El cumpleaños de la Gata |Fiesta de máscaras| (Selina Kyle)

Menudo comienzo más raro de la noche. Primero ha llegado un hombre que, por lo que ha dicho, es Bruce Wayne, el dueño de la mansión. No sé por qué, pero me esperaba a alguien más viejo, no sé qué edad tiene, pero no parece demasiado mayor. En serio, no sé por qué me imaginé a un hombre mayor que el que veo. Después de su discurso, algo extraño, Selina Kyle da otro. Me he quedado en treinta y tres pero he acabado sonriendo, eso es algo que me dijo a mí y con lo que estoy totalmente de acuerdo. ¿Cómo toda esta gente se atreve a mirar por encima del hombro a los demás cuando ellos son de la peor calaña que se ha visto jamás?

Cuando todo esto acaba le pido al señor Crane que me disculpe un momento para ir a hablar con alguien. Me muevo entre la multitud, esquivando gente y empujando a gordos vagos que no se mueven aunque se lo pida amablemente. Qué asco de personas, ganas que me dan de pegarle unos puñetazos. Por fin consigo vislumbrar a Selina, corro hacia ella ―sin ninguna dificultad gracias a mis cómodas converse― y la intercepto sin ser brusca.

―Selina. ―llamo su atención y, cuando la tengo, me subo el antifaz hasta la cabeza, dejando al descubierto mi rostro, y sonrío. ―Feliz cumpleaños. ―respiro hondo. ―Por cierto... si esto es una fiesta de antifaces y máscaras ¿Por qué no llevas la tuya? ―le pregunto enarcando una ceja. ―Dijiste que esta es tu verdadera cara y que la otra es tu máscara.

Paseaba mi mirada entre la multitud, sonriente, mientras bebía algunos discretos sorbos de mi copa. Me sentía muy orgullosa de lo que había logrado: darle una pequeña lección a todos aquellos hipócritas, escandalizarles con la verdad. Claro que Bruce estaba allí para intentar arreglar las cosas. Le vi recorriendo la sala, sonriendo hipócritamente a los invitados y disculpándose con algunos. Curioso viniendo de alguien que, ocho años atrás, según rumores, se había emborrachado, había echado a todos los invitados de su propia fiesta de cumpleaños y le había prendido fuego a la mansión.

Le veía de vez en cuando lanzarme una mirada de profundo odio. Yo quería contestarle con una sonrisa pícara, como siempre, pero algo dentro de mí me lo impedía, haciéndome sentir como si hubiera tragado algo muy áspero y se me hubiera quedado atascado en la garganta. ¿Quizá me había pasado? No, no podía pensar eso, había sido sincera...

Para evitar sentirme culpable, aparté la mirada de él justo cuando una voz femenina me llamaba la atención. Me di la vuelta y reconocí a Maiwen aún antes de que ella se quitara la máscara. Le dediqué una sonrisa dulce y amistosa.

- Vaya, creí que no vendrías... Supuse que no te gustaban estas fiestas, querida. Pero me alegro de que hayas cambiado de opinión, y te doy las gracias. Miau, me gusta tu vestido... ¿Has venido sola? - pregunté con curiosidad, mirándola a los ojos a través de mi antifaz - Tienes toda la razón del mundo, pero eso es algo que muy poca gente sabe, cielo. Ya viste al gran Bruce Wayne: hay que guardar las apariencias, y cada uno lo hace como puede. Supongo que ya habrías oído hablar de él... ¿Estuvo a la altura de tus expectativas? - comenté, con sorna.

Me gusta que Selina me dirija esa sonrisa, me hace sentir bien, sólo por ese gesto ha valido la pena molestarse en preparar cosas para venir hasta aquí, cuando realmente pude haberme quedado tan pancha en mi casa. Pero me habría sentido culpable, no me gusta rechazar invitaciones de la gente, es como una falta de educación, luego me juego el que pasen de mí y ni se molesten en invitarme, lo que me daría a entender que ya no les importo y acabaría auto-perjudicándome.

Parece mostrar sorpresa porque haya venido, dice que no creía que vendría. Sin embargo, añade que se alegra de que esté aquí y después me dice que le gusta mi vestido... tras soltar una especie de maullido. Aún me descoloca esta mujer, pero intento hacerme a la idea de que no hay nada de malo en eso, es de las personas más cuerdas con las que me he topado desde que he llegado aquí, si se lo contara a alguien me diría “Pues sí que te has encontrado con gente rara ¿No?”, o algo así. Suspiro y sonrío tímidamente.

―Supusiste bien, no me gustan estos eventos tan pomposos, pero me invitaste y no quería ser maleducada, además, me caes bien. Tu discurso me ha gustado, aunque ha sido algo brusco para mi gusto. ―asiento cuando menciona lo demás, junto con lo del señor Bruce Wayne. ―No sabía que esta era tu casa, con razón no querías comer en mi casa, aquí debes de tener comida de sobra. Pareces una sirvienta privilegiada por lo que veo. Y... la verdad es que no oí hablar nada sobre el señor Wayne, no hablo con nadie, no veo apenas la televisión, no leo el periódico y no escucho conversaciones ajenas así que... no, no pude enterarme de ninguna forma de cómo es él, pensé que... pensé que era un viejo ricachón. ―digo y suelto una carcajada. Después me muevo de forma algo brusca. ―Oh, casi me olvido. Te he traído esto. ―digo sacando una caja de color negro de mi bolsillo y extendiéndosela. ―No lo rechaces, por favor, es un regalo. Debes saber que no lo compré, lo hice yo. ―digo y me sonrojo un poco. ―Ábrelo, estoy segura de que te gustará.

Dos broches
El cumpleaños de la Gata |Fiesta de máscaras| (Selina Kyle) Broche_gato-115902

Teniendo en cuenta lo que conocía a Mai y lo que ella misma me estaba explicando, parecía ser una chica tímida. La noche en que la conocí no lo parecía tanto, pues se defendió con valentía de aquellos patanes y, en todo momento, actúo con bastante naturalidad conmigo, una extraña con un antifaz. Supongo que, en una fiesta llena de gente desconocida, las cosas debían ser distintas.

- Espero que no te sientas desplazada ni nada por el estilo. Yo estaré por aquí, así que sabes dónde encontrarme... Pero ésta no es mi casa, cielo. Trabajo aquí desde hace un par de días, eso es todo. Tengo alquilado un apartamento muy humilde en el centro de Gotham. No tengo ni más ni menos privilegios que los demás, eso me convertiría en una hipócrita con respecto a mi discurso. Lo que pasa es que el señor Wayne y yo somos... viejos amigos - mis labios se curvaron inconscientemente en una sonrisa coqueta.

Realmente me sorprendió que Maiwen dijera que nunca había oído hablar de él. ¿En qué mundo vivía esta chica? ¿Uno de los hombres más ricos y poderosos, por no hablar de sus famosas y fingidas excentricidades, y nunca había oído hablar de él?

- Veo que andas un poco abstraída del mundo, si nunca has oído mencionar al "Príncipe de Gotham" en ninguna parte - comenté, con ironía - Así que le imaginaste más viejo, ¿eh? Bueno, en realidad, ya tiene una edad respetable, no le queda mucho para los 40... pero a mi lado todo el mundo parece más joven - solté una pequeña risita traviesa, consciente de la cara que hubiese puesto Bruce si me hubiera escuchado decir eso.

Mai me enseñó su regalo y volvió a sorprenderme. Sonreí de puro placer y no pude evitar darle un pequeño aunque cálido abrazo, algo completamente impropio de mí.

- Es precioso, Mai. No tenías que haberte molestado... Pero me encantan. Me los pondré ahora mismo - dije, acompañando el dicho con el hecho - Hasta ahora, nadie me había regalado nunca nada por mi cumpleaños... - añadí, dejando que se me escapara sin querer un cierto tono de voz sensible, recordando mi pasado... aunque lo corregí rápidamente volviendo a hacerme la seductora, acariciando mi collar - Excepto el señor Wayne, que me regaló este precioso collar hace apenas unas horas. ¿Te gusta? - si iba diciendo por ahí que el collar era un regalo suyo, tendría más probabilidades de que no me lo quitara, al menos no delante de todos los invitados.

Dice que espera que no me sienta desplazada, aunque no entiendo por qué. Ah, ya, porque no va a estar todo el tiempo conmigo. Pero eso yo ya lo sabía, y venía concienciada de que iba a estar sola, por eso se me ocurrió traer a Jonathan Crane conmigo.

―Oh, no, no. No te preocupes, no me siento desplazada. De hecho, ahora iré a buscar a mi acompañante, perdona, con lo del regalo se me olvidó responderte que sí vine con alguien. Es un profesor de mi universidad. ―digo, sonriente. Lo que me ha dicho acerca de dónde vive me ha sorprendido, ahora me siento algo avergonzada, menudo error he cometido, me pasa por hablar demasiado, pero vaya, que yo sólo quería comentar algo. ―Perdona... no era mi intención, sólo me confundí. ―dije mirando al suelo un momento, sonrojada por la vergüenza. ―¿Viejos amigos? Él parece bastante mayor que tú, y tú no debes de ser mucho mayor que yo. ―le digo volviéndola a mirar. ―¿No le queda mucho para los cuarenta? ―repito con los ojos muy abiertos. ―V-vaya... pero si aparenta menos, joder, pues está bueno, eh, para la edad que tiene. ―me río, más sonrojada. ―Creo que últimamente me fijo más en hombres bastante mayores que yo. Estoy llegando a pensar que me gusta un poco... el profesor.

Su reacción ante mi regalo ha hecho que merezca la pena venir aquí. Su sonrisa parece la más bonita y sincera que le he visto hasta el momento, las otras parecían tener dobles intenciones. O eso, o es simplemente culpa de lo paranoica que soy. Que me haya abrazado me sorprende, y eso se nota en mi rostro, pues abro los ojos más de la cuenta de nuevo. Cuando se separa de mí ya vuelvo a sonreír y me llena de felicidad escucharla decir que le encanta mi regalo. Veo cómo se lo pone y me entusiasmo mucho. Luego me río, Catwoman me cae bien, me gusta esa seguridad que tiene en sí misma, me hace sentir segura estando a su lado. Me fijo en su collar, qué lujoso.

―Es muy bonito, aunque no es del tipo de accesorios que usaría yo, pero sí que parece del que usas tú, te sienta muy bien. ―sonrío, hablando con sinceridad.

Última edición por Selina Kyle el Lun Sep 24, 2012 6:59 am, editado 1 vez

La sonrisa ligeramente pícara que había adoptado mi rostro cuando ella había dicho que traía a un acompañante se transformó al instante en una risotada incontrolable cuando comenzó a hablar de Bruce y de nuestras edades. Me extrañaba que el término "viejos amigos", unido a la forma de la cual yo lo había pronunciado, no hubiera levantado sospechas en Mai... o, si lo había hecho, lo disimulaba bastante bien. Me hacía gracia que pareciera desorientada a causa de la clara diferencia de edad entre ambos.

- Él tiene 35 años, y yo tengo 24... desde hoy - le contesté. No había mucha gente que supiera realmente mi edad, no lo consideraba un dato importante para ser revelado. Ni siquiera Bruce lo sabía con exactitud. Lo último que quería era que me considerara una cría sólo por eso, cuando ya le había demostrado que era una mujer - No debes disculparte. Ciertamente se conserva muy bien para la edad que tiene... demasiado bien, diría yo.

Perdí nuevamente mi mirada entre la gente hasta que di con la figura de mi murciélago, y me mordí inconscientemente el labio inferior. Agradecí que un camarero pasara por allí para ofrecernos una copa pues, ahora mismo, un traguito no me vendría nada mal. A pesar de ser buena actriz, era difícil ocultar mi deseo por Bruce cuando él estaba presente. Una cosa era asegurarle a un villano estúpido que mi relación con Batman era sólo una fachada para poder manipularle, y otra muy distinta era tenerle delante, sin máscaras ni disfraces, y sin necesidad de mentir ante nadie. Puede que él lo hiciera para mantener su arrogante fachada, pero yo no.

- En realidad somos amantes - le dije a Mai sin cortarme, aún observando a Bruce y jugueteando con las perlas del collar. Unos segundos después, giré la cabeza para volver a mirarla - No debes sentir vergüenza si te gusta un hombre mayor que tú. Siempre serán inferiores a las mujeres pero, al menos, cuanto más mayores, menos inmaduros... o eso dicen.

Me sonrojo notablemente ―aunque obviamente yo no pueda verme la cara― cuando se empieza a reír. ¿Por qué se está riendo? No sé qué puede haberle hecho gracia de lo que he dicho. Ah, sí, claro. Ha sido por lo de la edad del señor Wayne, seguro. Cuando habla me quedan claras mis sospechas. Abro mucho los ojos ¿35 años? ¿Y ella 24? Bueno, ambos aparentan la edad que tienen, y son muy guapos. Sonrío leve y tímidamente, encogiéndome de hombros con lentitud.

―Aparentáis esa edad. ―concedo. Me río con su comentario. Es cierto que Wayne se conserva bien pero, de todos modos, yo no le echaría menos de treinta años, tal vez uno menos, pero no bajaría más de esa edad. Mientras Selina mira hacia otro lado ―no sé qué está mirando, pero no voy a preguntarle―, yo me fijo en los broches que le he regalado y se ha puesto, le quedan muy bien, tal vez los veo de manera especial en su vestido por la imagen que tengo de ella.

Abro los ojos más de la cuenta al escuchar lo que dice. ¡Lo sabía! Bueno, no es que supiera que son amantes, pero me extrañaba que un tipo así dispusiera su casa para permitir una fiesta como esta sólo por una de sus empleadas del hogar. No es que menosprecie a esas personas, pero, siendo sinceros, esto no es algo que pase comúnmente. Me vuelve a mirar y me dice que no debo avergonzarme de que me guste un hombre mayor que tú. Sonrío, volviendo a sonrojarme. Selina me cae bien pero no me gusta cómo piensa de los hombres, hay hombres mejores y hombres peores, así como mujeres mejores y mujeres peores. No se puede juzgar a todo el mundo por igual, las generalizaciones nunca me han gustado.

―No es que me avergüence... es que me resulta raro, nunca me ha pasado y, de todos modos, no estoy muy segura. ―digo y me encojo de hombros. ―Sin ánimo de ofender, esta fiesta se ve aburrida, ¿Qué hay que hacer en este tipo de eventos para divertirse? No estoy acostumbrada a venir a estas fiestas.

Asentí, comprendiendo sus palabras. Tal vez Bruce se conservara estupendamente bien, pero no parecía un jovenzuelo, sino un hombre maduro, hecho y derecho. Miau, eso me gustaba. No soportaba a los niñatos inmaduros. Lo de mi edad me sorprendió algo más, ya que yo siempre había creído aparentar, al menos, un par de años más de los que tenía en realidad. Yo lo prefería así, no me hacía demasiada gracia la idea de que alguien pudiera considerarme una cría, pero sentía que Mai no tenía esa imagen de mí ni de lejos, así que no me ofendió su comentario.

Sonrío, encantada por la expresión de su rostro, en el que mezclaba una ligera sorpresa con un convencimiento claro, lo que demostraba que, realmente, ella ya se olía algo. No esperaba menos de Maiwen, era una chica lista y, para ser honestos, tampoco creo que muchos multimillonarios organizaran fiestas de cumpleaños a sus empleadas. Vale que Bruce no era así, pero sí que mantenía una imagen de playboy engreído y prepotente, y eso disparaba cualquier rumor.

No hice ninguna observación ante su sonrojo, no quería molestarla. Lo cierto era que me recordaba un poco a mí cuando tenía su edad, cuando era una niña inocente... Con eso no quería decir que ella fuera tonta, ni mucho menos. Todo lo contrario, era mucho más espabilada de lo que yo era antes... Pero aún le faltaban muchas cosas que aprender de la vida. No podía sonrojarse así, eso la daba una imagen de debilidad delante de los demás que no le convenía nada. Una mujer no sólo debía ser fuerte, sino también aparentar serlo todavía más. Ésa era la única forma de hacer que te respetaran.

- Siempre hay una primera vez para todo, querida. Eres joven para tener las cosas seguras aún, al menos con los hombres. Disfruta de tu libertad, ya tendrás tiempo para atarte a alguien, si es que es eso lo que quieres - dibujé una sonrisa en mis labios cuando ella habló de la fiesta - Lo sé, es aburrida, por eso no planeo quedarme mucho - dije, acariciando mi collar y volviendo mi sonrisa algo más maliciosa. Sabía que Bruce seguía buscándome, y eso me divertía - Yo tampoco acostumbro a acudir a este tipo de eventos, como supongo que podrás imaginar. Si quieres divertirte, haz lo que te venga en gana. Cambia la música, forma un escándalo... lo que sea.

Selina asiente. Aunque no compartamos opiniones por completo, me gusta hablar con ella, comprenderla. Me resulta interesante su forma de pensar, sobre todo porque tiene algunos conceptos muy contrarios a los míos. Como, por ejemplo, ese feminismo extremo que la hace decir cosas como que los hombres son inferiores a las mujeres. No es que piense que ellos son mejores que nosotros, por supuesto, ni siquiera quiero decir que piense que hombres y mujeres son iguales. Simplemente pienso que no se debe generalizar, hay hombres más inteligentes que algunas mujeres y hay mujeres más inteligentes que algunos hombres.

El rostro de Selina cambia cada dos por tres, parece alguien bastante voluble en cuanto a humor y reacciones se refiere. El problema es que a veces no consigo seguirla, no sé cómo va a reaccionar, bueno, a veces no, nunca. No sabía cómo iba a sentarle mi regalo, porque sé lo que le gustan los gatos, pero también la veo como alguien modesta y humilde que no acepta nada de nadie, ni ayuda ni regalos ni nada. Aunque claro, hace un momento me ha dicho que el dueño de la mansión le ha regalado el collar que lleva puesto y ella lo ha aceptado... pero también es su amante, eso supongo que suma puntos, no es lo mismo un amante que una chica a la que conoces de una noche porque la has salvado.

Me dice que soy joven para estar segura de las cosas en cuanto a los hombres se refiere. Tampoco es que sea mucho más joven que ella... pero bueno, sí, supongo que soy joven para esas cosas, no soy una de esas niñatas guarras que a los quince ya están preñadas o han perdido la virginidad. No todas, claro, pero la gran mayoría de ellas no tiene dos dedos de frente. Tuerzo el gesto un momento. ¿Formar un escándalo? ¿De verdad ella haría algo así? Me la imagino más discreta, y yo... yo soy demasiado tímida como para eso, no soy ni he sido nunca tan descarada, ni siquiera cuando era pequeña, los niños suelen ser menos vergonzosos, pero yo sí que lo era, me cortaba mucho.

―Bueno... ya veré lo que hago. Buscaré al profesor, a ver si quiere bailar o algo, que no sé ni dónde está ni si le gusta bailar. ¿Tú qué haces? ¿Sólo pasear? ―hago una pausa. ―Lo cierto es que siendo tú tu fiesta debería ser más discreta, menos llamativa, algo más íntimo, con amigos tuyos y ya está. Apuesto a que no conoces ni a la mitad de la mitad de la gente que hay hoy aquí, lo cual me alivia porque todos tienen pinta de ricachones aburridos y egocéntricos. ―le digo, apoyándome en un barandal. Pero entonces veo el piso de abajo y me aparto de ahí rápidamente. Maldito vértigo.

Podía percibir su inseguridad en algunos momentos, compitiendo contra ese pequeño descaro que a veces manifestaba, cuando comentaba su opinión sobre algo o alguien. No, ella misma creía que era tímida, seguramente su entorno así se lo había hecho creer, pero en realidad no lo era. Al menos, era bastante más atrevida de lo que había sido yo a su edad... Claro que lo mío había sido un caso aparte.

No había sido tímida, sino un fantasma, alguien a quien nadie veía cuando pasaban a mi lado... y cuando me veían era peor. Sólo soportaba burlas y comentarios insidiosos sobre mi pelo, antes lacio y sin brillo, mis enormes gafas de concha, remendadas con cinta adhesiva porque no tenía dinero para comprar unas nuevas, mi ropa vieja y discreta, pasada de moda... Cómo había pasado el tiempo. Quién diría que esa Selina Kyle y la de ahora podían ser la misma persona... No lo eran. Esa Selina estaba muerta y enterrada. Yo era otra diferente, y estaba viva... más viva que nunca. No quería que Maiwen pasara por lo mismo. Ya me encargaría yo de que no lo hiciera.

- Búscale y pregúntaselo - dije con sencillez, de forma despreocupada, cuando regresé al aquí y ahora y escuché sus palabras - Yo espero a que me saquen a bailar. Me gustan los hombres con carácter que saben lo que queiren y no dudan en ir a buscarlo. Aunque, conociendo al señor Wayne como le conozco... - sonreí de forma atrevida - Voy a tener que darle un incentivo.

Mi mirada se posó en otro hombre, no muy lejos de allí, que me miraba. Le guiñé un ojo y volví a mirar a Mai. El pájaro había picado, sólo faltaba que viniera a buscarme, y Bruce correría hasta aquí. Era fácil manejar a los hombres.

- Lo cierto es que no conozco a casi nadie, sólo a ti y a un par de personas más. No tengo muchos amigos... - no quería decirle que me había cansado de celebrar mi cumpleaños sola con mis gatos y, este último año, también con Holly, y se me había encaprichado hacerlo de forma multitudinaria - Sin una fiesta así, nunca habría podido escandalizar a medio Gotham, así que no me arrepiento.

Aún me dura el susto de la altura cuando Selina me vuelve a hablar. Me dice que busque al señor Crane y le pregunte si quiere bailar conmigo, como si fuera tan fácil... puede que ella sea atrevida, pero yo no, y menos con los hombres... y todavía menos tratándose de un profesor. Joder, quién me habrá mandado a mí a venir aquí acompañada de un profesor de la Universidad, podía haber venido sola, total, me he separado de él casi nada más llegar para poder venir a hablar con Selina. Me pregunto si se habrá ofendido por no haberle dicho que viniera conmigo a buscarla después de haberle invitado a esta fiesta. Sabiendo lo tímido que es, seguro que no estará muy cómodo rondando por ahí él solo. Joder, me siento mal ahora. Tengo que ir cuanto antes a buscarle.

Ladeo la cabeza al escuchar a Selina, ¿Darle un incentivo a Wayne para que la saque a bailar? Vale... esto... creo que esta mujer me está pervirtiendo. Joder, vale que he visto la cara del crimen y que soy un poco bruta o violenta a veces pero hombre, ¡Pensar en esas cosas! ¡No, no! ¡Mieeeerda! Y encima, ay, joder. Relájate, Maiwen, relájate. ―siento que por dentro me estoy retorciendo. Respiro hondo mientras la Gata mira hacia otro lado, no quiero que note mi nerviosismo. Madre mía, lo inocente que soy en algunos temas. Y, francamente, quiero seguir siéndolo. Al menos de momento, que tengo diecinueve años, coño.

Enarco levemente una ceja y sigo la mirada de Selina con la mía propia, le ha picado el ojo a un tío. Esta mujer es mucha mujer, eh. La miro cuando me habla de sus amistades y, entonces, me encojo de hombros.

―¿Y para qué más? Si encontrar buenos amigos es una tarea ardua y más complicada que los problemas de matemáticas. ―bromeo, esbozando una sonrisa burlona. ―Yo también tengo pocos amigos, y con eso me conformo. ―suspiro. ―Sí, supongo que los has escandalizado, pero, después del alcohol que van a consumir y sabiendo lo egocéntricos que son, dudo que mañana les importe. Y siento si te desilusiono, pero es lo que pienso de la gente así, si hubiese ahora un incendio aquí dentro, nadie se preocuparía más que de salvarse a sí mismo. Y eso es... muy triste. ―hago una mueca mientras miro a la gente. Una mujer que está a espaldas de Selina y, lógicamente, frente a mí me mira de arriba a abajo y pone cara de asco. ¿Qué le pasa a esa idiota? Es momento de mi respuesta así que levanto una mano y le enseño el dedo del centro con una sonrisa en los labios. Hay mucho ruido en la fiesta pero aún así puedo oír un exagerado “¡Oh, qué maleducada!”. Me dan ganas de contestarle algo de forma verbal, pero paso de hacerlo para no montar un pollo en una fiesta que no es mía. ―Me ha herido en el alma. ―me burlo. ―Joder, yo nunca había sido tan impertinente, pero tampoco me había topado con gente así. ―resoplo y luego sonrío hasta acabar soltando una carcajada por la reacción de la mujer.

Ahora sí que me reí, y a lo grande. Solté una carcajada tan sonora que media sala se volvió para mirarme... algo que no me intimidó en lo más mínimo. No me esperaba algo así de Mai. Ya sabía que era una joven encantadora, pero no me esperaba que tuviera tan buen sentido del humor. Irónico, como a mí me gustaba. Al parecer, aunque tuviéramos nuestras obvias diferencias, también teníamos ciertos puntos en común, más de los que yo habría jurado en un principio, el día que la conocí.

- Bueno, ya somos dos. Al menos nos tendremos siempre la una a la otra - dije, aunque lo que parecía una broma era mucho más importante en realidad. Le estaba ofreciendo una amistad, y eso no era nada propio en mí - Les importará, créeme. No soy tan ingenua como para pensar que con esto voy a cambiar el mundo, pero sé que, mañana por la mañana, las calles estarán a rebosar de cotillas comentando todo lo que ha pasado aquí... por no mencionar las portadas de los periódicos.

Aquello me llenaba nuevamente de orgullo. Me conformaba con haber creado un poco de caos y de crítica social como regalo de cumpleaños... aunque el collar tampoco era nada despreciable. Ese hilo de pensamiento me hizo buscar otra vez a Bruce con la mirada, y lo vi peligrosamente cerca de mí. Nuestros ojos se cruzaron y pude adivinar, por su expresión, que, en cuanto se despidiera de las personas con las que ahora estaba hablando, vendría a por mí. Yo no le estaría esperando aquí. Tendría que esforzarse un poco más por atraparme.

- Lo siento mucho, cielo, pero creo que voy a tener que dejarte. Alguien me reclama... y es un "alguien" de quien no podré ocultarme por más tiempo. Ahora me toca buscar una pareja de baile y esperar - le guiñé un ojo. Tal vez mis palabras para ella fueran incomprensibles, pero entendería mis motivos e cuanto viera el resultado de mi pequeña travesura - Tú mírame y verás. Quizá eso te ayude a saber cómo tratar con hombres mayores que tú... Una amiga siempre debe estar dispuesta a ayudar, ¿no? - me acerqué a ella con una sonrisa y la besé en la mejilla como despedida - Espero que lo pases todo lo bien que puedas, Mai. Nos veremos pronto.

En otras circunstancias me habría sonrojado porque Selina se ha reído de algo que he hecho ―por sentirme halagada, no por sentirme humillada―, pero ahora mismo estoy entre cabreada por lo sucedido y satisfecha conmigo misma por haber ofendido a una de esas mujeres estiradas y pijas que tanto coraje me dan. En serio, ¿Cómo narices pueden dormir tranquilos en sus caseríos de lujo sabiendo que hay gente por ahí muriéndose de hambre? Y ya no sólo en los países en vías de desarrollo, sino en la misma Gotham. La suciedad y el mal estado en general de sus calles indican claramente la pobreza que hay en esta ciudad de la que ningún maldito gobierno parece acordarse, no a menos que no se trate de impuestos. Aunque no sé cómo van esos asuntos en este sitio porque no conozco muy bien el sistema de este país y lo cierto es que de temas económicos yo sé muy poco, por no decir que no sé una mierda.

Pero volviendo al momento presente, casi todo el mundo se ha girado para mirar a Selina por la carcajada que ha soltado. Me alegra que se haya reído por lo que he hecho, muestro una sonrisa ladina y la mezclo con algo de inocencia. Siento una pequeña sacudida en mi interior cuando dice que al menos nos tendremos siempre la una a la otra, eso me ha hecho sentir bien. Cuando vine aquí pensé que no haría amigos, o al menos no tan deprisa, y esto es muy agradable. Acto seguido me dice que sí les importará lo que ha dicho a los estirados estos. Cotillas... resoplo haciendo una mueca. Mientras pienso en lo que pueda pasar mañana, cosa de la que probablemente no me enteraré, veo cómo Selina mira a alguien que está más allá, es el tal Bruce Wayne. Entonces su voz vuelve a hacerme reaccionar, al parecer se va. Contengo un suspiro porque en realidad me siento incómoda en esta fiesta y vine sólo porque no quería hacerle el feo a Selina después de haberme invitado. Supongo que iré a buscar al profesor y le pediré que baile conmigo o ya veré, eso si me atrevo. De verdad, tan desvergonzada que soy para algunas cosas y tan tímida para otras... ni yo misma me entiendo. Sonrío un poco avergonzada después de que me bese en la mejilla, al menos no ha sido uno de esos estúpidos besos que no llegan a tocar ni una mínima parte de la cara, y asiento ante sus palabras.

―Intentaré pasarlo bien, así tenga que seguir puteando a gente estirada. ―le digo. ―A veces me tropiezo y le tiro los vasos encima a la gente... ―añado con inocencia y me encojo de hombros. ―Pásalo bien tú también, hasta pronto, Selina. ―sonrío alegremente, me doy la vuelta y corro hacia otro lado de la mansión, a ver cuánto tardo en encontrar al señor Crane.

FIN DEL POST

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