Algo más que amigas [Holly]

Llevaba tanto tiempo en la misma posición que casi podía sentir como parte de mi cuerpo a las ataduras, la sensación me recordaba un poco a mi antigua vida; de vez en cuando algún cliente se pasaba un poco o trataba de experimentar nuevas sensaciones, nada en comparación a como me sentía en este momento claro. Estos recuerdos inevitablemente trajeron a Selina a mi mente… ¡Oh Selina! ¿Vendría a buscarme? Seguro que lo haría, pero… ¿Y si era una trampa?

No había suficientes insultos que decirme a mi misma, ni siquiera podía recordar como había terminado en esta situación, lo único que estaba claro en mi cabeza era la imagen del payaso que me insultaba y golpeaba. Si por mi causa algo le pasaba a mi amiga entonces yo… Un ruido interrumpió mis reflexiones.

Al levantar la vista pude verla, si había venido a salvarme. El alivio que sentí me colmó los ojos de lágrimas y apenas si pude oír lo que me decía, en cuanto me vi libre de las ataduras la rodee con los brazos.

—Lo siento tanto.— Fue todo cuanto conseguí pronunciar, y esa era la verdad más absoluta, estaba muy arrepentida de haberla puesto en esta situación.— Estoy bien… nada incurable.— rectifiqué al notar el dolor que me produjo el abrazo.

Estreché fuertemente a Holly entre mis brazos, sintiéndome horriblemente culpable. La había dejado sola demasiado tiempo, me había centrado mucho en mis asuntos y mis planes, aún a sabiendas de lo fácil que era para ella meterse en líos. Obviamente no es que ella hubiera querido ser secuestrada, pero parecía que atraía los problemas como un imán. Me aparté un poco de ella para observarla. Tenía moretones y cicatrices, pero nada serio, aparentemente.

- Eres tú la que tiene que perdonarme. Llevo días ausente de casa por mis propios problemas... Si lo hubiera sabido, nunca te habría dejado sola. Te prometo que ese maldito payaso pagará todo esto, y con intereses. Ahora vayámonos de aquí. Vámonos a casa. Te explicaré el resto por el camino.

Tomé uno de sus brazos y lo coloqué alrededor de mi cuello, con el fin de ayudarla a caminar mejor y más rápido. Los esbirros estaban fuera de combate y no podrían avisar a su jefe de lo que había pasado hasta que se despertaran, pero yo no quería correr riesgos. Cuanto antes estuviéramos fuera de Los Narrows, mejor. Sin embargo, sabía que andando no llegaríamos muy lejos, y Holly no estaba en condiciones de seguirme dando saltos por los tejados, así que, una vez que salimos del edificio, me acerqué hasta el primer coche que vi aparcado (no sin antes dejar a Holly apoyada en una pared) y conseguí abrir la puerta, gracias a algunos de los chismes que siempre llevaba encima. Ayudé a Holly a sentarse en el asiento del copiloto, le hice un puente al coche y lo arranqué. Mientras conducía en dirección al apartamento que compartíamos, volví a hablar.

- Si me distancié un poco de ti, fue por tu bien, querida. No tienes ni idea de todo lo que está pasando últimamente. Parece que todos los locos han salido del manicomio, y nunca mejor dicho. Se avecina tormenta... y no quería verte involucrada. Dime cómo logró atraparte ese desgraciado.

Mas allá del dolor, el abrazo de Selina me calmó hasta el punto de lo indecible, estar con ella era estar en casa; se había transformado todo lo importante que había en mi vida luego de acogerme, fue la única que pudo ver algo más en mí que una prostituta. Lamenté que rompiera el abrazo para observarme, no podía ni imaginar la pinta que tenía pero no puso tan mala cara, lo que sin dudas era una buena señal.

—Tienes cosas que atender y lo entiendo, no es necesario que me pidas perdón.— Intenté que mi voz sonara firme esta vez, ya que efectivamente no era culpa de ella nada de lo que estaba pasando.— Ir a casa suena genial… muero por una ducha.— Le sonreí como hasta hace algunos minutos me pareció imposible volver a hacerlo, todo iría bien si estábamos juntas.

Accedí a pasar uno de mis brazos por sobre su cuello, sabía que nos estaba retrasando terriblemente y que cuando menos no ser un estorbo. Una ves que estuvimos fuera del edificio, Selina fue en busca de un vehiculo para salir de ahí, mi ayuda al proceso consistió en quedarme apoyada junto a una pared. Durante ese tiempo procuré recordar como había terminado metida en semejante lio, la falta de memoria respecto al tema me parecía bastante extraña, tenía una sensación similar a la que te queda luego de un mal viaje… ¡Oh, claro! Drogas, eso lo explicaba todo.

Para cuando estuve segura de que debía de haberme drogado Selina estaba de vuelta, me ayudó a subir al asiento del copiloto y nos pusimos en marcha.

—¡Pero yo quiero ayudarte!— Me incliné hacia ella sin pensarlo demasiado, para luego volver a mi posición original por el dolor.— Sabes que puedes confiar en mi… ¿Lo sabes verdad?— La pregunta parecía bastante irónica, dado que había tenido que venir a rescatarme pero yo jamás la traicionaría.— La verdad no estoy muy segura de que fue lo que pasó, me parece todo bastante confuso… aunque por experiencias previas, casi podría asegurar que me drogó.

Me mordí el labio, preocupada. Por mucho que ella me disculpara, yo sabía que mi error era imperdonable. A pesar de que siempre había sido muy protectora con Holly desde que la había conocido, y que me había prometido cuidar de ella y entrenarla bien, tenía tendencia a pensar que todo el mundo era tan independiente como yo. Le había quitado la vista de encima un par de días y el Joker le había hecho esto, sólo para chantajearme... Eso significaba que podría tener problemas más serios de los que pensaba. Holly no llevaba máscara ni antifaz, ni tenía una identidad secreta, aunque a menudo mentía sobre su nombre o falsificaba sus documentos personales cuando la situación lo requería. Si alguien relacionaba a Holly con Catwoman y con Selina Kyle al mismo tiempo, iba a verme muy comprometida, y no sería la última vez que intentarían hacerla daño.

Su vehemente reacción me hizo sonreír. Por supuesto que confiaba en ella. De hecho, era la única persona en la que confiaba al cien por cien, la única a la que le contaba todo sobre mí, siempre que esos datos no la perjudicaran. La única con la que podía ser completamente sincera, sin mentiras ni trucos. Pero a veces dudaba. No de su lealtad, eso era incuestionable... sino de si estaba preparada para ciertas cosas. Estaba orgullosa de ella, era muy buena en nuestra profesión, y sabía que en el futuro lo sería aun más... pero a veces era demasiado inocente todavía. Tenía que aprender a engañar antes de ser engañada.

- Por supuesto que lo sé, cielo. Nunca dudaría de ello. Ya sabes que eres mi orgullo. Es sólo que no quiero ponerte en peligro. El cerco se está empezando a estrechar en torno a mí. Antes era más fácil engañarlos a todos, jugar a dos bandas... Pero, desde la última vez que ayudé públicamente al murciélago, esos estúpidos criminales ya no confían tanto en mí. Algunos hasta han puesto precio sobre mi cabeza... Y por eso me marche del apartamento. Si me hubiera quedado, quizá te habría traído problemas... Aunque ya veo que igualmente te los he traído - dije, con abatimiento, mientras me quitaba el antifaz, innecesario por el momento, y seguía conduciendo rumbo a casa.

Sus palabras me provocaron un nudo en la garganta, sabía que me tenía mucho cariño pero escuchar de su propia boca que era su orgullo, eso era otra cosa. El nudo no hizo sino aumentar al notar lo riesgoso de la situación en la que se encontraba mi amiga; situación en la que yo, muy a mi pesar, no he podido serle de mucha ayuda sino todo lo contrario.

La culpa de esto recaía, al menos ahora, en el murciélago y no lograba entender del todo porque Selina se arriesgaba tanto por él; le concedía que no era como esos falsos policías corruptos y que al menos era coherente en su obrar, pero aún así se cruzaba en nuestro camino demasiado seguido como para que pudiera tenerle un mayor aprecio. En cuanto oí lo de un precio por su cabeza creí que perdería la mía ¿Cuándo se habían puesto tan mal las cosas? Y peor aún… ¿Cómo era posible que yo siendo su amiga no lo hubiera notado?

—No digas eso, nada de esto es tu culpa.— Pude ver como se quitaba el antifaz, me gustaba verle el rostro descubierto ya que desde mi punto de vista al menos, esa era una señal de confianza muy potente.— Y porfavor no me dejes fuera, estamos juntas en esto… en las buenas y con mayor razón en las malas, te prometo ser más cuidadosa en el futuro.— De verdad que pondría todo de mi parte para no volver a meterme en problemas, lo que menos quería era dejarla sola contra el mundo. —Selina… ¿Por qué te tomas tantas molestias por el Murciélago? Digo… ¿Él no está contra nosotras?

Me encogí de hombros con fastidio, sin saber qué responder a su pregunta. La relación (si es que se le podía llamar así) que existía entre Bruce y yo era tremendamente complicada, difícil de describir. A veces le odiaba por comportarse de esa manera tan correcta y heroica, tan hipócrita desde mi punto de vista, y por interponerse en mi camino una y otra vez. Aunque tenía que reconocer que había algo adictivo en él, me divertía en nuestros encuentros y, cuando pasaba muchos días sin verle, le extrañaba. A veces incluso robaba ya no por el placer de hacerlo, sino porque sabía que él vendría a buscarme. Me gustaba jugar con él, seducirle y ver cómo sus defensas bajaban, para luego huir y dejarle impresionado... aunque reconozco que a veces era él quien me sorprendía a mí.

- Es... difícil de explicar.

Desde el primer beso, nada era igual. La atracción que sentía por él se había hecho más fuerte. Me preocupaba su seguridad tanto o más que la mía propia, y eso era preocupante. Me había descubierto delante de ciertos enemigos como su protectora, la que aparecería a su lado si él se metía en líos de los que no podía salir solo, y ahora era difícil convencer a ciertos contactos de que había estado fingiendo por puro interés, que yo no estaba de parte de Batman. Mis prioridades habían cambiado. Mis sentimientos eran confusos. Nunca había sentido algo así por nadie. Cuando me convertí en la Gata, juré dejar de ser una niña vulnerable y sensible, mirar sólo por mi propio interés y no involucrarme sentimentalmente con ningún hombre. Sólo coqueteaba con ellos cuando quería sacarles algo, pero nunca permitía que me tocaran o se propasaran conmigo. Me gustaba ser libre y pura, inalcanzable... Cuánto habían cambiado las cosas desde que Bruce Wayne había entrado en mi vida.

- Que nos pare los pies no significa que esté contra nosotras - le dije por fin, después de pensarme las respuesta durante unos segundos - Ya sabes que no todo es blanco o negro. Ciertamente no le hacen ninguna gracia nuestros robos, pero también ha demostrado ser un hombre de palabra, y un aliado útil si la ocasión lo merece. Sabe quién soy y todavía no me ha delatado ni me ha entregado a las autoridadades, ¿no? Además... hay mucho que tengo que contarte sobre él. En pocos días han pasado muchas cosas - añadí, suspirando.

En eso estábamos completamente de acuerdo, si había una frase que podía describir bien su relación con él, esta definitivamente era: “Es difícil de explicar”. Le concedía que era un buen aliado, aunque si me toca elegir, prefiero aliados que no traigan tantos riesgos; puede que como Selina dijo las cosas no fueran blancas o negras, de cualquier forma yo me estaba perdiendo el sutil matiz de colores que ofrecía el murciélago.

—¿Qué quieres decir? ¿De qué me he perdido?— La curiosidad nació dentro de mi, no recordaba haber escuchado a mi amiga hablar así de un hombre desde… nunca lo había hecho en realidad, lo que sólo aumentaba mi curiosidad, además el que no le hubiera delatado tenía que significar algo también ¿O lo hacía sólo por mantener su palabra? Como fuera me sentí agradecida de que alguien más cuidara de Selina ya que últimamente yo no lo hacía muy bien, y aunque ella intentara mostrarse independiente, todos tenemos nuestros momentos bajos y se hace más fácil sobrellevarlos si tenemos apoyo.

—Vaya, unos días sin vernos y todo se pone patas para arriba— Le sonreí ampliamente, esa debía de ser una señal. No teníamos que separarnos por tanto tiempo.— Cuéntame que ha pasado.

La naturalidad con la que Holly comentó que todo estaba patas arriba me hizo sonreír, y la tomé de la mano con fuerza y dulzura al mismo tiempo. Ya estábamos llegando a nuestro apartamento. Aparqué el coche un poco lejos, medio escondido en un callejón, para evitar que alguien pudiera relacionarlo con nosotras cuando se denunciara el robo. Por suerte, como siempre, yo no había dejado una sola huella. Salimos del coche y nos dirigimos a casa. Holly parecía estar mejor, así que la dejé algo más de espacio para que pudiera caminar por sí misma, aunque manteniéndome a su lado. Cuanto antes llegáramos arriba, mejor. Era tarde, por lo que la gran mayoría de la gente estaban durmiendo en sus casas, y no habría curiosos observando. Aun así, me mantuve alerta. No me apetecía que nadie me viera entrar allí vestida así, o mi identidad se vería peligrosamente expuesta.

- Ok, te lo contaré cuando estemos en casa.

Llegamos arriba y me sentí extrañada cuando mis gatos no acudieron a saludarnos, aunque al minuto recordé que no estaban allí. Eso tendría que explicárselo también a Holly... Pero lo primero era lo primero. Cogí el botiquín y me senté en el sofá junto a ella, con la intención de curar un poco algunas de sus heridas.

- Hace uas semanas, un tipo llamado Harvey Dent me contrató para hacer un pequeño trabajito con él. No sé si te sonará su nombre, trabajó como fiscal del distrito y era conocido como "el Caballero Blanco de Gotham" antes de que la mitad de su cara se quemara en un accidente y se convirtiera en un maniaco - había sido muy famoso, aunque no sabía si lo suficiente como para que Holly le conociera. A ella no solían interesarle ese tipo de cosas, ni acostumbraba a leer los periódicos o ver las noticias - Pues bien, me contrató para ayudarle a robar ciertos planos de armas que están fabricando para el gobierno. Quiso traicionarme, y yo le traicioné a él. Él tiene la mitad de los planos y yo tengo la otra mitad. Cuando se dio cuenta de que le faltaba información, puso precio a mi cabeza. Todos los mafiosos y criminales empezaron a salir de las alcantarillas a buscarme... y yo tuve que refugiarme en la Mansión Wayne para protegerme, haciéndome pasar por una nueva criada.

Entonces mi di cuenta de que nunca le había dicho a Holly cuál era la identidad secreta de Batman. No es que no confiara en ella, pero juré guardarla en secreto, y jamás se la he revelado a nadie.

Bajar del auto fue sin dudas mucho más fácil que subir; ya me sentía mucho mejor, puede que la conversación me animara o la simple sensación de saber que eres importante para alguien había logrado mejorar mi condición anímica.

Estacionamos relativamente retirado del apartamento y si bien ya podría caminar sin ayuda, no era precisamente rápida en mi desplazamiento por lo que esperar hasta llegar a él para que me contara que ocurría no me hizo mucha ilusión. El camino fue silencioso, como medida de precaución y me pareció casi tan eterno como mi estadía en compañía con el Joker.

Nada más entrar me fui hasta el sillón, hermoso y cómodo sillón, si no me pedían levantarme de él en los próximos 10 años aún sería muy pronto. Me acurruqué en él al tiempo que Selina se acercaba con el botiquín, se sentó a mi lado para curar mis heridas, heridas que claro yo no había visto y no tenía intensión de ver; más que eso me preocupaba… ¿Dónde estaban los gatos?

La narración de Selina captó temporalmente mi atención. ¿Dent? ¿Un fiscal? Ni la más mínima idea de quien podría ser asomaba por mi cabeza, pero seguro se merecía lo que le había ocurrido si había tratado de traicionar a mi amiga y luego tenía el descaro de poner precio a su cabeza. Una profunda molestia me recorrió el cuerpo y me obligó a apretar fuertemente los puños ¿Qué se creía ese sujeto? Estaba pidiendo a gritos que alguien le diera su merecido y en cuanto me encontrara mejor me ofrecería como candidata.

—¿En la mansión de los Wayne?— Eso sí que me había pillado de sorpresa.— ¿Por qué ahí? Vale, que me parece que no es un lugar donde las ratas de alcantarilla quieran ir a meterse pero si te descubrieran te entregarían de inmediato y además… ¿De criada?— Vaya, si había una cosa en la que jamás podría imaginarme a Selina era de criada.

Por suerte, las heridas de Holly no eran de gravedad, ni tampoco tenían demasiada mala pinta. Unos cuantos moretones y algunas cicatrices, nada que fuera a dejar marca a largo plazo. En una o dos semanas desaparecerían. Le apliqué un poco de agua oxigenada sobre algunas, mientras pensaba en la mejor forma de decirle lo que tenía que decirle. No era fácil.

Holly era la espectadora ideal para contar una historia: hacía gestos de miedo, sorpresa e indignación justo cuando la narración los requería. Su expresión de incredulidad al saber que yo había entrado a trabajar como criada estaba más que justificada. Yo no soportaba que nadie me diera órdenes, ni tener que vestirme con uniformes ridículamente discretos, o pasarme toda una tarde limpiando el polvo... Pero había sido necesario para llevar a cabo mi plan... Además de que, sólo por la cara que se le había quedado a Bruce al verme, había merecido la pena. Lástima que no hubiera tenido una cámara a mano para inmortalizar aquel momento. Al menos ya no tenía que continuar con la farsa.

- Holly, voy a contarte algo que es muy importante para mí y que te hará entenderlo todo, pero necesito que lo guardes en secreto. Sé que puedo confiar en ti, que nunca le has contado a nadie nada de mí, pero quiero que entiendas que este asunto es especialmente delicado e importante, y que involucra a terceras personas. Nunca, bajo ningún concepto, por mucho que te interroguen o torturen, debes contárselo a nadie. Lo entiendes, ¿verdad? - le pregunté.

Sabía que lo que iba a contarle le iba a sorprender (¿y a quién no?), pero esperaba que comprendiera que era una información a la que no podíamos ponerle precio... por primera vez. A parte de robar, Holly y yo solíamos traficar con información importante de unos y otros dentro del mundo criminal y de la mafia, datos que solíamos vender al mejor postor... Pero lo que iba a contarle, a pesar de ser valiosísimo, no podía ser vendido a nadie.

Sentí un leve ardor cuando Selina me aplicó agua oxigenada sobre algunas heridas, la sensación fue soportable y el cuidado que ponía ella al hacerlo ayudaba mucho. Estaba muy intrigada, quería saber como era que había terminado en la mansión de los Wayne y sobretodo porque había considerado ese lugar como el más seguro.

Sus palabras sólo consiguieron aumentar mi curiosidad pero intenté estar a la altura de la situación, era claro que lo que iba a decirme era muy importante y quería estar segura de escucharlo todo. Me acomodé nuevamente en el sillón, procurando esta vez quedar más cerca de ella, en el ambiente podía respirarse la tensión del momento.

—Lo entiendo, te prometo que jamás le diré nada a nadie incluso si… — Evalué por un momento como debía completar esa frase, considerando el lugar de donde veníamos.— Te prometo que guardaré el secreto no importa lo que pase. —Concluí firme, por que así lo haría.

Si aquello era tan importante para Selina entonces lo era para mí también, ya que si de algo estaba orgullosa era de poder tener su confianza, jamás me atrevería a traicionarla de alguna forma, le quería demasiado.

Confiaba plenamente en Holly, así que esperaba no equivocarme al contarle esto. En parte, sería liberador hacerlo. No tendría que andarme con secretos con mi mejor amiga, y así ella podría comprender por qué narices estaba viviendo ahora en la Mansión Wayne. Respiré hondo, preparándome para soltárselo. Sabía que iba a quedarse muy impresionada. Holly no sabía (ni le importaba saber) gran cosa sobre la alta sociedad de Gotham, ni sobre los políticos, empresarios y famosos que la formaban... pero sí sabía perfectamente quién era Bruce Wayne. ¿Cómo no saberlo? Era uno de los hombres más ricos y famosos del mundo, sino el que más. Esa reputación que se había fraguado de playboy engreído, mujeriego y despreocupado habían hecho inconcebible para cualquiera la idea de que él pudiera ser Batman... menos para mí, que había sospechado de él desde que me contrataron para colarme en su casa y robar sus huellas. Y había acertado.

- Holly... Te lo diré sin rodeos, ya me conoces. Bruce Wayne es Batman. Siento mucho no habértelo dicho antes, sabes que confío en ti y que nunca te oculto nada, pero me juré a mí misma que protegería su identidad con mi vida, al igual que él ha protegido la mía. A pesar de nuestros enfrentamientos, se lo debo. Podría haberme delatado ante las autoridades y no lo ha hecho... Ni siquiera me detiene él mismo, y eso que ha tenido más de una oportunidad, pero, cuando no soy yo la que se escapa, es él mismo quien me dejé escapar.

Suspiré, apartándome un mechón de pelo de la cara, antes de tomar las manos de Holly con las mías. Ahora que había empezado a contárselo todo, ya no podía parar. Siempre me guardaba mis sentimientos para mí, pero Holly era lo más parecido a una hermana que había tenido nunca y, tarde o temprano, necesitaba desahogarme con alguien.

- Antes le despreciaba por sus ridículos ideales y por ser un ricachón engreído pero, desde que creí verle morir en las alcantarillas... - hice una pausa, mordiéndome los labios - Algo cambió, y desde entonces no he vuelto a ser la misma. Tú ya lo sabes, estuviste conmigo cuando Gotham se convirtió en un caos. Nunca pensé que me alegraría tanto volver a verlo con vida... Y es por eso por lo que acudí a su casa en cuanto vi cerca los problemas. El Joker quería chantajearme con tu vida porque sospecha que yo sé quién es Batman. Yo quería protegerle y protegerme a mí misma. Por eso ahora estoy viviendo en la Mansión Wayne... y sí, los gatos también están allí - sonreí con ese último comentario, esperando quitarle algo de hierro al asunto.

Se tomó un momento antes de comenzar, parecía debatirse internamente sobre lo que me diría y yo intenté no presionarle, podía tomarse el tiempo que desease.

La verdad no sé que esperaba que saliera de su boca, pero mentiría si dijese que había al menos considerado la posibilidad de que me revelara algo como eso. Bruce-tengo-todo-lo-que-puedas-imaginar-y-más-Wayne era el Murciélago, de habérmelo dicho cualquier otra persona seguramente le habría sugerido ir a darse una vuelta por Arkham y a ser posible que pasara ahí una temporada; pero era Selina y estaba tan seria al decirlo, tan segura de lo que hablaba que ni por un segundo dudé de que fuera verdad.

No moví ni un músculo para no correr el riesgo de dejar de oír algo de lo que me decía, así que después de todo Batman no estaba en contra de mi amiga, hasta sonaba como si fueran alguna especia de… ¿Cómplices?. En cuanto me cogió de las manos supe que algo había cambiado, ahora sí era oficial; esta es la primera vez que escuchaba a mi amiga referirse así de algún hombre. Sonreí ante la idea de que pudiera estar enamorada, lo irónico de la situación entre ellos sólo hacía que a mis ojos se viera más dulce.

Entonces reparé en que ella tendría que volver a la mansión pronto, sin duda allí estaría más segura y en tanto su cabeza tuviera precio era mejor que se quedara cerca del Murciélago. Intenté alejar la sensación de soledad que tendría el departamento sin ella y sin los gatos, enfocarme en que así sería mejor; me recuperaría más rápido y podría ir a ajustar cuentas con ese tan “Caballero Blanco”.

—Tenías razón, todo tiene más sentido ahora.— Le devolví la sonrisa aunque un sentimiento de culpa comenzaba a aflorar en mí. Le habían chantajeado por mi causa y además se había arriesgado para ir a salvarme. Me levanté de golpe y la abracé. —Gracias por ir a buscarme, te prometo que seré más cuidadosa de ahora en adelante pero ahora tienes que irte. No es seguro que te quedes aquí, ya te has arriesgado demasiado esta noche.— Mi tono fue rotundo, debía volver a la mansión lo antes posible porque no me perdonaría si le ocurría algo por mi causa.

No pude evitar soltar una risita ante el rostro de sorpresa de Holly. Tal y como me esperaba... Aunque no entendía por qué no había más gente sospechándolo. Para mí era tan obvio cuándo Bruce estaba mintiendo y cuándo no... Sólo necesitaba mirarle a los ojos para darme cuenta. Pero Holly era una chica lista, y sabía que su rápida mente iría atando cabos hasta darse cuenta de lo lógico que era que, quien menos lo esperaras, quien más despreocupado de todo parecía, y el único con dinero suficiente como para financiar los juguetitos del murciélago, fuera el que se escondiera tras la máscara. Era evidente.

No me gustaba mucho, por no decir nada, la idea de parecer tan vulnerable ahora, hablando con Holly sobre Bruce. Yo era su protectora, su maestra, y no quería que me creyera débil, o que dejara de admirarme, al verme así por un hombre. Más aún cuando yo siempre había dicho que los hombres no servían para nada, que sólo eran juguetes que las mujeres teníamos que aprender a manejar y utilizar para nuestros fines, pero sin involucrarnos ni física ni sentimentalmente con ellos, ya que entonces jamás podríamos ser libres e independientes.

Yo estaba faltando a mis propias reglas sin poderlo evitar. Podía fingir que el murciélago no me importaba nada delante de mucha gente, pero no delante de Holly. Ella se merecía la verdad. Sentí cómo me abrazaba y la estreché entre mis brazos con una sonrisa dulce que pocas personas conocían de mí.

- No tienes que agradecerme nada. Debí haber estado más pendiente de ti. Aunque realmente espero que tengas cuidado cuando vayas por ahí sola. Sé que no es culpa tuya, pero pareces tener un talento innato para atraer problemas - ella empezó a decir que quizá sería mejor que yo me fuera, y me aparté un momento para poder mirarla a los ojos - Mi intención era pedirte que vinieras conmigo, Holly. Aunque, por supuesto, ésta es tu casa, y puedes quedarte en ella cuanto quieras, no pretendía dejarte sola, ni mucho menos. La Mansión Wayne es enorme, caben perfectamente 50 personas. Podrías venirte a vivir con nosotros, al menos de forma provisional... Ni yo misma sé cuánto tiempo voy a quedarme allí - dije, suspirando.

Decir que me quedé a cuadros ante la idea de ir a quedarme en ese lugar sería quedar corta, pude sentir como se arrugaba mi nariz en respuesta; definitivamente era muy dulce que pensara en no dejarme sola pero… ¿Yo en esa mansión? ¿Qué se supone que haría allí además de desentonar? ¿Hacer las veces de sirvienta también? No me creía capaz, yo sólo he sido buena en dos cosas en mi vida; una ya ha quedado atrás y la otra es lo que hago con Selina, y hasta creo que podría ser de ella gran parte del mérito, de modo que pensar en hacer el rol de sirvienta no auguraba nada bueno.

—Pues yo…— No supe con exactitud que decirle, le agradecía que pensara tanto en mí pero no parecía una buena idea que yo fuera a esa mansión, sin mencionar que era casa del Murciélago, ya bastante hacía con tener a mi amiga segura allí. Lo medité por un instante y suspiré, era Selina por lo que verbalizarle mis pensamientos tal cual eran no tenía mayor riesgo.— Yo te agradezco mucho que me consideres pero… Este es mi mundo ¿Qué haría yo en esa lujosa mansión? Además, no debemos abusar de la hospitalidad del estirado… digo del señor Wayne.— Me mordí un labio nerviosa, esperaba que no lo tomara a mal, es sólo que necesitaba más tiempo para procesar la información.— Yo ya estoy segura, eres tú la que necesita estar protegida.

Esperaba que no lo comprendiera, en cuanto estuviera bien la ayudaría a solucionar todo este problema, nadie se metía con mi amiga; pero por ahora prefería la seguridad del que reconocía como mi hogar, aunque debía admitir que sin ella sería más difícil considerarlo así.

Esperé paciente a que ella me diera una respuesta. Me imaginaba que debía costar un poco asimilar tanta información nueva y sorprendente junta. Sonreí cuando Holly llamó a Bruce estirado. No se lo podía reprochar en absoluto, lo era. Yo misma se lo decía a la cara muchas veces. Me sorprendió que Holly rechazara mi proposición. Creí que siempre había soñado con vivir en una casa grande y lujosa, con todas las comodidades...

- Me sorprendes, Holly. Creí que te gustaría la idea. Sabes que yo nunca he estado de acuerdo con la filosofía de vida de todos esos engreídos ricachones, pero siempre he querido mejorar de vida, aspirar a mí... Eso no significa que por vivir un tiempo en la Mansión Wayne vaya a cambiar. Nunca cambiaré. Además, no estoy viviendo allí para disfrutar del lujo, sino por protección. Para mí me será más fácil estar pendiente de ti si estás allí conmigo... Aunque es tu decisión y, sea cual sea, la respetaré. Y, si decides quedarte aquí, esta será tu casa sin lugar a dudas. Yo misma vendré a verte cada mañana. No me gusta pasar mucho tiempo lejos de ti.

Le sonreí, mientras le acariciaba con suavidad el rostro. ¿Yo necesito estar protegida y ella no? Ojalá pudiera creerlo, pero temía tanto por Holly... Pocas cosas me daban realmente miedo, pero perder a mi mejor amiga era sin duda una de ellas. Si alguno de mis enemigos lograba relacionarla conmigo... no quería pensar en esa posibilidad. Fuera como fuese, con ella en la mansión o en el apartamento, no pensaba quitarle los ojos de encima.

Claro que entendía a que se refería Selina ¿Quién no querría mejorar su estándar de vida? A mi también me gustaría, tener algo mejor un día, no sé si una mansión pero sí un sitio con más comodidades. Es sólo que la expectativa de ir a hacer las veces de la nueva sirvienta de los Wayne no se ajustaba con mi idea de una vida mejor. En cuanto mencionó que de quedarme en el departamento ella vendría a verme a diario, me replantee la idea de usar un uniforme y seguir órdenes.

—¡Oh no! Eso no sería nada seguro para ti.—Le dirigí una mirada reprobatoria, que su cabeza tuviera precio no era algo para tomar a la ligera, aunque en el fondo le entendía muy bien porque tampoco a mí me gustaba estar lejos de ella mucho tiempo. Suspiré.— ¿Si voy contigo a la casa del Murciélago me prometes que no vas a exponerte a ningún peligro innecesario hasta que arreglemos este problema?

La culpa volvió a recaer sobre mí, pues sin duda yo había significado para ella esta noche un peligro innecesario; puede que por esa misma razón necesitaba oír de su propia boca que se cuidaría más de ahora en adelante.

— Sé que encontraremos la forma de arreglar esto juntas, pero hasta entonces prométeme que no volverás a arriesgarte… como hoy… ir a buscarme fue muy…— Las lágrimas amenazaron con salir una vez más ¿Cómo pude ser tan tonta? Las contuve, este no era momento de llorar, mi mejor amiga me necesitaba ahí para apoyarle y justamente eso es lo que planeaba hacer, aunque eso implicara llevar un delantal blanco y limpiar una casa del tamaño de toda una villa.

—Vale, voy contigo.

Podía ver en sus ojos cómo pensaba, cómo sopesaba todas las posibilidades, y sonreí cuando ella pareció cambiar de opinión. Me hacía gracia la expresión de su rostro, como la de un niño al que acabaran de decirle que las Navidades se adelantaban. Entonces, cuando ella aceptó, algo en su forma de hablar me hizo comprender lo que estaba pasando por su mente hace unos instantes. Me reí.

- Me alegra que hayas cambiado de opinión, ya sabes que me gusta tenerte cerca. Si lo que te preocupa es limpiar el polvo, no debes preocuparte. Alfred volvió esta misma mañana. Ni siquiera yo estoy limpiando... Digamos que no estoy en esa casa como criada ni de lejos.

Me ruboricé un poco al recordar todo lo que había pasado la noche anterior. Yo jamás me ruborizaba, me parecía un signo de debilidad, pero con Holly podía hacer muchas cosas que delante del resto del mundo no hacía. Vi cómo algunas lágrimas se asomaron a su precioso rostro al pedirme que le prometiera que tuviera mucho cuidado. Era curioso, los papeles se intercambiaban, normalmente era yo la que le decía eso.

- Te lo prometo. Ya sabes que sé cuidarme solita... ímaginate ahora, que tengo al Caballero Oscuro a mi favor. Todo irá bien, así que seca esos ojos y recoge tus cosas. Bruce se debe estar pensando dónde diablos me he metido - sonreí de forma traviesa con sólo imaginarle sentado en el sofá, esperándome.

Comencé a escuchar a Selina resignada, ya que me iría con ella aún si tuviera que limpiar diez mansiones como la de los Wayne. Era verdad que la idea de limpiar el polvo que se podía acumular en esa gigantesca casa no me hacía demasiada ilusión, pero cuando oí que Alfred se estaba haciendo cargo de organizarlo todo me sentí un pelín culpable y la idea de darle una mano no me pareció del todo mala.
Entonces noté algo extraño ¿Estaba Selina ruborizada? Vaya, ni en un millón de años habría esperado verle así a ella… ¿Sería obra del Murciélago? Tendría que replantearme seriamente el concepto que tenía de él.

Sólo pensar en levantarme a coger mis cosas me desalentó, me encontraba tan cómoda justo como estaba que pensar en mover siquiera un músculo me parecía terriblemente trágico. Sin embargo, el tiempo era nuestro enemigo en este momento y mientras más rápido saliéramos de allí sería más seguro para mi amiga. Solté un quejido y me incorporé.

—De acuerdo… ¿Cuánto te parece que sería prudente llevar?— Decidí consultarse a ella, ya que si fuera por mi me lo llevaba todo. Comencé a caminar en dirección de la habitación y me sorprendió que no me doliera tanto el cuerpo, seguro que mañana no me podría mover pero ya para el siguiente me encontraría perfectamente, entonces me detuve en seco.— Sólo cogeré un cambio de ropa, luego puedo volver a buscar el resto… ahora lo importante es llegar pronto con el Murciélago.

No pude evitar sonreír con la última frase, la situación me parecía tan surrealista que seguramente les iría estupendo. Caminé tan rápido como pude hasta mis cosas y tal como le había dicho a Selina, sólo cogí lo necesario para poder volver más tarde.

—Yo estoy lista.— Le anuncié cuando estuve de vuelta con mi improvisado equipaje en los brazos.— ¿Nos vamos?

Su queja a la hora de levantarse no me pasó inadvertida. Recordé que sus heridas, pese a no ser graves, aún estaban muy recientes. Me sentí mal por haberla dicho que recogiera sus cocsas sin caer antes en la cuenta de que quizá no iba a poder valerse bien por sí misma. Rápidamente me levanté y me dispuse a ayudarla.

- Puedes coger cuanto quieras, cielo. La mansión es lo bastante grande como para meter mil armarios como el nuestro, así que por eso no te preocupes. Y de tiempo vamos bien. No creo que nos haya seguido nadie hasta aquí, dejé inconscientes a todos esos payasos. Tómate el tiempo que necesites, yo te ayudaré. A Bruce no le viene mal esperar de vez en cuando - dije, con una risita - Aunque, si prefieres coger sólo lo imprescindible, puedes hacerlo, ya vendremos a por el resto mañana.

Tras ayudarla a sacar las cosas del armario, dejé que Holly las ordenara a su gusto en la maleta y, mientras tanto, yo comencé a quitarme mi traje de gata y vestirme de calle. Lo hice delante de ella, con toda la confianza que nuestra amistad nos permitía. Cuando ella hubo terminado de hacer su maleta, y yo de vestirme, se volvió hacia mí. La sonreí y, como si fuera su hermana mayor, cogí una chaqueta y se la puse por encima.

- A ver si te vas a resfriar, que por las noches hace frío - le dije, antes de asentir - Sí, vámonos ya. Tomaremos otro taxi que nos lleve directamente a la mansión - y, diciendo esto, abría la puerta de la calle, para que Holly me acompañara afuera del apartamento.

Las palabras hacia el Murciélago no hicieron sino confirmar mis sospechas, a ella le gustaba hacerse esperar, sobre todo por los hombres; pero esta vez era diferente, esta vez había algo más escondido tras esa pequeña risita ¿Complicidad tal vez?

Agradecí su ayuda aunque en lo que a mi se refería, me encontraba lista para perpetrar un golpe maestro de los nuestros. No pude evitar sonreír ante la preocupación de Selina por mi salud, parecía bastante fuera de lugar pero sin embargo, muy propio de ella.
Salí del apartamento un poco confusa.

— ¿Tomaremos un taxi?— Aquello parecía muy absurdo considerando que el auto en el que habíamos llegado estaba en perfectas condiciones, que parte de ese asombro se vio reflejado en mi voz. Entonces comprendí.— Ohhhh… claro, vamos a la casa del… Señor Wayne.— Me obligué a decirlo sin errores esta vez.— Supongo que no le agradaría que llegáramos en un auto robado.

Aún luego de esa conclusión, aquello me parecía muy tonto; teníamos el auto ahí mismo y su dueño de todas formas no podría usarlo al día siguiente ¿Qué de malo había en valernos de él una vez más? Pues nada, si ella quería tomar un taxi yo no me opondría, no ahora que era tan evidente que ella había encontrado algo más que protección en esa mansión.

Caminé hasta la calle sólo para confirmar que estaba desierta, lo cual desde el punto de vista de la seguridad resultaba un alivio; si bien Selina ya no llevaba el traje, ninguna precaución esta de más. Por otra parte, tenía un efecto bastante desalentador ¿Cómo conseguiríamos un Taxi? Mi vista se perdió en la dirección en la que habíamos dejado el otro auto, sería tan fácil simplemente ir por él. Suspiré.

—Al menos no esta lloviendo.— Puntualicé con una sonrisa mientras observaba el cielo, aquello era claramente algo positivo.

Holly me hizo sonreír y dedicarle una tierna caricia. Chica lista y avispada, su lógica era buena y sus pensamientos rápidos... pero no era ése el motivo por el cual había decidido coger un taxi.

- Ése ha sido un buena razonamiento, cielo, pero te has equivocado. Lo que Bruce diga me es indiferente, él ya me conoce y sabe a lo que atenerse conmigo. Lo hago para que el payaso y sus secuaces no puedan seguir nuestro rastro. Creo que nadie nos vio irnos en ese coche, pero no quiero correr riesgos. No sólo nos seguirían a nosotras, sino que también pondríamos en un compromiso a Bruce y a su identidad... y yo he jurado guardarla en secreto - dije, con voz intensa.

Sacudí la cabeza, vaciando mi mente de aquellos pensamientos. Pese a la confianza existente entre Holly y yo, me daba algo de apuro que ella se percatara de hasta qué punto me importaba el murciélago. Tenía una imagen de mí muy fuerte e independiente, y no quería defraudarla. Saqué el móvil de mi bolsillo para llamar al taxi. La central estaba cerca, por lo que calculé que no tardarían ni cinco minutos en venir a recogernos.

- Dos mujeres yendo en plena noche a la Mansión Wayne con un coche robado suena raro... pero, si vamos en taxi, no lo parece tanto. Más bien parece que el señor Wayne ha solicitado ciertos servicios para pasárselo bien, ya me entiendes... Y nadie sospechará de eso - sonreí de forma irónica, antes de colocarme el móvil en el oído y pedir el taxi - Dicen que vendrán ahora mismo. El móvil del señor Wayne... o uno de ellos - le dije a Holly, enseñándole aquel aparato de última generación, con una sonrisa pícara en mis labios. Así sabría que yo no había perdido las viejas costumbres, ni me había aburguesado sólo por estar viviendo en la Mansión Wayne - Y aún no has visto lo mejor...

Aprovechando que esperábamos a que el taxi llegara, saqué de mi bolsillo el ya famoso collar de perlas, que sólo me quitaba en ciertas misiones para evitar perderlo o romperlo. Había visto joyas más caras y lujosas, pero nunca tan bonitas.

- ¿Qué te parece?

Le devolví la sonrisa al saber que al menos no estábamos tomando el camino largo sólo por complacer al ex estirado, reciente luchador contra el crimen, sino que se debía a algo más importante. Sentí un leve estremecimiento al recordar al Joker, un efecto secundario de su “amable hospitalidad” que esperaba fuera desapareciendo conforme pasara el tiempo.

Selina parecía algo incómoda mientras exponía su lealtad hacia el murciélago ¿Estaría arrepentida de haberme contado de quien se trataba? Yo me había comprometido a no contar nada a nadie sin importar lo que ocurriera y, además no había pasado ni una hora desde que me lo había dicho, no era posible que confiera tan poco en mí… ¿Verdad?

Las siguientes palabras de mi amiga me recordaron el pasado, así que fingiríamos ser damas de compañía para el Sr. Wayne… bueno, si hay que ser precisos, mis clientes jamás fueron tan importantes por lo que no sabía como debía de actuar; aquello no importaba demasiado ahora, llegado el momento pensaríamos que hacer. Más le sorprendió el celular que me estaba enseñando Selina.

—¡Wow! Yo también quiero uno de esos.— Exclamé con los ojos abiertos como platos, no había una razón lógica para querer un aparato tan moderno, lo más seguro es que me liara con la mitad de las funciones… pero estaba muy lindo.

Contuve la respiración al ver el collar, era muy hermoso y elegante; en general yo no era demasiado aficionada a las joyas, pero sin duda aquel era especial.

—¡Ohhhhhh!— Fue todo cuanto pude pronunciar, a causa de la impresión y también de la falta de aire; me acerqué para poder verle mejor.— Es muy… Hermoso.— Susurré al tiempo que le veía a la cara.— ¿De… De dónde…?

Estaba claro que lo había robado, pero no recordaba haber visto nada similar en ninguna de las joyerías de la cuidad. Ya no me importaba si el auto se demoraba un poco más, tenía mucha curiosidad de saber como lo había obtenido y esta vez no me conformaría con la historia resumida.

—Quiero saberlo todo.— Le dije simplemente esperando que comprendiera a lo que me refería.

Sonreí ante el entusiasmo que Holly demostró cuando le enseñé al móvil, como si fuera una niña pequeña. Y a sabía qué robar estas Navidades para regalarle. Volví a guardarme el móvil en el bolsillo justo cuando el taxi llegaba. Adopté una pose sensual y provocadora, propia de una mujer acostumbrada a vender sus encantos, y subí al coche junto a Holly.

- A la Mansión Wayne, por favor. El señor Wayne ha pedido discreción... - dije, con voz zalamera, mientras le mostraba al taxista una tarjeta de crédito.

No se la había robado a Bruce, él mismo me la había prestado. Prefería darme acceso a su dinero y que yo gastara lo que necesitara a que tuviera que robar. Qué considerado de su parte... Gestos como éste me enternecían. No quería su dinero, pero demostraba que le importaba lo que yo hacía. Aun así, su tarjeta me vendría de perlas para pagar el taxi sin levantar sospechas ni dejar rastros.

- ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Lo dices por el collar? - pregunté, sonriendo - Salió de su caja fuerte - dije, procurando no emplear la palabra "robar" delante del taxista, aunque tenía la radio puesta a todo volumen y no parecía enterarse de nada - Él me lo reclamó, pero acabó aceptando que me lo quedara. Se convirtió en mi regalo de cumpleaños - la expresión de mi rostro se vuelve dulce y algo traviesa al recordar todo lo que pasó aquella noche - ¿Qué más quieres saber?

El auto estuvo frente a nosotras muy pronto, debo reconocer que no tenía demasiadas esperanzas de que llegara pues no por nada estábamos en el peor barrio de Gotham; sin embargo, supongo que nadie quiere decepcionar al respetable –y asquerosamente rico- señor Wayne.

Una vez adentro, noté como Selina le entregaba una tarjeta al conductor ¿Sería una nueva? Mi nariz se arrugó levemente por un momento pero luego reflexioné que se trataba de ella, no le entregaría una tarjeta robada al conductor si eso podía exponernos de alguna forma… o al Murciélago. Eventualmente me acostumbraría a que ella le protegiera pero, por ahora prefería pensar que tomaba las precauciones por nosotras.

Mis ojos se abrieron como platos al escucharle ¿Le había regalado el collar? Bien, definitivamente las cosas habían cambiado… demasiado. Su rostro adoptó una expresión diferente de pronto, como si recordara algo agradable, en su cara se podía leer algo nuevo… ¿Lucía traviesa? ¡Oh Dios!

—No, creo que no quiero más detalles.— Le contesté muy rápido ¿Realmente había insinuado que ellos… O era yo quien imaginaba cosas? Entonces algo más importante reclamó mi completa atención.— Ohhh… Selina, me he perdido tu cumpleaños.— La voz que se coló por mis labios sonaba afligida; no sólo me había perdido el cumpleaños de mi mejor amiga… me había perdido el cumpleaños de la persona que más me importaba en el mundo.

Apoyé mi cabeza en su hombro, estaba cansada, el taxista parecía ocupado en sus propios asuntos de modo que no me importó demasiado jugar bien mi papel de “dama de compañía”, de todas formas no creía tener el aspecto de una en este momento, a menos claro, que Wayne tuviera alguna tendencia sádica o algo por el estilo.

—Luego haremos algo juntas para compensarlo ¿Vale?— Aquello no me aliviaba del todo, pero no había nada más que pudiera hacer; además, era mejor que nada y seguro encontrábamos algo divertido que hacer juntas. Imaginé que tardaríamos un poco en llegar a nuestro destino de modo que planeaba quedarme tal como estaba, el olor de Selina me resultaba muy agradable, en cierto modo tranquilizante.