¿Habrá luz al final del túnel? [Privado]

Esto no marchaba como yo lo había planeado aunque, en realidad, no había planeado nada. Llegué a este mundo con la misión de proteger a Kal, a mi primo pequeño. Pero resulta que mi primo ya era adulto, tenía trabajo, una novia y era uno de los superhéroes más respetados. Había intentado ser como él, ser una superheroína, pero no había funcionado. La gente esperaba mucho de ti cuando llevabas la S. Había dado lo mejor de mí en cada misión como superheroína pero había fracasado. En el robo del edificio gubernamental, habían conseguido llevarse los planos y derrumbar el edificio con gente inconsciente dentro. En la feria abandonada, los villanos habían conseguido huir. Ni siquiera podía guardar mi tapadera de superheroína, tal y como se había reflejado en el museo. No servía ni como civil. No podía reprimir mis poderes, pero tampoco podía hacer maravillas con ellos. Este era mi mundo a partir de ahora. No me quedaba otra opción que estar aquí, pero sentía, sabía, que yo no encajaba.
Tenía ganas de gritar, de dejarme llevar por la desesperación y la tristeza. Quería gritar, correr, quería hacer cualquier cosa que me permitiera salir de allí. Alejarme, correr hasta que mis piernas no respondieran. Quería llorar hasta que me picaran los ojos, necesitaba un hombro. Alguien que estuviera aquí ahora mismo, necesitaba a alguien que fuera como mi hermano. ¿Kal? Él era mi primo, mi familia, sí, pero no comprendía por lo que estaba pasando. Él se había criado prácticamente aquí, no sabía lo que era no encajar. Boomer, ¿dónde estaría? Era cierto que, al igual que Kal, no comprendía por lo que estaba pasando, pero le consideraba mi hermano. Le necesitaba.
Escondí mi rostro entre mis manos y empecé a llorar de forma silenciosa. Era ya tarde, casi medianoche, no había nadie en el parque. Pude sentir como las lágrimas recorrían mis mejillas... Estaba sola, en estos momentos estaba completamente sola. Nadie sabría que una superheroína había estado aquí, llorando, y sin saber qué hacer con su futuro. Un futuro oscuro, incierto. ¿Por qué demonios no podía ver la luz al final del túnel? ¿Por qué no podía tener una voluntad de hierro como la de Batman, o un espíritu de guerra como Wonder Woman, o una idea clara sobre la justicia y el mundo como Kal? ¿Por qué tenía que ser así? Débil, sin poder aportar nada que no fueran fracasos, meteduras de pata y líos. No servía para nada.

¿Soy una buena chica que se ha vuelto mala o una chica mala que pretende ser buena?
Recordé aquella pregunta. Me la había hecho cuando Wonder Woman nos había atado con su lazo a mi “otra cara” y a mí. Había sentido miedo, mucho miedo. Había descubierto que no era la chica buena que todos pensaban, e incluso yo pensaba, que era. Y así, la verdad había sido dicha. Era una chica buena que se había vuelto mala. Y me alegraba saber eso. Había decidido ser Supergirl oficialmente. Wonder Woman, Batman y Superman me había salvado, se habían convertido en mis mentores y en mis padres adoptivos. A partir de aquél momento había ignorado mi pasado para centrarme en mi futuro... como Supergirl. Les había dicho que lo que llegara ser de mí, en gran parte sería gracias a ellos. Para bien o para mal. Pero no les podía culpar de lo que me estaba pasando. Yo solita había metido la pata y me había metido en líos. Yo sola tenía la culpa de todo.
Suspiré. Todavía seguía teniendo los ojos llorosos, pero me sequé con la manga de la blusa. Miré la noche estrellada,. A estas horas, Batman estaría en su patrulla nocturna. Deseaba que no me encontrara. No estaba de humor para hablar con nadie, sobre todo porque acabaría soltando unas cuantas lágrimas y no quería parecer una niña. Bajé la mirada para centrarla en mis manos entrelazadas. Bajé la cabeza hasta chocarla con mis rodillas, las cuales estaban subidas en el banco. Me había encogido sobre mí misma.
¿Qué podía hacer? ¿Seguir metiendo la pata? ¿Contar con la ayuda de mis mentores?
Cerré los ojos. No sabría describir cuanto tiempo me pasé en silencio, pero solo el suave viento me despertó de mi letargo. Mis ojos vidriosos, por las lágrimas cristalinas que amenazaban con salir, miraron el cielo. Miraron las estrellas. ¿Por qué me metía siempre en líos? ¿Por qué no podía ser una superheroína normal? Salvar el mundo unas cuantas veces, ir al instituto o al trabajo y tener una tapadera e incluso encontrar el amor. No podía ser como Kal, él era de una forma y yo de otra. Me había “dado cuerda” para que explorara el mundo a mí manera, pero él se había criado aquí. Él era de aquí, no recordaba Krypton. Yo, por el contrario, era la Última Hija de Krypton. Me veía en medio. No podía volver, mi hogar ya no existía, pero este mundo no era mi hogar. Había intentado acostumbrarme a él. Había ayudado en la granja y había hecho unos cuantos trabajitos en el Daily Planet pero, al parecer, saber todo sobre la Tierra no significaba pertenecer a ella.

Suspiré, sin ningún ánimo. Miré al frente, al oscuro y solitario parque. Seguramente, hace rato habría venido alguna pareja a pasar algo de intimidad. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil para mí? Primero Krypton, después el tema de mis poderes y ahora esto. Bajé bruscamente la cabeza. Las lágrimas empezaron a brotar de nuevo. Me sentía perdida, derrotada. Siempre que me sentía mal iba al espacio, contenía la respiración, y pensaba. Me liberaba. Allí había silencio, paz, pero ni eso podía ayudarme ahora. No era cuestión de espíritu guerrero, ni nada parecido, era cuestión de saber qué hacer ahora. ¿Qué iba a hacer a partir de ahora? No me pude reprimir por más tiempo. Mis lágrimas siguieron fluyendo por mis ojos, pero acompañados por un leve llanto. Tenía que desahogarme, soltarlo todo de una vez. Me había derrumbado, y ya no tenía fuerzas para levantarme. Aunque, siendo sincera, creo que me había empezado a tambalear después del robo en el edificio gubernamental.
Cerré los ojos más fuertemente para que mis lágrimas salieran más rápido, como si pudiera recuperar mis fuerzas cuando ya no me quedaran lágrimas.
El tiempo corría, pero me daba igual. El suave viento que antes me acompañaba, se fue convirtiendo poco a poco en una ráfaga. Las hojas caían de los árboles y eran arrastradas contra su voluntad por todo el parque.
Alcé un poco la cabeza y vi como mis lágrimas deslizaban acorde con el viento que empujaba mi pelo rubio hacia delante y escondía mi rostro, y lo agradecía. No quería que nadie, ni siquiera un desconocido, me viera así.
¿Era una niñita asustada? Eso era lo que parecía. Había caído, y no encontraba una mano que me ayudara a levantarme y salir de este pozo oscuro.
De pronto, un periódico se coló en el banco. El viento había empezado a ser más fuerte y había conseguido que este trozo de papel se levantara del suelo y emprendiera una marcha con su fin en este banco.
Por pura curiosidad, me sequé las lágrimas, pasé una mano por mi nariz, y me acerqué hasta el papel. Parecía como si temiera que el periódico me hiciera daño, pero es que ya no sabía que hacer ni qué pensar.
Lo que vi en el papel, hizo que mi tristeza creciera aún más. Ya no tenía palabras para describir como me sentía. El titular, en letras vistosas y grandes rezaba: “Por qué el mundo no necesita a Supergirl”.
No sé porqué, pero leí el artículo costosamente. Al terminar, la tristeza no fue el único sentimiento que me invadió. A él se le unió el enfado. Les había dado todo lo que era, les había proporcionado mis poderes y mi vida para mejorar este mundo y lo habían tratado como si fuera basura. Y odiaba eso. Había dado todo de mí, para que a mis espaldas, me criticaran. Cierto, no había sido la mejor superheroína, pero lo había intentado.
A saber cuánto tiempo habrían estado publicando esta basura sin que yo me enterara. ¿Tanto querían que renunciara? ¿Tanto lo deseaban? Pues, bien.
Me levanté con enfado del banco y tiré el periódico al suelo. Mis ojos seguían llorosos, pero mi rostro era de seriedad y enfado. ¡Ya no volvería a ser una niñita asustada! Iba a madurar y a empezar a pensar en mí.
Caminé con decisión fuera del parque. Si tanto deseaban que Supergirl desapareciera, eso sería lo que haría. La decisión estaba tomada: IBA A DEJAR DE SER SUPERGIRL.