Algo más que amigas [Holly]

Recuerdo del primer mensaje :

Llevaba tanto tiempo en la misma posición que casi podía sentir como parte de mi cuerpo a las ataduras, la sensación me recordaba un poco a mi antigua vida; de vez en cuando algún cliente se pasaba un poco o trataba de experimentar nuevas sensaciones, nada en comparación a como me sentía en este momento claro. Estos recuerdos inevitablemente trajeron a Selina a mi mente… ¡Oh Selina! ¿Vendría a buscarme? Seguro que lo haría, pero… ¿Y si era una trampa?

No había suficientes insultos que decirme a mi misma, ni siquiera podía recordar como había terminado en esta situación, lo único que estaba claro en mi cabeza era la imagen del payaso que me insultaba y golpeaba. Si por mi causa algo le pasaba a mi amiga entonces yo… Un ruido interrumpió mis reflexiones.

Al levantar la vista pude verla, si había venido a salvarme. El alivio que sentí me colmó los ojos de lágrimas y apenas si pude oír lo que me decía, en cuanto me vi libre de las ataduras la rodee con los brazos.

—Lo siento tanto.— Fue todo cuanto conseguí pronunciar, y esa era la verdad más absoluta, estaba muy arrepentida de haberla puesto en esta situación.— Estoy bien… nada incurable.— rectifiqué al notar el dolor que me produjo el abrazo.

Era curioso cómo cambiaba la gente cuando les mostrabas una tarjeta de crédito, y más si dicha tarjeta venía con el nombre del señor Wayne. Hipócritas... Estaba claro que Gotham necesitaba ser saneada y librarse de toda esa gentuza, aunque yo, a diferencia de Bruce, empezaría antes por todos aquellos falsos y superficiales ricachones antes que por los criminales. Mientras hubiese dinero, siempre habría corrupción y mafias, y siempre habría crimen. ¿Acaso Bruce no veía eso? Puede que Bane tuviera razón en la revuelta civil que organizó un año atrás, aunque por supuesto sus medios eran equivocados. Yo no quería muertos, no quería heridos... Pero estaba cansada de este clasismo, de que hubiera siempre unos pocos privilegiados arriba del todo, mientras los demás nos pudríamos en las cloacas, luchando por un trozo de pan. Gotham necesitaba una revolución. El mundo en general lo necesitaba.

La cara de sorpresa de Holly me hizo gracia, al igual que su afirmación de que no quería que yo entrara en detalles. Era una chica lista y nada en lo referente a hombres podía pillarla de sorpresa... Dios, si tenía mucha más experiencia con ellos que yo. Sonreí, seguramente confirmando sus sospechas. Me encogí de hombros, quitándole importancia al asunto de mi cumpleaños.

- No pasa nada... Aunque realmente me huibera gustado que hubieras visto sus caras. Me hice pasar por Bruce Wayne e inivité a todo Gotham a la mansión, ricos y pobres. Fue una fiesta de máscaras. Nadie sabía quiénes eran los ricos y quiénes los pobres, todo estaban mezclados - expliqué, con voz claramente entusiasmada - Luego dejé que Bruce diera un discurso de bienvenida... y luego le desacredité con mi propio discurso. Les dije la verdad, que todo lo había organizado yo, y los motivos por los cuales lo había hecho. Imagínate la cara que pusieron aquellos estirados... Les di una buena lección de humildad.

Sonreí, muy satisfecha de mí misma al recordarlo. Sin duda había sido una noche memorable. Volví a acariciarme el collar.

- Y éste fue mi regalo... Aunque él al principio estaba furioso... pero luego cambió de opinión - mi sonrisa se volvió algo más dulce - Pero me encantará poder organizar una pequeña cena contigo, o quizá salir a algún sitio una noche. Así podemos celebrarlo a solas, tú y yo. Noche de chicas.

La narración de Selina me despertó de mi ensimismamiento ¿Pobres y ricos compartiendo juntos? Vaya, también a mi me habría gustado ver eso, eso y sus caras al enterarse de lo que en realidad ocurría. La idea de que todos nos viéramos en igualdad de condiciones me pareció tan utópica que le deseché de inmediato, jamás vamos a estar todos en igualdad de condiciones.

—Ni siquiera puedo imaginar sus caras… Todos los estirados de Gotham compartiendo la velada con los miserables, sin duda algo digno de ver.— Murmuré con una sonrisa, me habría gustado añadir que también la cara del Murciélago debió de haber sido digna de observar pero, ya no estaba tan segura de hasta que punto podía reírme de él.

Moví un poco mi cabeza de forma de poder observar nuevamente el collar, definitivamente era precioso; debía de costar una fortuna pero claro, estábamos hablando de Bruce Wayne, el podría deshacerse de cientos iguales a ese sin que eso le significara mayor preocupación a su bolsillo.

—¡Noche de chicas suena genial!— Di un respingo sin poder contener mi emoción, el conductor nos observó por un breve momento y luego siguió en lo suyo. Mordí mi labio con culpabilidad pero sin poder ocultar mi sonrisa.— Oups… lo siento, pero realmente me encantaría poder tener una noche sólo para nosotras.

Observé curiosa por una de las ventanillas del auto, no estaba muy segura de donde estábamos o que tanto tardaríamos ¿Estaba tan lejos la mansión de los Wayne?

—Seli… ¿Dónde estamos?— Un ligero matiz de preocupación teñía mi voz, puede que se me pudiera acusar de paranoica pero, considerando la situación, ese era un apelativo que estaba dispuesta a aceptar.

Debería haberlo grabado... Bueno, ya volvería a repetirla, y cuando Holly estuviera conmigo, para que pudiera presenciarlo. La había echado mucho de menos allí. Ciertamente tenía que reconocer que no había estado precisamente lo que se dice sola, y menos cuando me topé con Bruce... momento a partir del cual ya no nos habíamos vuelto a separar. En cierto modo, la verdad es que agradecía que Holly no hubiera estado, pues así no hubiera tenido que dejarla sola.

Cada vez que ella mostraba su entusiasmo de aquella forma tan sincera y espontánea, sacaba de mí una sonrisa que nada tenía que ver con aquellas calculadas expresiones seductoras que solían verse en mi rostro. Algo en ella me hacía sentir joven y despreocupada, como si, por una noche, pudiéramos divertirnos juntas sin importarnos nada más. La verdad era que ambas teníamos influencia sobre la otra. Holly me hacía sentir así, más alegre, con la cabeza más vacía de planes, más dispuesta a divertirme... Mientras que yo solía influenciarla para que, a veces, fuera más responsable y pensara algo más antes de actuar... o al menos eso intentaba.

- Tranquila, cielo. Estamos en las afueras de Gotham. La mansión está algo apartada de la ciudad, ya deberías saberlo. Llegaremos en seguida - por si acaso, a partir de ese momento, decidí dejar de distraerme y mirar más atentamente a la carretera... por si acaso - Cuando amanezca te presentaré a unas personas. Son un poco... heroicas, ya sabes, pero te caerán bien.

—Vale, lo siento… creo que estoy algo paranoica.— Dije algo apenada, estaba sacando conclusiones apresuradas y bastante disparatadas.— Pero tampoco es como si conociera el camino de memoria.

Suspiré ¿Selina conocía el camino de memoria? Dios, era bastante posible considerando la última información que había recibido por parte de ella, tanto la que me había dicho como la que había omitido.

Me detuve un momento para intentar descubrir si se traba de una broma ¿Presentarme personas heroicas? Claro, iba a la mansión del sujeto más despreciablemente rico de todo Gothan quien, además resultaba ser uno de los pocos que plantaba cara a los criminales; “heroico” parecía un buen calificativo para él. De todas formas, absurdamente, tenía la esperanza de no tener que conocerle ¿Los ricos nunca están en casa verdad? Sería un momento muy incómodo, eso nadie lo dudaba, pero me daría la oportunidad de observarle mejor, ver si en realidad se merecía tanto cariño por parte de mi amiga.

—Si piensas que es lo mejor.— Murmuré algo enfurruñada.— Sólo espero que no sean todos unos estirados.

Le abracé para aminorar el daño que pudieran provocar mis palabras y volví a acurrucarme a su lado, allí me sentía cómoda y segura; como no llegáramos pronto me quedaría dormida junto a ella.

Sonreí y acaricié su rubio y desordenado cabello, intentando tranquilizarla, y que no se sintiera culpable. No era malo ser algo paranoica, nunca se podía tener demasiado cuidado viviendo en la ciudad en la que vivíamos, y dedicándonos a lo que nos dedicábamos. Por otro lado, no había nada malo en no conocer exactamente dónde se ubicaba la Mansión Wayne. Era inusual, pues casi todo el mundo lo sabía, dada su fama, pero eso no significaba en absoluto que Holly fuera tonta o despistada. Simplemente no le interesaban los cotilleos ni la vida de las celebridades, no como al resto del mundo. Eso no era malo, sino todo lo contrario. Apreciaba enormemente en ella esa frescura y naturalidad, que no le gustara meterse en vidas ajenas. Si la había elegido de entre todas las muchachas a las que había sacado de las calles para ser mi protegida, era por algo.

- ¿Estirados? Bueno... Wayne desde luego lo es, qué se le va a hacer, aunque tiene otros encantos que lo compensan. En cuanto a los demás... no son demasiado engreídos, gracias al cielo. De todas formas, no pretendo que te hagas amiga de ellos. Basta con que los conozcas. Algún día, si sigues deseándolo, llegarás a la posición donde yo estoy ahora, mi niña, y entonces comprenderás que hay que tener posibles aliados en todas partes, incluso en el infierno. Nunca se sabe cuándo te podrán hacer falta.

Sentí cómo ella apretaba su menudo cuerpo contra el mío y me abrazaba, y mi sonrisa se acentuó aún más. Seguí acariciándole el pelo mientras veía cómo el taxi se acercaba a la mansión. Su imponente silueta se recortaba ya frente a nosotras, pero no iba a incomodar a Holly ahora. No me importaba si se quedaba dormida. Se merecía descansar, después de todo por lo que había pasado hoy, y no sería yo quien la despertara. Ya le pediría a Bruce que me ayudara a subirla a alguna habitación en brazos. Mañana sería otro día...