apestosos y humeantes, vigilar los distintos encuentros que en ellos tienen lugar. Trapicheos, encuentros de prostitutas con sus clientes...esta zona es una muestra más que evidente de la decadencia de Gotham City y de en lo que puede llegar a convertirse si el creciente índice de criminalidad no se ataja de raíz. La sangre me hierve al ver toda esa miseria y esa pobreza, pero me obligo a ignorarla, por mi propio bien: esta noche vengo con un objetivo concreto y no puedo dejar que nada me distraiga de él; un paso en falso podría suponer mi muerte. Compruebo la hora y saco mis prismáticos, enfocándolos a uno de los callejones. Si mi fuente está en lo cierto, allí se van a reunir varios de los hombres de Dos Caras para un intercambio; no tendré mejor ocasión de atrapar a uno de ellos para poder interrogarle. Mi impaciencia crece a medida que los minutos pasan y nadie aparece en el callejón. ¿Mi fuente me ha mentido? ¿Ha habido algún cambio en el plan? Finalmente me calmo al ver llegar a los hombres, dos desde cada lado del callejón. Los observo un rato a través de los prismáticos, comprobando que mi información es fiable y no va a haber sorpresas, y por fin me dispongo para atacar.

El salto al vacío es revitalizante, envía una descarga de adrenalina a todo mi cuerpo mientras caigo en esos instantes que tarda el cable del gancho en tensarse y enviarme balanceándome hacia el frente. Caigo sobre ellos como una sombra; son hombres bien entrenados y armados hasta los dientes, Dos Caras no escoge a cualquiera como su matón, el efecto sorpresa es mi mejor aliado y debo aprovecharlo bien. Dos de ellos caen en mi primer envite, sin tiempo siquiera de percatarse de qué está sucediendo. Con los otros dos no tengo tanta suerte, sin embargo; ambos sacan sus pistolas y comienzan a dispararme mientras tratan de perseguirme; la suerte está de mi lado, sin embargo, ya que cuento con la ventaja de que el callejón es estrecho y apenas iluminado, el lugar perfecto para fundirme entre las sombras. Los disparos rebotan a mi alrededor mientras corro a toda velocidad hacia uno de ellos y arrebato el arma de una patada en las manos, que luego sujeto con las mías para utilizar como apoyo y propinar una serie de rodillazos al estómago y a la cabeza, finalizando con un rodillazo dirigido a la barbilla que lo manda tambaleándose hacia atrás hasta chocar con el muro con fuerza, cayendo inconsciente y resbalando hasta el suelo. El otro hombre se ha detenido en medio de la oscuridad al ver a su compañero chocar contra la pared, y utilizo ese momento de duda para arrojarme sobre él por la espalda, derribándolo al suelo y haciéndole perder su arma. Me siento a caballo sobre su cintura para asegurarme de que no se va a levantar y le ato las manos a la espalda con ciertas dificultades, ya que no deja de resistirse y retorcerse hasta que, con un gesto rápido, golpeo su cabeza contra el suelo, lo suficientemente fuerte como para disuadirle de futuros intentos pero no lo bastante como para dejarle inconsciente o mareado. Una vez finalizo mi trabajo, le pongo en pie y lo apoyo contra la pared, presionándole contra los ladrillos cubiertos de graffitis.

-¿Qué sabes de los planos robados por Dos Caras? -pregunté, cambiando mi voz ligeramente para hacerla más ronca, más amenazadora y más difícil de reconocer, como Bruce me había enseñado.- ¿Qué pretende hacer con ellos, dónde los guarda?

El hombre se resiste y trata de soltarse, por lo que le golpeo nuevamente contra la pared.

-¡Habla! ¿Qué quiere hacer con los planos? -repetí, aumentando la amenaza de mi voz.

-No se nada -el hombre tose y se retuerce un poco.- Y tú tampoco deberías pretender saber nada si no quieres acabara mal, jodida cría entrometida -trata de darme un cabezazo, pero yo soy más rápida y le propino un codazo directo a la nariz.- ¡Zorra! ¡Pagarás por esto!

-¡Dónde están los planos! -grito, esforzándome por mantener mi voz ronca.

El hombre se ríe y se retuerce, tratando de liberar sus manos, negándose a darme las respuestas que necesito. Y el tiempo se me agota.

Esta parte de Gotham City sigue tan sombría como siempre... Los criminales siguen escondiéndose en esta zona, donde creen que se sienten seguros ya que nadie en su osado juicio se atrevería a traspasar el puente que separa esta parte de la ciudad con la más normal. O eso creen... Más de una vez, he acompañado a Bruce y a los siguientes Robins que hubo después de mi a aquel barrio para atrapar a algún que otro maleante. Pero esta noche no he venido aquí para atrapar a alguna banda de criminales, sino por otra razón: Barbara.

Desde hacía ya algunas semanas, Babs y yo habíamos vuelto a hablar y hacer el muro que nos separaba algo menos fino... Incluso llegó a ocurrir "aquello" en la fiesta en la Mansión de Bruce la semana pasada. Aunque ella no había vuelto a hablar de ello, así que intento no hacerle más caso a aquel tema. Aun así, y lamentándolo mucho, sigo sin confiar plenamente en las aptitudes mentales de Barbara. Estoy completamente seguro de que todavía no está preparada a patrullar las calles, no al menos como una vigilante solitaria como lo ha sido Batman durante un largo tiempo y que todavía la pesadilla de aquel día en la que Joker le asaltó sigue viva en sus recuerdos... Este fue el motivo por el que una de las pocas veces que hemos salido a patrullar juntos desde que nos reconciliamos conseguí esconder en su traje un pequeño G.P.S. parecido al que Jason se tragó para que le rastreáramos cuando salió de Blackgates. Después de todo, no aparece en la gran mayoría de los Escáneres.

Aun así, desde que la vigilo, le he dado un poco más de "libertad". No estoy continuamente encima de ella vigilándola de cerca ni ayudándola cuando necesita ayuda, dejando que ella se las apañase. Y hasta ahora le ha ido bien.

Pero esta noche ya ha sido demasiado... Ha entrado sola a Los Narrows, lo cual es sinónimo de suicidio. No he podido vigilarla desde que entró porque me vi envuelto con el Pingüino y su banda, lo cual me ha llevado bastante tiempo. Ahora mismo, me encuentro balanceándome gracias el resistente cable de mi gancho sobre las oscuros callejones de aquella zona que tan solo huelen a maldad y sangre. Observo fijamente la señal que intento rastrear del G.P.S. en el traje de Babs en la parte interna de las lentes de mi antifaz mientras escucho como la fuerte brisa que se forma al pasar con rapidez me silva en los oídos. Ya me encuentro cerca de donde ella se encuentra y, sin poder remediarlo, un sabor amargo me invade la garganta sin saber porque.

Entonces, lo veo: Una silueta justo encima de otra, pareciendo que la está estrangulando y gracias a la visión nocturna que viene incorporada en las lentes puedo ver que se tratan de Harvey Dent y... ¡Barbara!

Intento crear un nudo en mi garganta para no gritar su grito desesperado. No es para nada inteligente desvelar su identidad en el lugar donde se encuentran la gran mayoría de sus enemistades. En vez de eso, suelto mi mano del gancho sin preocuparme por él para ir cayendo hacia donde se encuentran ellos dos. Mientras desciendo, llevo una mano hacia uno de los bastones que llevo a la espalda para lanzar lo con todas mis fuerzas hacia la nuca del ex-fiscal, el cual terminar impactando contra su cabeza. Después de todo viví y me crié un Circo y lanzar cuchillos fue una de las muchas habilidades que me enseñaron mis compañeros de espectáculo.

Después de que quede desorientado por el fuerte impacto en el dorso de su columna, hago uso de una de las gastadas y oxidadas farolas, agarrándome a esta con ambas manos para ayudarme a cambiar mi trayectoria de descendente a diagonal, teniendo que dar una vuelta alrededor del eje metálico que temblaba un poco para conseguirlo. Salgo disparado de la farola en apenas un segundo con las piernas extendidas, ambas suelas de mis botas empujaron a Dent desde uno de sus laterales y así consigo apartarle de Barbara.

Chistes parecidos a "¡Hey, Harvey! ¿A qué viene esa mala cara?" que solía decir con una sonrisa en los labios cuando era El chico maravilla vienen a mi cabeza mientras me consigo incorporarme del suelo antes que el desorientado y malherido criminal. Pero no, no es momentos para chistes viendo el estado de la pelirroja, a la cual corro a socorrer sin perder de vista a Dos Caras y apartando también de una patada ambas pistolas para no correr peligro.

–¿Estás bien?–Pregunto mientras ayudo a que se incorpore lentamente del suelo, viendo su penoso estado. Entonces mis ojos escondidos bajo las tintadas lentes de blanco se clavan con rabia sobre el hombre de dos personalidades, llevando una de mis manos al bastón que todavía me queda guardado en la espalda.

Todos los vigilantes venimos con una fecha de caducidad en la caja y lo sabemos: tarde o temprano habrá algún villano, algún delincuente con buena puntería o simplemente un día de suerte, y ese día todo terminará. Ya sea por una lesión, por la muerte de algún ser querido o por tu propia muerte, todos sabemos que llegará un día en el que colguemos el disfraz y digamos adiós a esta vida. ¿Que cómo lo sé? Yo ya lo he vivido, la noche en que el Joker acudió a mi casa y me disparó a la columna solo por ser la hija del Comisario y abrir la puerta; esa noche, después de las operaciones, creí que todo esto se había acabado para mí hasta que, hace unos meses, una operación me devolvió la capacidad de andar, y decidí regresar al juego. Parece que esta noche, el juego se termina para mí.

Apenas tengo tiempo de recobrar el aliento y Dos Caras ya se está avalanzando sobre mí con un alarido, desequilibrándome y tratando de cerrar sus manos en torno a mi garganta. Caigo de espaldas sobre el duro suelo, y ni siquiera el kevlar reforzado logra amortiguar del todo el impacto de mi cabeza contra el suelo. Quedo aturdida unos instantes, tiempo suficiente para que el psicópata logre su cometido, situándose sobre mí y comenzando a asfixiarme. Sus peso me aplasta el pecho y me fuerza las costillas, incluso juraría que he escuchado un crac, y estúpidamente me pregunto cuánto pesará y qué diablos comerá. Me retuerzo tratando de quitármelo de encima, pero la diferencia de alturas es más que evidente y una gran desventaja para mí: mi figura menuda apenas puede competir con su constitución imponente, me sobrepasa tanto en peso como en altura y tiene la posición dominante en este combate. Manoteo, alzo las manos tratando de atacarle al rostro, de obligarle a apartarse de mí, pero sus brazos son demasiado largos y no logro alcanzarle. Cambio de estrategia e intento aflojar los dedos que aprietan mi garganta y aplastan el kevlar reforzado de forma que se cierre sobre mi tráquea. El aire comienza a faltarme y estoy realmente cansada, pero no me rindo ni dejo de retorcerme en ningún momento. No puedo rendirme ahora, no puedo morir: si muero ahora, ¿quién se lo va a explicar a mi padre? ¿Qué le dirán a Dinah? Bruce no se lo perdonará nunca, primero Jason y ahora yo...Trato de golpear sus codos con las manos, pero mis fuerzas están cada vez más mermadas y apenas logro darle un débil empujón. Mi pulso se acelera. ¿Es cosa mía o todo ha empezado a hacerse más oscura? Mierda, eso es una mala señal...Vamos Babs, tienes que lograrlo, tienes que quitarte a este capullo de encima. El aire sale de mis pulmones, pero las manos de Harvey Dent aplastando el kevlar reforzado contra mi garganta cierran mi tráquea y constituyen una efectiva barrera que impide que vuelva a entrar.

Dicen que cuando vas a morir puedes ver tu vida pasar delante de tus ojos. Parece que es verdad, al menos en parte: mi mente comienza a recordar mis últimos meses de vida. Los entrenamientos con Dinah, las comidas con mi padre, las charlas con Alysia, mi primer caso tras el accidente, el encuentro con Bruce y la minina...el reencuentro con Richard tras lo sucedido con Mirror, nuestra reconciliación y...la noche de la fiesta de cumpleaños de Selina, en los tejados de la mansión. De pronto algo me hace presa en el estómago, algo que no tiene nada que ver con las piernas de Dos Caras, sentado a caballo sobre mi cuerpo y manteniéndome inmóvil bajo su peso.

De golpe, la presa de sus manos se afloja un tanto y un hilillo de aire logra entrar en mis pulmones; aunque apenas es una bocanada, la visión se me despeja un tanto y me proporciona unos segundos preciosos más de vida. Si tan solo pudiese alcanzar su rostro... Los ojos se me cierran por si solos. Vamos Babs, abre los jodidos ojos... Siento un fuerte tirón y a continuación el peso de Dos Caras desaparece junto con el bloqueo a mi garganta. El aire comienza a entrar en mis pulmones y yo comienzo a toser, sintiendo la garganta en carne viva con cada tos y cada bocanada...el aire viciado y pútrido de los Narrows me sabe a gloria. Una mano toma la mía con suavidad y me ayuda a incorporarme, quedo sentada en el suelo unos instantes mientras la circulación comienza a restablecerse lentamente a todo mi cuerpo, especialmente a las partes aplastadas por Dos Caras, provocándome un hormigueo que en otras circunstancias sería molesto pero que en estos momentos es la sensación más maravillosa del mundo.

-Sí -contesto con voz rasposa, y casi en el acto me arrepiento de haber hablado tan pronto: es como si me hubiesen prendido fuego a la garganta y me la hubiesen rociado con sal.

Me la cubro con las manos a pesar de que está cubierta por una gruesa capa de kevlar, ese pequeño gesto es más que absurdo. Mis ojos buscan a Dos Caras y las armas, más consciente del peligro que supone ese hombre que nunca, y me pongo en pie como puedo cuando estoy segura de que mis piernas soportarán mi peso. Me siento orgullosa cuando apenas tiemblan un poco y no necesito la ayuda de Dick para mantenerme erguida.

-Ten cuidado -murmuro, la voz rasposa aún, aunque el dolor menos intenso que antes.

Respiro hondo un par de veces, sintiendo el aire entrar y salir de mis pulmones, raspando todo el camino las maltratadas paredes de mi garganta. Es sorprendente cómo pueden cambiar las cosas de un momento a otro: hace apenas un minuto estaba segura de que iba a morir asfixiada en este callejón, y ahora parece que no solo sobreviviré sino que quizás también logre que mi pequeña escaramuza con Dos Caras no haya sido en vano.

Toso, pero el dolor repentino que este pequeño gesto desata me desanima para repetir la experiencia, y me pongo en posición defensiva: no pienso cometer otra vez el estúpido error de pensar que todo ha acabado ya: la experiencia me ha demostrado que con Dos Caras nunca nada es lo que parece. Richard, en su disfraz de Nightwing, posa una mano sobre mi hombro y ese pequeño gesto me da un poco más de seguridad que antes. Una parte de mí quiere subir la mano y enlazar mis dedos con los suyos, darle un suave apretón para hacerle saber que todo está bien, que me ha salvado, pero me mantengo en la misma posición de antes: ahora no es el momento, y no estoy segura de que alguna vez llegue a serlo. Las cosas están algo raras desde lo que sucedió en los tejados de la Mansión y, aunque nos hemos visto y hemos colaborado un par de veces más desde entonces, no hemos vuelto a hablar del tema.

Aparto esos pensamientos de mi mente y frunzo al ceño al escuchar las palabras de Dos Caras mientras se aleja de nosotros, y dirijo la mirada a los hombres caídos a los que noqueé antes de encontrarme con su jefe. Tal y como temí durante toda nuestra confrontación, están comenzando a despertar, pero antes de que tenga tiempo de abrir la boca y advertir a Richar del peligro, él se arroja de cabeza contra Dos Caras, inconsciente al parecer de que ya no estamos tan solos como antes; como siempre, en su afán por ayudar y proteger a todo el mundo ha olvidado protegerse a si mismo. Trato de alcanzar al hombre antes de que llegue hasta mi salvador, pero aún no me he recuperado del todo y no logro detenerle.

-¡Nightwing, cuidado! -grito, y mi voz suena cascada y debilitada en el callejón.

El dolor que experimento al gritar me obliga a llevarme las manos a la garganta y me deja incapacitada para hacer nada más por unos instantes. Cuando por fin puedo volver a moverme, me encuentro con que dos de los hombres -uno de ellos al que traté con tanto "cariño" un rato antes- me están apuntando con sus pistolas. Llevo las manos al cinturón en busca de un batarang con el que desarmarles, para recordar que está vacío a excepción de una bomba de humo, y contengo un gruñido frustrado. Espero que el kevlar esté aún en suficientemente buenas condiciones para resistir los disparos...Afortunadamente, Richard no anda tan escaso de recursos como yo y logra evitar que me conviertan en un colador con ayuda de uno de sus Wing-Dings, dándome tiempo suficiente como para lanzarme sobre uno de los hombres, quitándole el arma de una patada y noquearlo nuevamente al suelo con un par de cabezazos con ayuda del protector de grafito de mi capucha. Retrocedo rápidamente hacia las sombras y me cubro con la capa para evitar que su compañero me vea e intente repetir el proceso: no tengo energías para una segunda ronda, estoy demasiado agotada y todo el cuerpo me duele demasiado. Richard tampoco tiene muy buen aspecto, aunque afortunadamente tiene más energías que yo para enfrentar a los gorilas de Dos Caras, pero esa energía no le durará eternamente: tenemos que parar esto y rápido.

Mientras reviso los alrededores en busca de algo que me pueda ser de utilidad, me doy cuenta de que el ex-fiscal del distrito nos ha dado la espalda y se está alejando, saliendo del callejón. Sin pensarlo dos veces corro hacia él envuelta por las sombras, esquivando a los combatientes, y me arrojo sobre su espalda con los pies por delante, tirándole al suelo y quedando sentada sobre él. Con una mano tomo su cabello y estrello su cabeza contra el suelo con la fuerza justa como para dejarle aturdido antes de romper su cinturón con uno ayuda de las espinas de mis guantes y atarle las manos a la espalda con él.

-Fin del juego -murmuro con voz rasposa en su oído.- Diles a tus hombres que se detengan: es lo justo en tu derrota -le ordeno, y me tengo que contener para no darle un cabezazo o apretar más de la cuenta al agarrarle del pelo.

Dos Caras se retuerce y se resiste con renovadas energías una vez lo he atado, mantenerme sobre él se está convirtiendo en algo muy semejante a mantenerse sobre un toro mecánico. La respiración me sale en jadeos forzados, cada músculo de mi cuerpo protesta y gime ante cada ligero movimiento que hago para compensar las sacudidas y siento el golpeteo del corazón contra las costillas, que me arden; estoy segura de que debo tener por lo menos dos rotas. Aún así, me echo hacia adelante y cargo el peso de mi cuerpo sobre su espalda, afianzando los pies sobre el suelo a ambos lados de su cuerpo, para apuntalarlo mejor.

-Eso ya lo veremos -respondo, manteniéndole sujeto con firmeza.- Pero tengo al impresión de que el primero de los dos que va a ser juzgado serás tú, y te vas a pasar una buena temporada a la sombra en Arkham.

A pesar del dolor que me causa hablar, ya no tengo que esforzarme por disimular mi voz enronqueciéndola, el abuso al que ha sido sometida por parte de las manos de Dos Caras me la ha dejado lo suficientemente dañada como para que resulte irreconocible; algo bueno tenía que tener todo esto. Pero me he confiado demasiado pensando que todoo había acabado ya, porque de pronto escucho el sonido de un arma al ser cargada a pocos pasos de mí y cuando alzo la cabeza me encuentro de frente con un hombre apuntándome con un revólver. Dudo sin saber bien qué hacer: si suelto a Dos Caras probablemente pierda una oportunidad única de detenerle y hacer que toda esta pequeña excursión nocturna a los Narrows no haya sido un acto suicida...pero si no lo suelto, puede que toda esta misión haya sido un acto suicida. Nadie se mueve, el hombre parece demasiado asustado como para atacarme a pesar del grito de su jefe, que nos sobresalta a ambos.

-¡Humo!

La voz de Richard me saca de mi estatismo y me pone en acción: antes de que el hombre pueda dispararme o hacer cualquier otra cosa me echo completamente sobre Dos Caras, aplastando su rostro contra el suelo mientras me cubro la nariz y la boca con la única máscaras de gas -gracias a Dios por la insistencia de Bruce en que llevásemos siempre un poco de todo encima- para tratar de no aspirar humo y me quedo inmóvil para no entorpecer los movimientos de Nightwing, que salta por encima de nosotros y se sumerge de pleno en la espesa cortina de humo que envuelve al sicario de Harvey. Aguardo impeciente, el oído aguzado tratando de distinguir los sonidos que me llegan distorsionados por culpa de la humareda: confío en Dick, pero uno de nosotros ya ha salido mal parado esta noche por subestimar a su contrincante, y un hombre acorralado y armado es el doble de peligroso; no quiero que también él terminé mal por mi culpa.

Mis tempores se disipan al tiempo que la neblina, cuando por fin veo la figura triunfante de mi amigo emerger y acercarse a nosotros. Sonrío cansada cuando le escucho.

-No me digas que ya se te han acabado las pilas, Nightwing -bromeo, quitándome por fin la máscara e incorporándome para quedar nuevamente sentada sobre la espalda de Dos Caras.- Será la edad, ya no aguantas como antes -me burlo sin demasiadas ganas.

Tiro suavemente del pelo del ex-fiscal del distrito para obligarle a alzar la cabeza y que quede mirando a Richard mientras ambos escuchamos las opciones que le da.

-Decide rápido o nosotros decidiremos por ti -le advierto, no podemos perder mucho más rato aquí, en cualquier momento podrían llegar refuerzos o más enemigos y al menos yo no aguantaré otro envite como éste: mi traje está destrozado, el kevlar dañado por los disparos, y mi cuerpo debajo no está en mejores condiciones.